Me
parece que el diputado Diosdado Cabello rompe el molde “revolucionariamente”
hablando del status y perfil que habían tenido los presidentes del Congreso
-ahora Asamblea Nacional-, en Venezuela, y eso trataré de explicarlo en las
siguientes líneas.
En
la llamada cuarta república veíamos diputados que investigaban sobre los
asuntos de interés nacional; controlaban
de alguna manera al gobierno y denunciaban hechos de distinta
naturaleza.
Hay
que recordar el nivel de la oratoria desarrollada por distintos diputados; el
comportamiento de la junta directiva, la imagen de Andrés Eloy Blanco, la
sapiencia de Luís Beltrán Prieto Figueroa, y la coexistencia de múltiples
valores de distintos personajes, que ocuparon un curul representando sus
estados y sus corrientes ideológicas. Incluso, diputados de izquierda como
Moisés Moleiro con su oratoria y su verbo imponente y de respeto, era atendido
por tirios y troyanos, dentro de un parlamento vario pinto, que si bien se
confrontaban políticamente, también levantaban la bandera de la consideración, la
convivencia y las mejores relaciones posibles: Sin lugar a dudas, existía mayor
nivel político en el intercambio parlamentario.
Hoy
en día no se puede decir algo siquiera cercano. El actual Presidente de la
Asamblea Nacional lleva varios períodos ejerciendo (2012 a la fecha),
instaurando un régimen cuartelario dentro del hemiciclo, ejecutando
permanentemente políticas de exclusión, evitando; trancando la discusión de
asuntos claves y coyunturales de interés, emitiendo expresiones vulgares, y
propiciando una especie de apartheid político sin lograr diferenciar su
posición de Presidente de la Asamblea y
de Vicepresidente del PSUV, una verdadera merienda de turcos. Y esto se
extiende hasta la ANTV donde no aparece un representante de la oposición, ni
diputado, exponiendo alguna posición.
Mientras
tanto, problemas importantes como la
situación real que enfrenta la Guayana Esequiva; la situación de la salud;
educación, industria petrolera, importación alimentaria, producción nacional,
corrupción, delincuencia y otros asuntos muy delicados no se discuten, ni se colocan sobre la mesa
como plato a enfrentar para solucionar, corregir. Es como si el parlamento
viviese en otro mundo, ajeno a las necesidades nacionales, exponiendo un cuadro
inmenso de Chávez como si fuera un santo en un altar, como si fuera un régimen
fanático y religioso, sin enfrentar la gran torta administrativa que está
poniendo el gobierno revolucionario.
Al
contrario, el Presidente de la Asamblea Nacional, tiene hasta un programa de
televisión que demuestra claramente su techo político y ético. En vez de
utilizar ese espacio y esos recursos para ventilar asuntos importantes para
todos los venezolanos; se esfuerza en tener una ventana descarada del PSUV
atacando permanentemente a la oposición de manera muy rastrera y hasta subiendo
videos -como por ejemplo-, donde aparece la esposa de Leopoldo López hablando
con Carlitos Vecchio en una asamblea como si tuviesen una relación amorosa.
Rodeado
de sapos o patriotas cooperantes como ellos le llaman, el diputado Cabello se
expone como un chismoso, una lengua larga
-tal como lo definía el maestro Rosemblat-.
Yo
digo, que cambiar la Asamblea Nacional, llevar gente preparada con valores
democráticos, que le den el status que se merece esa institución, es una
necesidad urgente, que permita sentar las bases para reconstruir nuestro país.
Luis
Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
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