Cuentan
las Sagradas Escrituras que Jesús de Nazaret recorría toda Galilea enseñando,
sanando y liberando; de tal manera que, una gran multitud le seguía. Un día,
viendo el Señor que había mucha gente con él y sus discípulos decidió subir a
lo alto de una montaña, lugar que pudiera corresponder a los Cuernos de Hattim,
constituído por dos picos rocosos cerca del mar de Galilea. Desde ese lugar,
Jesús pronunció el discurso más profundo de la historia de la humanidad, el
cual ha inspirado a sabios y sencillos, a ricos y pobres, a toda clase de
intelectuales y científicos. Se encuentra expresado en la Biblia en los
capítulos quinto, sexto y séptimo del evangelio según San Mateo.
Conocido
como el Sermón del monte o de la montaña este discurso de Jesús devela la
verdad del llamado reino de Dios, no una religión sino un nuevo estilo de vida
con un propósito que trasciende nuestra humanidad; el camino para nuestra
salvación; la reconciliación del hombre con su hacedor; la visión divina de las
características fundamentales del carácter cristiano; una guía practica para
relacionarnos con nuestro prójimo y el secreto de la comunión con Dios a través
de la oración. En fin, este maravilloso discurso contiene los temas más
relevantes de la vida, el tan ansiado secreto para la paz del alma, la
verdadera felicidad.
La
apertura del sermón de la montaña la constituyen las tan conocidas
bienaventuranzas o proclamaciones de
felicidad. En ellas Jesús, como la boca de la deidad suprema, devela las
razones por las que los hombres son felices, en un presente contradictorio para
aquellos que en la búsqueda constante de la felicidad, siempre la consideran
como parte del futuro. Además, rompiendo todos nuestros paradigmas nos enseña
que la primera piedra en el fundamento de una vida feliz la constituye la
“pobreza”, pero no esa pobreza caracterizada por condiciones de miseria y
escases, sino la pobreza en espíritu, la ausencia de la elevada soberbia en el
alma del hombre, la cual le hace poseedor de un reino.
Aunque
la promesa para cada bienaventuranza se expresa en futuro, esa condición de ser
bienaventurado (a) está expresada para el momento actual en la vida de cada
hombre. Dándonos, de esta forma, una visión del eterno presente de la relación
de Dios con el ser humano, en la que el hoy fue el futuro de ayer, el ayer
quedó en el pasado con sus desaciertos, y el futuro solo le pertenece a El. Del
fundamento de un espíritu pobre para ser feliz, el Señor nos va elevando a
condiciones que comprometen cada vez más el carácter intrínseco de aquellos que
recorren el camino del amor de Dios. Son felices los que lloran, contradictorio
en realidad, pero una verdad espiritual innegable, pues solo los que tienen un
alma sensible a Dios lloran, los soberbios hacen llorar.
Así,
los que lloran, lloran con mansedumbre ante Aquel que puede librar sus almas,
no pelean con el hombre sino encomiendan la causa al que juzga justamente; los
mansos literalmente tienen hambre y sed de justicia, ellos saben que solo en
Dios pueden encontrarla. El siguiente escalón en esta elevación del espíritu
del hombre feliz es la misericordia, el verdadero amor de Dios por el ser
humano apartado de Su luz. Todo el que ha recibido la misericordia de Dios,
aquel a quien mucho se le ha perdonado, es capaz de perdonar a su prójimo. Y
después de la misericordia expresada en el perdón, el corazón se limpia de toda
amargura, resentimiento y odios; de tal manera, que en esta condición el hombre
feliz se convierte en un pacificador, hacedor de paz. Por esa razón, aquellos
que siembran odios, que hacen guerras son los hombres más infelices del mundo,
aunque no lo sepan.
A
continuación de las bienaventuranzas, Jesús nos expresa quienes somos en este
mundo, nos compele a cumplir esa tarea irrenunciable de ser sal de la tierra y
luz del mundo. Desmonta las estructuras religiosas de la época echando por
tierra aquellas enseñanzas orales, lo que habían escuchado a lo largo de
generaciones, pero que no contenía las verdaderas enseñanzas de Dios: _ Oísteis
que fue dicho, pero yo os digo. De allí, Jesús nos toma de la mano en una guía
para vivir según el deseo del corazón de Dios. Trata temas como el adulterio,
el divorcio, la venganza, los enemigos, el dar, la oración, el ayuno, las
riquezas, el juzgar, la regla de oro, los frutos de cada hombre y la confianza
en Dios cada día de nuestras vidas. Termina, este incomparable sermón instando
al que oye a ponerlo por practica, pues de esta manera estará cimentando su
vida sobre la roca, la cual no podrá ser conmovida por los embates del mundo.
“Toda
la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia” II Timoteo 3:16-17.
Rosalía
Moros de Borregales
rosymoros@gmail.com
@RosaliaMorosB
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