Acabo de presenciar la destrucción de más de
60 hectáreas de bosques en la cuenca de Arenaza en el Municipio Paz Castillo
del Estado Miranda, uno de los más grandes, más poblado y más pobres del
Estado, justamente donde se ubica una buena parte de los llamados Valles del
Tuy.
Fue por un incendio sin control, las montañas
duraron cuatro semanas ardiendo, y fue provocado por una serie de invasores en
esta cuenca hidrográfica, unos supuestos campesinos que preparaban el barbecho
para sus conucos, y de las manos criminales de una banda que se dedica a
construir ranchos en las adyacencias de la quebrada Arenaza, llegando a Santa
Lucía, la capital del municipio.
Arenaza y Santa Lucía a partir de este momento
van a tener graves problemas de inundaciones y les explico por qué, al quedar
arrasado de vegetación el pie de monte de Arenaza, no hay resistencia en el
suelo para detener los volúmenes de agua que vienen durante el invierno, el
agua que se produce en la montaña por la lluvia va a correr con mayor velocidad
erosionando las cárcavas y correntías naturales de la montaña, la composición
del terreno es de arcilla roja expansiva lo que hace bastante inestable el
terreno por lo que habrá deslaves que van a taponar esos pasajes de agua, se va
acumular la lluvia y cuando reviente el dique se va a producir la inundación.
Debemos contar que debido al cambio
climático, las lluvias en el Estado Miranda, se espera, sean de menor
frecuencia pero de mayores caudales, es decir va a llover menos pero duro, y
sin vegetación que reduzca la velocidad del agua, el resultado será, pérdidas
de bienes y viviendas a los márgenes de la quebrada e inundaciones en Santa
Lucía.
No solo el Municipio Paz Castillo perdió una
importante parte de su patrimonio natural (especies vegetales y animales), una
cuenca productora de agua ya que sin árboles habrá menos lluvia, sino que ganó
un problema social con agricultores en tierras no aptas, barriadas informales y
gente presionando para que se les de servicios públicos para un municipio sin
recursos para atender estas necesidades.
¿Qué hacer? Lo único que se me ocurre es
desalojar esa gente de allí, hacer un plan de reforestación de la cuenca (daría
trabajo al municipio) y protegerla de estos depredadores ambientales.
Me produjo una gran sorpresa la opinión de un
científico norteamericano que explicaba que la Gran Sabana tiene su origen en
un enorme incendio, que se produjo antes del descubrimiento de América y que
acabó con la selva amazónica de esa región.
El resultado fue la consolidación de una
sabana tal como hoy la conocemos. El científico no aportó mayores pruebas, pero
dijo que observando a los indios Pemones y su costumbre de incendiar la sabana
para preparar conucos, se le ocurrió que algo similar pudo haber pasado y un
gran fuego sin control consumió la tupida selva virgen, aunado esto, a una
sequía sin precedentes en el norte de Suramérica, reseñada por los
conquistadores y registrada en los anales climáticos del planeta, y que terminó
en la época de las luchas por la independencia.
No todos los incendios son malos, de hecho la
historia natural de la tierra tiene un vínculo muy importante con los incendios
forestales, algunos naturalistas dicen que es la manera que tiene la naturaleza
de modificar el entorno, de crear nuevos hábitats, de seleccionar y renovar
especies, de preparar la tierra e incluso de conservar un balance químico en la
atmósfera. El problema son los incendios
forestales propiciados por el hombre de manera criminal o por descuido.
Si los incendios forestales tuvieron algún
valor, eso fue en el pasado cuando existían las grandes extensiones de foresta;
ahora, con la poquísima cobertura vegetal con que cuenta el planeta tierra,
cada incendio forestal que se produce atenta contra nuestra propia
sobrevivencia como especie.
Los incendios forestales tienen una estrecha
relación con los ciclos climáticos continentales, más específicamente tienen
que ver con el inicio y término de las lluvias y el verano.
En Venezuela, y antes de los fenómenos
climáticos signados por la corriente de El Niño, la mayor incidencia de
incendios forestales se daba durante cinco meses al año, aproximadamente entre
Noviembre y Mayo, con un pico entre los meses de Febrero, Marzo y Abril, que
corresponde a un aumento de la exposición solar, gran sequedad en los
combustibles naturales (desechos vegetales) y, coincidencialmente, en la época
de mayor movilidad entre la población venezolana, producto de los feriados de
Carnaval y Semana Santa; además, entrando el mes de Mayo, empieza la
preparación de las tierras para el cultivo, lo que implica grandes quemas,
muchas de ella sin control.
El geógrafo Daniel Aché, en su artículo La
incidencia de los Incendios Forestales en Venezuela, publicado por la revista SEFORVEN,
explica las causas de los mismos: "Los factores que ocasionaron estos
incendios forestales de gran magnitud se clasifican dentro de la categoría de
agrícolas y pecuarios. En Apure… la preparación del terreno para el rebrote de
los pastos. En el Zulia… la limpieza de conucos para la próxima siembra. En
Barinas, los conflictos de usos agrícolas y forestales representó la causa de
esos incendios".
En lo personal me ha tocado enfrentar varios
incendios forestales ya que vivo en las montañas de la Cordillera de la Costa,
en áreas protegidas de la Cuenca del Río Tuy, y he presenciado el impresionante
espectáculo de un fuego sin control convertido en una tormenta de fuego,
decenas de hectáreas de bosques ardiendo con mortíferas llamaradas rojas de
quince y veinte metros de altura, en medio de un crepitar ensordecedor y un
calor asfixiante.
Se lo difícil que es controlar un incendio
forestal y lo precario de nuestro equipamiento para combatirlo. En Venezuela, no me queda nada por dentro al
decirlo, los incendios se combaten con corazón y valentía de los bomberos,
grupos de rescates y voluntarios… pero eso no basta.
En un país con tan alta incidencia de
incendios forestales, con nuestro historial de pirómanos, con la falta de
educación ambiental y con tanto que tenemos que perder en cuanto a vidas,
propiedades y naturaleza, deberíamos estar mejor preparados, tanto en
conocimiento como en tecnología, en organización como en recursos para hacer
frente a la candela que nos quema el país cada verano.
No hay educación ni conciencia en la
población sobre los peligros de los incendios forestales, ni a nivel privado y
de gobierno existe una infraestructura confiable y presta para combatir este
problema y quizás lo más importante, no contamos con información básica confiable,
los registros de los historiales de incendio en nuestros bosques y selvas no
están al día, no hay información cartográfica actualizada que permitan una
planificación sobre el terreno tanto para la prevención como para el combate,
no tenemos como monitorear desde el aire o el espacio el desarrollo de los
incendios sin control.
El combate de un incendio forestal, que
debería ser por tierra y aire, necesita de equipamiento especial, llevar a los
combatientes al sitio, brindarles apoyo logístico y de información, contar con
buenos equipos de comunicación, poder sacarlos en caso de peligro, requieren de
una organización que hoy no tenemos.
Un país más o menos desarrollado, con la
riqueza natural del nuestro, con la incidencia de incendios forestales que tiene
Venezuela y ahora mucho más, con el cambio climático que ha variado los
patrones de incidencia de la época de sequía, sobre todo en nuestras cuencas
productoras de agua, debería contar con equipos regionales entrenados y con los
recursos suficientes para combatir estos fuegos de verano, pero de nuevo,
estamos en Venezuela y aquí es más importante la compra costosísimos aviones
presidenciales, de equipos de guerra, de vehículos de lujo para movilizar
burócratas ineptos, o acumular dólares mal habidos en cuentas secretas en el
extranjero, en vez de contar con lo básico para no morir quemados.
Si este país quiere sobrevivir este siglo
signado por el calentamiento global, si quiere conservar el recurso agua para
el futuro inmediato, tiene como tarea prioritaria, prepararse para combatir a
los incendios forestales de una manera más organizada, comprometida e
inteligente.- saulgodoy@gmail.com
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
SAÚL
GODOY GÓMEZ, LOS INCENDIOS FORESTALES,
Acabo de presenciar la destrucción de más de
60 hectáreas de bosques en la cuenca de Arenaza en el Municipio Paz Castillo
del Estado Miranda, uno de los más grandes, más poblado y más pobres del
Estado, justamente donde se ubica una buena parte de los llamados Valles del
Tuy.
Fue por un incendio sin control, las montañas
duraron cuatro semanas ardiendo, y fue provocado por una serie de invasores en
esta cuenca hidrográfica, unos supuestos campesinos que preparaban el barbecho
para sus conucos, y de las manos criminales de una banda que se dedica a
construir ranchos en las adyacencias de la quebrada Arenaza, llegando a Santa
Lucía, la capital del municipio.
Arenaza y Santa Lucía a partir de este momento
van a tener graves problemas de inundaciones y les explico por qué, al quedar
arrasado de vegetación el pie de monte de Arenaza, no hay resistencia en el
suelo para detener los volúmenes de agua que vienen durante el invierno, el
agua que se produce en la montaña por la lluvia va a correr con mayor velocidad
erosionando las cárcavas y correntías naturales de la montaña, la composición
del terreno es de arcilla roja expansiva lo que hace bastante inestable el
terreno por lo que habrá deslaves que van a taponar esos pasajes de agua, se va
acumular la lluvia y cuando reviente el dique se va a producir la inundación.
Debemos contar que debido al cambio
climático, las lluvias en el Estado Miranda, se espera, sean de menor
frecuencia pero de mayores caudales, es decir va a llover menos pero duro, y
sin vegetación que reduzca la velocidad del agua, el resultado será, pérdidas
de bienes y viviendas a los márgenes de la quebrada e inundaciones en Santa
Lucía.
No solo el Municipio Paz Castillo perdió una
importante parte de su patrimonio natural (especies vegetales y animales), una
cuenca productora de agua ya que sin árboles habrá menos lluvia, sino que ganó
un problema social con agricultores en tierras no aptas, barriadas informales y
gente presionando para que se les de servicios públicos para un municipio sin
recursos para atender estas necesidades.
¿Qué hacer? Lo único que se me ocurre es
desalojar esa gente de allí, hacer un plan de reforestación de la cuenca (daría
trabajo al municipio) y protegerla de estos depredadores ambientales.
Me produjo una gran sorpresa la opinión de un
científico norteamericano que explicaba que la Gran Sabana tiene su origen en
un enorme incendio, que se produjo antes del descubrimiento de América y que
acabó con la selva amazónica de esa región.
El resultado fue la consolidación de una
sabana tal como hoy la conocemos. El científico no aportó mayores pruebas, pero
dijo que observando a los indios Pemones y su costumbre de incendiar la sabana
para preparar conucos, se le ocurrió que algo similar pudo haber pasado y un
gran fuego sin control consumió la tupida selva virgen, aunado esto, a una
sequía sin precedentes en el norte de Suramérica, reseñada por los
conquistadores y registrada en los anales climáticos del planeta, y que terminó
en la época de las luchas por la independencia.
No todos los incendios son malos, de hecho la
historia natural de la tierra tiene un vínculo muy importante con los incendios
forestales, algunos naturalistas dicen que es la manera que tiene la naturaleza
de modificar el entorno, de crear nuevos hábitats, de seleccionar y renovar
especies, de preparar la tierra e incluso de conservar un balance químico en la
atmósfera. El problema son los incendios
forestales propiciados por el hombre de manera criminal o por descuido.
Si los incendios forestales tuvieron algún
valor, eso fue en el pasado cuando existían las grandes extensiones de foresta;
ahora, con la poquísima cobertura vegetal con que cuenta el planeta tierra,
cada incendio forestal que se produce atenta contra nuestra propia
sobrevivencia como especie.
Los incendios forestales tienen una estrecha
relación con los ciclos climáticos continentales, más específicamente tienen
que ver con el inicio y término de las lluvias y el verano.
En Venezuela, y antes de los fenómenos
climáticos signados por la corriente de El Niño, la mayor incidencia de
incendios forestales se daba durante cinco meses al año, aproximadamente entre
Noviembre y Mayo, con un pico entre los meses de Febrero, Marzo y Abril, que
corresponde a un aumento de la exposición solar, gran sequedad en los
combustibles naturales (desechos vegetales) y, coincidencialmente, en la época
de mayor movilidad entre la población venezolana, producto de los feriados de
Carnaval y Semana Santa; además, entrando el mes de Mayo, empieza la
preparación de las tierras para el cultivo, lo que implica grandes quemas,
muchas de ella sin control.
El geógrafo Daniel Aché, en su artículo La
incidencia de los Incendios Forestales en Venezuela, publicado por la revista SEFORVEN,
explica las causas de los mismos: "Los factores que ocasionaron estos
incendios forestales de gran magnitud se clasifican dentro de la categoría de
agrícolas y pecuarios. En Apure… la preparación del terreno para el rebrote de
los pastos. En el Zulia… la limpieza de conucos para la próxima siembra. En
Barinas, los conflictos de usos agrícolas y forestales representó la causa de
esos incendios".
En lo personal me ha tocado enfrentar varios
incendios forestales ya que vivo en las montañas de la Cordillera de la Costa,
en áreas protegidas de la Cuenca del Río Tuy, y he presenciado el impresionante
espectáculo de un fuego sin control convertido en una tormenta de fuego,
decenas de hectáreas de bosques ardiendo con mortíferas llamaradas rojas de
quince y veinte metros de altura, en medio de un crepitar ensordecedor y un
calor asfixiante.
Se lo difícil que es controlar un incendio
forestal y lo precario de nuestro equipamiento para combatirlo. En Venezuela, no me queda nada por dentro al
decirlo, los incendios se combaten con corazón y valentía de los bomberos,
grupos de rescates y voluntarios… pero eso no basta.
En un país con tan alta incidencia de
incendios forestales, con nuestro historial de pirómanos, con la falta de
educación ambiental y con tanto que tenemos que perder en cuanto a vidas,
propiedades y naturaleza, deberíamos estar mejor preparados, tanto en
conocimiento como en tecnología, en organización como en recursos para hacer
frente a la candela que nos quema el país cada verano.
No hay educación ni conciencia en la
población sobre los peligros de los incendios forestales, ni a nivel privado y
de gobierno existe una infraestructura confiable y presta para combatir este
problema y quizás lo más importante, no contamos con información básica confiable,
los registros de los historiales de incendio en nuestros bosques y selvas no
están al día, no hay información cartográfica actualizada que permitan una
planificación sobre el terreno tanto para la prevención como para el combate,
no tenemos como monitorear desde el aire o el espacio el desarrollo de los
incendios sin control.
El combate de un incendio forestal, que
debería ser por tierra y aire, necesita de equipamiento especial, llevar a los
combatientes al sitio, brindarles apoyo logístico y de información, contar con
buenos equipos de comunicación, poder sacarlos en caso de peligro, requieren de
una organización que hoy no tenemos.
Un país más o menos desarrollado, con la
riqueza natural del nuestro, con la incidencia de incendios forestales que tiene
Venezuela y ahora mucho más, con el cambio climático que ha variado los
patrones de incidencia de la época de sequía, sobre todo en nuestras cuencas
productoras de agua, debería contar con equipos regionales entrenados y con los
recursos suficientes para combatir estos fuegos de verano, pero de nuevo,
estamos en Venezuela y aquí es más importante la compra costosísimos aviones
presidenciales, de equipos de guerra, de vehículos de lujo para movilizar
burócratas ineptos, o acumular dólares mal habidos en cuentas secretas en el
extranjero, en vez de contar con lo básico para no morir quemados.
Si este país quiere sobrevivir este siglo
signado por el calentamiento global, si quiere conservar el recurso agua para
el futuro inmediato, tiene como tarea prioritaria, prepararse para combatir a
los incendios forestales de una manera más organizada, comprometida e
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Saul Godoy Gomez
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