El régimen apela a la maniobra de distracción
y lanza variados escenarios que le permitan ser vistos como amables,
respetuosos, dispuestos a cosas buenas. Anuncian la libertad de algunos presos
políticos, a quienes incluso, les han dejado en estado de salud precaria,
teniendo que salir uno de ellos a buscar ayuda en el exterior, amén de estar
privados de libertad por ser adversarios al dictador.
La salida repentina del país del militar de
apellido Salazar, hombre de confianza del finado y del actual presidente de la
Asamblea Nacional, los tiene con los cabellos enredados. Los pajaritos han
emergido de su nido para cantar libremente las canciones acumuladas durante el
tiempo de servicio y se han puesto a las órdenes del Departamento de Estado
Americano, en sus investigaciones sobre narcotráfico en suelo venezolano.
Los cuentos de la abuela se escuchan con
profunda meditación. Del país expulsaron años atrás a los funcionarios de ese
departamento norteamericano (eran tiempos del finado), y la música tocada era
“fuera el imperio”. Ahora se entiende la cosa, y el fin está claro, hacer del
país un narco estado. Tiempo tiene oyéndose del tal cartel de los soles, y de
la conformación del mismo a nivel internacional, de los cuales ya empiezan a
aparecer nombres en los medios de comunicación privados, porque en los del
gobierno ni en sueños.
La calle se calienta día a día y el régimen
apuesta a una locura para decretar el estado de excepción y suspender garantías
constitucionales; eso les permitiría ganar tiempo y cambiar el rostro por la
fuerza, del fracaso de su revolución siglo XXI, apelando en consecuencia (una
vez más) a la llamada “guerra económica”. Invocan el lado emocional de la gente
y se burlan de ellos. Para hacer ver que tienen razón, se roban la mercancía de
los establecimientos comerciales privados, se llevan presos a los empleados y
les acusan de acaparadores y de ser responsables de las colas. Con el pueblo
padeciendo hambre por la escasez generalizada, y el régimen hace fiestas para
terminar de destruir al sector privado, pero igual hay quienes les aplauden.
Hay nervios a granel en el sector oficial.
2015 es año electoral, se elegirá nada menos y nada más la nueva Asamblea
Nacional. Escenario de suma importancia para dilucidar la situación del país.
Perder la mayoría sería catastrófico para ellos, o para la diversidad
opositora, por eso inducen la posibilidad del adelanto de las elecciones, cosa
que no sucederá, pero que en todo caso, deben realizarse a más tardar en el
último trimestre del año. Las de 2005 fueron en el mes de septiembre.
El
juego de estrategias seguirá sonando en los días por venir; las del oficialismo
son de desespero; las de la pluralidad
opositora andan en lancha con motor averiado. De ello hablaremos la próxima
semana. Mientras tanto, el régimen destruye el sector productivo, genera hambre
en el pueblo y pretende tapar su corrupción con paños de agua tibia. Ahora se
apropian de terrenos privados, y ofrecen grandes construcciones habitacionales,
cuando en realidad no han podido ni siquiera administrar las empresas
cementeras, antes regentadas por el sector privado, ahora en manos del
dictador.
Josue
Arturo Molina Suarez,
jarturomolina@gmail.com
@jarturoms1
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