1. Nota
7. La revolución rusa, 1917-1991. URSS. Que el Gobierno británico, por acción y
por omisión favoreció objetivamente el triunfo bolchevique está fuera de toda
duda razonable.
2. Más
insidioso fue aún el caso de la “contrarrevolución” organizada en Moscú por el
capitán O'Reilly, agente del Inteligencie Servicie. O'Reilly, un aventurero que
se llamaba en realidad Rosenblum y procedía de un ghetto lituano, estuvo
asociado con el banquero Alexander Weinstein, un judío de Kiev, y se sabe que
trabajó como agente especial para los japoneses durante la guerra de 1904-05
entre el Mikado y Rusia. En 1917, aparece como agente secreto británico (29) y
es enviado a Rusia. Su misión oficial: organizar la contrarrevolución,
devolviendo a Rusia al lado de la Entente, pues los comunistas se disponen a
concluir una paz separada con Alemania y Austria-Hungría. Su misión real: se
ignora. La misión que cumplió: provocar prematuramente el alzamiento de los
rusos anticomunistas, que fueron aplastados. Luego, O'Reilly huyó (igual que su
correligionario Adler Kerensky, el introductor y solapador de la Revolución)
sin que haya podido demostrarse que la omnipotente G. P. U. hiciera nada por
impedirle la huida.
3. Ese
aventurero escribió sus Memorias, que fueron publicadas por su esposa, la ex
actriz sudamericana Pepita Bobadilla, que las prologó y epilogó (30). Según
Mrs. O'Reilly, todos los complots organizados por su marido fracasaron; siempre
los rusos blancos que se fiaron de él fueron, finalmente, traicionados por
alguien. Según el cónsul general de los Estados Unidos, Mr. Poole, O'Reilly,
Rosenblum era un “agent provocateur”. Esto lo confirman Bruce Luckhart y el
mismo “capitán” Hill, durante muchos años colaborador de O'Reilly. Este
provocador que tan eficientemente trabajó por los bolcheviques no era, tampoco,
un paria de la Tierra, ni un esclavo sin pan. Antes de la Revolución, trabajó
en San Petersburgo como agente de cambio y Bolsa (31).
4. LAS
REVELACIONES DE MRS. WILLIAMS Y H. GWYNNE
Mrs. Ariadna Williams, viuda del Dr. Harold Williams, durante muchos
años corresponsal del Manchester Guardián en Rusia, publicó las Memorias de su
marido, bajo el titulo From Liberty to Brest-Litovsk, en 1919. Un año más
tarde, el editor del Morning Post londinense. H. A. Gwynne recopiló los
artículos del periódico, relacionados con la cuestión rusa (32). Según Mrs.
Williams: “La nueva clase que rápidamente cristalizó en derredor de los
bolcheviques, se componía especialmente de individuos perfectamente ajenos al
pueblo ruso... Abundaban los lituanos y letones, y también los caucasianos y
asiáticos, pero la vasta mayoría se componía de judíos procedentes de los más
diversos países. Esa gente hablaba muy mal el ruso. La nación cuyo sorprendente
control acababan de obtener era extraña para ellos, y se comportaban, en
consecuencia, como extranjeros en país conquistado”.
5. Mr.
Gwynne facilita diversas estadísticas e innumerables detalles reveladores. Por
ejemplo, cita los nombres, reales y adoptados, de los 48 primeros personajes en
el escalafón jerárquico soviético, 42 de ellos son judíos. Otros 2 son rusos
casados con judías, Vorochilov y Kollontai. Dos más son medio judíos, Lenin y
Tchitcherine. Completan la lista Goukovsky y el letón Peters. La lista en
cuestión coincide con la inscrita en la sección HL del rapport del Servicio
Secreto americano, ya mencionada. Aparte de los nombres citados en dicho
rapport, Mr. Gwynne añade los de Goussiev (Drapkin), Gorev (Goldman),
Volodarsky (Cohen). Zervditch (Fonstein), Radek (Sobelssohn), Litvinoff (Meyer,
Wallach, etc.) Kamensky (Hoffmann), Naout (Ginzburg), Igoev (Goldman),
Vladimirov (Feldnian), Bounskov (Foundamentsky), Manuilsky y la Lebedteva
(Simson), todos judíos, más Vorochilov, Kollontai y Goukovsky, rusos, y el
chekista letón Peters. A propósito de Lenin, Mr. Gwynne reproduce una noticia
publicada por el Jewish Chronicle, órgano del judaísmo británico, en la que,
aparte de mencionarse la ascendencia del “Papa” soviético (judía por parte
materna)- y su matrimonio con la Kruppskaya, de bien acomodada familia
judeoalemana, se dice que Lenin formó parte de círculos de estudios judíos
cuando residió en Suiza, en 1897, y que su profesor era un rabino.
6. TESTIMONIOS
DE PARTE CONTRARIA. Ninguno de los testimonios más arriba aludidos puede, ni
aún con la mayor fantasía ni la más flagrante mala fe, ser tachado de “nazi”,
“fascista” o “antisemita” (palabra deliberadamente equívoca, escogida para
denigrar sistemáticamente a los que exponen las actividades subversivas y
revolucionarias del judaísmo político).
7. Ni
el Estado Mayor del Ejército Americano, ni la C.I.A., ni el “Deuxiéme Bureau”
francés, ni Mr. Winston Churchill, ni el Departamento de Estado norteamericano
pueden, seriamente, ser tildados de antisemitas.
8. Por
otra parte, las personalidades e instituciones aludidas presentan las mayores
garantías en cuanto a la seriedad de sus informaciones; tales personas y tales
organismos no podían no estar bien informadas, y lo mismo cabe decir de Mr.
Oudendyke, representante oficial del Gobierno británico en Petrogrado, del
embajador americano Francis, de los miembros de las comisiones Simmons, Sisson
y Overman, de periodistas de renombre como Monsieur Coty, Mr. Marsden, Reed,
Wilson... No podía estar mal informado Lloyd George, todo un Premier británico
filosemita y antiguo abogado de los sionistas de Inglaterra...
9. De
todos los testimonios citados hasta ahora se deduce claramente que la
Revolución soviética no fue obra de rusos explotados por la autocracia zarista,
sino de judíos internacionalistas por mediación de sus hombres de mano,
correligionarios suyos en abrumadora proporción. Pero esto no lo han dicho
solamente los gentiles; los propios judíos lo han reconocido en muchas
ocasiones. Así por ejemplo, el más importante de los semanarios judeoamericanos,
The American Hebrew publicó, el 10 de septiembre de 1920, está auténtica
confesión de parte: “La Revolución bolchevique en Rusia fue obra de cerebros
judíos, de la insatisfacción judía, de la planificación judía, cuyo objetivo es
crear un orden nuevo en el mundo. Lo que de tan excelente manera fue realizado
en Rusia, gracias a cerebros judíos y a causa de la insatisfacción judía y
mediante la planificación judía será también, a través de las mismas fuerzas
mentales y físicas judías, una realidad en todo el mundo”.
10. Por
su parte, el Jewish Chronicle londinense escribió el 4 de abril de 1919: “Hay
mucho de bueno en el bolchevismo, no sólo porque muchos judíos son
bolcheviques, sino porque los ideales del comunismo y los del judaísmo son
consonantes en lo esencial”.
11. Alfred
Nossig, uno de los más celebrados líderes espirituales del judaísmo declaró, en
1925: “El socialismo y el código mosaico no están en oposición... nosotros
tenemos un interés vital en la victoria final del socialismo en el mundo, no
solamente por motivos tácticos y ocasionales, sino sobre todo porque el
marxismo y la doctrina mosaica son prácticamente idénticos... “.
12. El
Dr. Oscar Levy, judío americano, en una carta que fue reproducida en el
prefacio del libro The World Significance of the Russian Revolution, de G.
Pitt-Rivers, reconoció (1920): “Al frente del comunismo y del capitalismo hay
elementos judíos, que buscan la ruina espiritual y material de este mundo...
para satisfacción del intenso idealismo judío”.
13. Un
documento judío, citado por el Sunday Times, de Londres del 4 de abril de 1920,
se jactaba, entusiásticamente, de que el comunismo no era más que una
conspiración israelita para conseguir el imperio mundial de Sión. El despacho
en cuestión decía exactamente: “La Prensa polaca reproduce un documento hallado
en la cartera del comandante bolchevique Sunder, jefe de un batallón. Sunder
fue muerto en acción. Ese documento, escrito en yiddisch, proyecta la luz sobre
la organización clandestina judía en Rusia. He aquí su contenido: Secreto. Al
presidente de la sección de la Alianza israelita universal. La hora de nuestro
completo triunfo se acerca. Estamos en la alborada de la conquista del mundo.
Nuestros viejos sueños se están cumpliendo. A pesar de que, hace relativamente
poco tiempo no teníamos ningún poder, ahora podemos alcanzar la victoria. Ya
hemos obtenido el poder en Rusia. Nuestros primeros planes han sido coronados
por el éxito, pero no debemos olvidar que los rusos, aunque estén ahora bajo
nuestro dominio, nunca dejarán de ser nuestros mortales enemigos... Firmado. El
Comité Central de la sección de Petrogrado de la alianza israelita universal”.
14. Dos
historiadores judíos que gozan de gran prestigio entre sus correligionarios
corroboraron la evidencia del fondo judaico del movimiento bolchevique. William
Zuckerman escribió: “Nosotros estuvimos en vanguardia del movimiento
revolucionario ruso antes del derrumbamiento del zarismo, y nuestros servicios
desde los primeros días de la heroica lucha proletaria son reconocidos por
todos los historiadores”.
15. En
cuanto a Rappoport -uno de los más acreditados historiadores de la Revolución
de 1917- estableció que: “... los judíos de Rusia fueron globalmente
responsables de la Revolución y de la victoria final del proletariado”.
16. Norman
Bentwich, historiador judío de nacionalidad británica escribió (marzo de 1933):
“Es evidente que los cambios producidos por la Revolución soviética han sido
especialmente favorables a los judíos... Cuando llegamos a Leningrado, los
intérpretes y los guías de la organización turística del Estado eran,
generalmente, judíos o judías. La misión del pueblo judío es ser el intérprete
de la Rusia soviética ante el mundo, y del mundo ante la Rusia soviética, ya
que él forma el núcleo esencial de la nueva sociedad proletaria...”.
17. En
la revista Le Nouveau Mercure (París, marzo de 1927) el periodista hebreo René
Gross, decía: “Las dos internacionales de la finanza y del bolchevismo trabajan
con ardor. Ambas representan los dos frentes de la internacional judía... Se
trata de una conspiración contra todas las naciones gentiles”.
18. Bernard
Lazare, historiador judío y sionista prominente, reconoce, por su parte, que
“... en cuanto a la gestación del socialismo (comunismo) los judíos contribuyeron
más que nadie. Marx y Lassalle en Alemania, Aaron Liberman y Adler en Austria,
Dobrojonan Gherea en Rumania, Gompers, Kahn y De Lion en los Estados Unidos de
América, fueron o son todavía los directores o los iniciadores. Los judíos
rusos merecen lugar a parte en esta breve exposición. Los jóvenes estudiantes,
evadidos de los ghettos, participaron activamente en la agitación nihilista:
muchos de ellos -incluyendo a bravas judías- sacrificaron heroicamente sus
vidas a la causa emancipadora, y al lado de esos médicos y esos abogados
israelitas hay que colocar a la masa considerable de los refugiados artesanos
que fundaron en Londres y en Nueva York, importantes organizaciones obreristas,
centros de propaganda socialista, comunista e incluso anarquista”.
19. El
publicista judío Hermalin dijo, en un discurso pronunciado en Nueva York, en
1917, que “... la Revolución rusa fue realizada por judíos. Nosotros formamos
las sociedades secretas.. Nosotros inspiramos el reinado del terror... Nosotros
por medio de nuestra convincente propaganda y de nuestras represiones
masivas…”.
20. Uno
de los fundadores del Partido laborista de Inglaterra, el profesor judío Harold
Y. Laski, reconoció que “... en 1897 se fundó el Bund, la unión de los
trabajadores judíos en Polonia y Lituania... que se dedicó a las actividades
revolucionarias en gran escala, y su energía les convirtió en el núcleo del
Partido comunista en todas las Rusias”. ¡Luego no digan que no se lo dijeron! -
Nelson
Maica
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