Los bárbaros que todo lo confían a la fuerza y la violencia, nada construyen, porque sus simientes son de odio. José Marti
Una
sociedad construida sobre la base del odio, de la división, la
animadversión, la enemistad y la
malquerencia como la promovida por los cabecillas del Socialismo del siglo XXI
no puede tener vigencia ni futuro. Proclamar la pulverización del rival, la
aniquilación del opositor, el exterminio de los disidentes, la muerte pues, de
los que adversan el proceso revolucionario, no puede ser el argumento de
quienes luego en cadena nacional, cruz en mano y biblia en ristre, con ensayada
cara de mártires, demandan tolerancia, comprensión, entendimiento y proponen
hipócritas mesas de diálogo.
Han sido casi seis lustros de insultos, atropellos, calumnias, irrespetos, vilipendios, los que hemos sufrido calmosamente los súbditos bolivarianos. Eructos, groserías, malas palabras, bravuconadas, burlas y chacotas, amenazas, gas del bueno, peinilla y perdigones van pesando demasiado en la paciencia del colectivo nacional.
Nada
peor que un pueblo hastiado y cansado del continuo atropello gubernamental:
llámese cola interminable y cotidiana,
denomínese trámite diario, apélese arbitrariedad reiterada, en fin, el
no me da la gana como forma de gobierno y base de las erráticas políticas
públicas de un hablachento e ineficiente gobierno.
Si
a toda esta realidad infernal que soportamos los ciudadanos de esta otrora
Tierra de Gracia, sumamos los hechos generalizados de corrupción, malversación,
despilfarro, donación al voleo de los fondos públicos, nepotismo, clientelismo
y prebendalismo, denunciados y evidenciados – aunque silenciados e ignorados
prontamente – por gobiernos extranjeros y altas instancias internacionales,
podemos dimensionar mejor la aguda crisis que aqueja al país y las causas del
estruendoso fracaso de nuestro folklórico socialismo pretendidamente del siglo
XXI, que resultó finalmente decimonónico, retrogrado, falto de modernidad, en
fin, de montoneras revolucionarias.
Siempre
es bueno recordar que a lo largo de la historia, el odio ha engendrado más
odio, más división, más intolerancia, guerras fraticidas y millones de muertos,
la Guerra Civil española lo ilustra muy bien; tal como lo señala José Luis
Ferris en su excelente novela El amor y la nada: “En estos meses, me han
bastado los ojos para sentir la enorme barbarie en que andamos metidos, y
cualquier despropósito, cualquier episodio sangriento me parece ya cotidiano.”
Seguramente
la prédica de nuestro Comandante Supremo y Eterno pasará a engrosar la larga
lista de las más genuinas y representativas citas universales sobre el odio y
la intolerancia:
Odiaos
los unos a los otros como yo os he odiado.
Enrique
Viloria Vera
viloria.enrique@gmail.com
@EViloriaV
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