El malestar se percibe y se nota a muy corto
alcance. Una tendencia hacia lo
imaginativo refleja el escalofrío de lo que se siente en el ambiente; algo está pasando. El gobierno consciente del vaporón callejero,
se las inventa para apaciguar lo que no puede ocultar; su terror se manifiesta ante la rabia colectiva.
Pocas son las ideas que afloran en el
ingenio oficialista; Nicolás está
agotado: su gira reciente, el paro engañoso y las diarias designaciones de
nuevos personajes para el desarrollo de sus elucubraciones, más el efecto de su
inexperiencia lo colocan en el plano de la desesperación. Ya no hay tiempo, está en un callejón sin
salida; “tarde piasteis” le habrá dicho
el pajarito de sus confidencias.
La angustia de Nicolás contagia a sus
allegados cercanos que pensando en su provecho personal lo han llevado a creer
en su capacidad para gobernar; los hay
de todas figuraciones, en su mayoría eran limpios de bolsillos y sucios de
conciencia pero convertidos hoy en los grandes ricos del bolivarianismo
revolucionario. De estos señalamientos
no se escapan quienes pisoteando la Constitución Nacional en su artículo 328 y
con sus pechos radiantes de condecoraciones -por su manifestación heroica en todo evento
de presencia militar- se enorgullecen
alabando las debilidades de su comandante y gritando a todo pulmón su chavismo
tarifado.
No hay duda de que ese sentimiento está en
las calles, producto de un
declarado malestar que pide a gritos la
renuncia de Maduro. Hagan lo que hagan,
el pueblo hará valer sus derechos amparado en el 350 de la Constitución mencionada. Aquí no hay locura posible ni calentamiento
de orejas con provocaciones
aventureras; militares a sus
cuarteles. Lo del desabastecimiento es
impresionante. Con discursitos
patrioteros no se consiguen las baterías
ni se adquieren los repuestos para los vehículos accidentados. El riesgo de
una reacción humana no se le puede
endosar a quienes adversan al
gobierno. Las grandes colas en los
supermercados son espontáneas, pero son responsabilidad absoluta de un gobierno
que acabó con la producción nacional y negocia las importaciones de alimentos
en sus centros de distribución, donde campea la corrupción.
Nicolás
está contra la pared. Si algo les
queda de razonamiento y van a las elecciones parlamentarias, los resultados ya
están en la calle y no habrá trampa posible.
Esa sería la salida más honorable para el señor Maduro.
Luis
Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
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