La semana pasada, aprovechando la atención de
la opinión pública a la Cumbre de Panamá en su clímax, el régimen militar de
Venezuela emitió la “Providencia Nº 011…mediante la cual se establecen los
requisitos, controles y trámites para la solicitud de autorización de
adquisición de divisas destinadas al pago de consumos en el exterior”
asestándole así un fatal golpe a la economía de los ciudadanos. Sin entrar en
detalles, se trata de un recorte abrupto de la suma de Bolívares ¿Fuertes? que
un ciudadano común puede cambiar por divisas (USA $ o €) para viajar al
exterior.
Pero eso no es todo. De inmediato y en virtud
del documento de marras, la banca privada quedó excluida de la actividad,
quedando solamente la banca propiedad del Estado autorizada para estos
menesteres. Así, los centenares de miles de clientes de los bancos privados
quedaron fuera del sistema de asignación de divisas de un solo plumazo. No es
necesario ser muy clarividente para intuir que este sector social está
constituido por gente de la clase media, víctima favorita de este gobierno
comunista.
Cierto es que a las pocas horas, hubo una
enmienda que excluyó al Banco de Venezuela (propiedad del Estado) de la
aplicación de estas novísimas disposiciones; ¿por qué? se preguntarán muchos.
Amigo lector; ¿cuántas tarjetas de crédito cree usted que hayan sido emitidas
por esta entidad financiera a miembros de las fuerzas armadas y de sus
familiares? Pero no solo a ellos;
también cuentan los empleados públicos de todos los niveles que
mayoritariamente se presumen oficialistas.
Estas realidades nos conducen a avizorar un
panorama muy calamitoso para el futuro que ya no es lejano sino de muy corto
plazo.
A ver: la nueva restricción cuantitativa de
divisas para viajes de la clase media es un indicador evidente de la escasez
del signo extranjero, razón por la cual, es de esperarse desabastecimiento (aún
mayor) de bienes de consumo; pero también, un incremento sustancial de la
cotización de la divisa norteamericana en el mercado (paralelo) luce inevitable
como también lo será el impacto en los precios de muchas mercaderías y
servicios; o sea, más inflación.
Y hay más: estamos frente a una medida que
restringe el Derecho Constitucional de trasladarse a un sector importante de
ciudadanos sin mucho chance de restituirlo vía recursos ante el Poder Judicial
por la falta de separación de las Ramas del Poder Público, de lo que tanto se
ha dicho y se seguirá diciendo en todos los ámbitos de este Hemisferio.
También hay un primer gesto no disimulado de
discriminación entre quienes han sido favorecidos con tarjetas de crédito emitidas
por la banca pública y entre los tarjetahabientes del sector privado.
Por otro lado, esta medida pudiera ser un
primer paso hacia la estatización de la banca, lo cual constituye un caro
anhelo de los comunistas de ayer y de hoy, de allá y de acá puesto que así se
facilita grandemente el control de la sociedad a través de los estómagos de sus
miembros.
Si extrapolamos un poco, también pudiéramos
vislumbrar el disparate de decretar la inconvertibilidad de nuestro signo
monetario con la intención de frenar el contango del mercado cambiario y la
fuga de divisas.
Hasta ahora hemos tenido una de las
inflaciones más altas del Orbe (algo menor que el 70% en 2014), caída del PIB
(aproximadamente -4% en ese mismo año) y todo ello con el petróleo a 100
USA$/Barril.
Para el 2015, con la destrucción de la
infraestructura por irracionales motivos ideológicos y con el añadido de un
petróleo valorado a la mitad, nos espera una inflación de 3 dígitos (más del
100% anual) debido a la recking ball de la emisión de dinero inorgánico (falso)
en cantidades abrumadoras e inabsorbibles por el circuito económico; una caída
del PIB que un ente tan confiable como el FMI estimó a principios de este año
en menos 7% (realmente una catástrofe) pero que otras fuentes reestiman en cerca
del -10% que solamente es comparable a los efectos deletéreos de una
conflagración de magnitudes muy significativas. Por ejemplo, según una fuente
consultada, el PIB del Tercer Reich (Alemania) entre 1944 y 1945 cayó en 32
puntos porcentuales, el de la desaparecida URSS se redujo en 27 y el de USA lo
hizo en 8 puntos durante el mismo lapso. En la historia de la economía moderna
es difícil encontrar depresiones de tal magnitud (dos dígitos) en tiempos de
paz teniendo presente que estos comportamientos no son tan solo coyunturales
sino que tienen un importante componente estructural que los hacen difíciles de
superar.
Como campanazo de alerta máxima, el
importante diario caraqueño 2001 titula así:
Maduro prepara plan económico “demoledor”.
Pensamos que este plan incluirá varias y
eficientes recking balls manejadas por sus asesores en la “guerra económica”
que el gobierno militar le ha declarado a la sociedad civil contribuyente y
pacífica.
¿Qué quedará de lo que un día fue la
República de Venezuela? Pronto lo sabremos porque cuando la humanidad celebre
el 1º de enero de 2016, los venezolanos estaremos llegando al año nuevo 1984
magistralmente descrito por George Orwell. Mejor sería un escenario como el de
su “Animal Farm” pero éste no parece contar con terreno fértil.
¡MAYDAY!
Rafael
O. Marcano A.
romarcanoa@gmail.com
@romarcanoa
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