El lenguaje político del régimen venezolano, además
de impreciso y ambiguo, suele apegarse a etiquetas populistas o vulgares
estribillos que no comunican más que incitar al odio o de apología del delito. AJM
SIN ARGUMENTOS…
Cuando no se tienen argumentos para
contradecir alguna postura esgrimida por el adversario, se acude a la fantasía
para idear cualquier excusa, seguramente escamoteada, y así librarse de toda
acusación, por nimia que ésta fuese. Esta situación condiciona, repetidamente,
el ejercicio de la política. Mas no de la política cuya concepción se supedita
en el respeto al otro haciendo comedida su praxis. El problema se manifiesta cuando
la política, reducida a mera politiquería, recurre a la improvisación como
conducto del populismo demagógico en el que se escuda para entonces atestar sus
verdugazos. Así sucede en todo escenario donde la política se conforma con ser
el “paraíso de los charlatanes”. O a lo sumo, el pretexto para hacer promesas
sin convertirse en compromisos. O sea, la intención declarada de animar
confusiones sin que se noten a primera vista.
Es exactamente lo que deja verse en
Venezuela al revisar los momentos por lo que atraviesa. Especialmente, desde
que la “revolución bolivariana” comenzó a fraguarse como experimento de un
agotado proyecto político-ideológico que ha pretendido instaurar a pesar de la
ilegitimidad de origen que arrastra. Sobre todo, por la intemperancia y la
inmediatez a partir de los cuales el alto gobierno ha intentado imponer sus
objetivos. Para ello, ha venido afincándose en un lenguaje político plagado de
una palpable rudeza que en nada ha favorecido la necesidad de canalizar un
Estado democrático y social de Justicia y de Derecho. Además, apegado a
consideraciones obsoletas en cuanto al sentido de lo interpretado.
El régimen venezolano no ha
comprendido que cada época tiene su arraigo histórico característico o propio
de ella. Por tanto, los elementos que fundamentan un paradigma que bien sirvió
de soporte a una causa política, dejan de tener la fuerza de otrora. Debería
comprenderse que las realidades, dado su carácter inexorable, le imprimen una
dinámica ajustada a las condiciones dominantes. De manera que resulta absurdo
acometer una propuesta política con el concurso de razones cuya obsolescencia
luce evidente. Sin embargo, fue el problema que hizo desmoronarse la
popularidad sobre la cual este régimen aspiró a consolidarse. Y aún sigue siéndolo.
Incluso, con más furor. Pareciera que su obcecación ideológica sirvió como la
manera para retrasar el tiempo. Ahora Venezuela anda en retroceso. Hacia atrás.
Lo que había resultado del esfuerzo de muchos venezolanos en cuanto al hecho de
lograr que el país clasificara entre los primeros de América Latina en materia
ambiental, transparencia administrativa, grado de democracia, ingreso y
producto per cápita, y
otros tantos indicadores de desarrollo humano y crecimiento económico y social,
se convirtió en causa de vergüenza del mundo hispano parlante.
El lenguaje político del régimen
venezolano, además de impreciso y ambiguo, suele apegarse a etiquetas
populistas o vulgares estribillos que no comunican más que incitar al odio o de
apología del delito. Sigue endilgándole culpas a otro para evitar ser señalado
de maula, incompetente o indolente, toda vez que, ni siquiera, supo fructificar
el cuantioso ingreso de la renta petrolera cuando alcanzó la bicoca de 140 US
dólares por barril, en 2007. Así, el país perdió la oportunidad de conseguir el
cambio en positivo ofertado en elecciones. Inclusive, referido como estrategia
en los planes nacionales correspondientes a estos 16 años de nefasta gestión
pública.
No siempre las palabras han sido
suficientemente eficaces como recurso dialéctico para allanar el camino del
desarrollo. Menos aún, cuando se impregnan de sectarismo, egocentrismo y
resentimientos capaces de dislocar las estructuras sobre las cuales se depara
la historia política, económica y social del país. El momento que significó la
reciente Cumbre de las Américas, demostró la obstinación de estos gobernantes
de talante populista-militar para hacer ver que su discurso no sirvió más que
para avivar infundados pensamientos que sólo llevan a la fractura nacional.
Es inadmisible creer que el país puede
edificarse sobre expresiones que desvirtúan los valores superiores que afianzan
la democracia. O sea, suponer que un discurso luce por su resonancia emotiva. O
por el uso de términos que aterrorizan al preferir el golpe emocional al
razonamiento. Y de ese modo, es impensable que pueda justificarse ese discurso
político para asentir un debate de cara a construir futuro o a propugnar el
desarrollo necesario. Mucho menos, sin
argumentos...
VENTANA DE PAPEL
MENTIRAS QUE ERIZAN “BIGOTES”
La epopeya libertadora, pareciera haber quedado
reducida a un simple episodio, si acaso quien sigue esta lectura se atiene a
las exageradas declaraciones del presidente de la República luego de despedirse
de la recién efectuada Cumbre panameña. Sus apreciaciones se vieron
desvirtuadas de las realidades que fungieron de contexto al evento
panamericano. De hecho, pretendieron hacer ver que sus argumentos se
superpusieron a cualquiera de aludidos por los discursos y consideraciones del
resto de los presidentes y jefes de Estado presentes. Para el mandatario
venezolano, ninguna argumentación estuvo a la altura de la expuesto por él. Los
resultados dejaron ver un cuadro político bastante diferente. La obtusa meta
del régimen en cuanto a exigirle al presidente estadounidense, Barack Obama, la
derogatoria del aludido decreto, constituyó un claro fiasco. Tanto, que hasta
generó pena ajena.
Ninguna resolución emitida de la Cumbre, hizo la
menor referencia a tan mediática solicitud. Tampoco se hizo explícita alguna
condenación a ese respecto. Aunque se evidenció alguna solidaridad de países
políticamente alineados con la causa socialista. Pero más por razones de mera
politiquería, que por causas relacionadas con la alta política. Se entendió que
dicha reclamación fue algo desnaturalizada por cuanto es propio que cada país
maneje con entero sentido geopolítico los conceptos de autodeterminación y
soberanía nacional. Además, ya la subsecretaria de Estado estadounidense para
Asuntos del Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, había manifestado que la
resolución no sufriría alteración alguna pues el señalamiento del gobierno
norteamericano era contra los altos funcionarios venezolanos acusados de ser
violadores de Derechos Humanos.
No obstante, a pesar de las cacareadas declaraciones
del presidente “socialista” venezolano, el centro de la Cumbre estuvo
focalizado por el encuentro entre los presidentes Obama y Raúl Castro Rus. De
manera que lejos de quedar mal parado el presidente estadounidense, la Cumbre
panamericana fue escenario para revelar tendencias que dieron cuenta de la
importancia que tiene la democracia como sistema político, Más, porque no hay
duda de que en su ejercicio bien pueden potenciarse las capacidades económicas
de un país y reordenarse la administración pública de cara a propósitos que
exhorten la calidad de vida y libertades ciudadanas.
Sin embargo, a su llegada a Caracas, el presidente
venezolano fue recibido como quien habría ganado una dura batalla contra un
irresistible enemigo, que además no existió. El partido de gobierno, había
organizado una bienvenida, propia de un héroe de guerra. Sólo que la presunta
batalla no se dio. De haberse dado, habría que decir que su desarrollo no lo
favoreció pues salió derrotado. Además, todo lo que luego manifestó, fueron
burdas falsedades. Se habría evitado algunas complicaciones, de saber que hay mentiras que erizan “bigotes”.
¡CUANDO UN AMIGO SE VA!
Cuando un amigo se va, se derrumba aquella
estructura que se edifica con el paso del tiempo. Pero que su firmeza se torna
en honda función de la intimidad con la que se fragua la amistad. Aunque la
vida pareciera finalizar en la partida que a todos corresponde en el momento
que el destino haya pautado, los sentimientos se resisten a tan dura condición.
Esta vez, cuando la vida dispone el deber de
despedir a Francisco Rafael Petit Hernández, vienen al pensamiento gratos y
entrañables recuerdos que, al mismo tiempo, dificultan el razonamiento ante
preguntas cuyas respuestas siempre se esperan con la ansiedad del anheloso por
zanjar insondables problemas. A pesar que nunca llegan, o cuando pareciera que
se alcanzaran, lucen como simples zumbidos que confunden por la intensidad de
su sonido.
Queda entonces recordar al amigo, delinear su perfil
en la imaginación con la pluma del afecto. Queda la sensación de su palabra
lanzada al viento para recogerla en cada inhalación que permita respirar
mientras se contempla el camino que en conjunto fue recorrido. En fin, es el
vacío que se incita desde el sentimiento ¡cuando
un amigo se va!.
Francisco Rafael, Q.E.P.D.
“Un lenguaje político equilibrado no sólo es signo
de cultura democrática. También,
es garantía de ecuanimidad sin la cual toda gestión
gubernamental
se convierte en desacierto de graves efectos”
AJMonagas
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
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