Mangocidio o platonicidio.
La actitud asumida recientemente por quien
funge como primer mandatario nacional llama a la reflexión. No es que este
señor, al igual que su antecesor y padre putativo, haya sido muy ecuánime,
respetuoso en el uso del lenguaje y con sindéresis, pero es que desde que su
homólogo norteamericano le puso en lista negra a siete de sus colaboradores, da
la impresión que se le dispararon los tapones. Se fumó no una, sino varias
lumpias, dijera Aristóbulo.
Hemos sido testigo de la más fuerte andanada
de improperios lanzada por el ahora comandante doctor, gracias a la UBV, contra
todo el mundo que haya osado criticarle alguno de sus actos o decisiones.
Le dijo de todo al afroamericano de la Casa
Blanca por la tal Executive Order. No se conformó con decirle que Venezuela no
es una amenaza sino una esperanza, sino que le dijo hasta del mal que iba a
morir.
Pero también se llevaron lo suyo todos los
integrantes de la oposición venezolana, excepción hecha del joven diputado
Ricardo Sánchez, flamante firmador de la multimillonaria carta “Obama deroga el
decreto ya”. Por cierto que me dicen que esa fue la única firma plana que
detectó la Lucena.
Pienso que la calentura se le subió cuando le
dijeron que no podía llevar ese bojote de cajas contentivas de los varios
millones de firmas recogidas “voluntariamente” en Venezuela y Cuba, a la VII
Cumbre de las Américas, por cuestiones
de contaminación. Al punto que mandó un doble y una dobla. Y la volteada de
ojos que le dio el keniano en unos de los pasillos de Atlapa.
Como del Istmo salió con las tablas, digo las
firmas, en la cabeza, se dio el concebido paseíto por la capital de la
revolución socialista y chavista, suponemos que para meterle el chisme a Fidel
de los cachos que le montó Raúl con el negrito Barack Hussein. Y al llegar a lo
que nos queda de patria, la emprendió contra todos aquellos que no lo
acompañaron en la solicitud de derogatoria y más bien se les ocurrió la
insolente idea de solicitar la liberación de los que disque presos políticos,
López y Ledezma.
Tremenda pifia. Se expusieron a la Clámide de
Nióbide. Si bien logró que la UNASUR y la ALBA, cheque mediante, lo secundaran
en su petición de derogatoria, no pudo impedir el que otros organismos
internacionales, defensores de los DDHH, parlamentos y presidentes y
expresidentes, hicieran todo lo contrario. Craso error. Los insultos no se
hicieron esperar. Improperios de la más “culta” cosecha. Dijera un amigo de mi
padre, se unieron el lenguaje del soldado con el del chofer de autobús.
26 expresidentes de diversas geografías
recibieron el caluroso recordatorio de sus progenitoras. Y España, además de
EEUU, recibió su respectiva amenaza de invasión. Y don Felipe González, el
pupilo de Carlos Andrés, que puso al reino de España en el primer mundo,
recibió toda la hiel de la revolucionaria.
Y como nada de esto pudo parar las colas, la
escasez de papel higiénico, de café, de leche, de aceite y de tantos otros
productos de primera, segunda y ene necesidad, y que apareciera el ahora
denominado “excremento verde del diablo” Jorge Roig, el flamante presidente de
FEDECAMARAS, se llevó la peor parte. “Ni un dólar para ustedes, bandidos, hambreadores
del pueblo”. Alguien que oía el novel doctor
dijo, dólares, dólares, me suena.
Iván Olaizola D’Alessandro
Iolaizola@hotmail.com
@iolaizola1
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