BEATRIZ DE MAJO, |
El ambiente económico mundial del año 2015
lleva el sello de la contracción y el de la volatilidad.
En el ambiente chino un menor crecimiento ya
formaba parte de la estrategia de largo plazo para estabilizar la economía, la
que hasta hace poco estaba altamente orientada y dependiente de la exportación
y cimentada principalmente en la ventaja de su muy barata mano de obra.
Lo que realmente desvela a los gobernantes de la potencia asiática en
esta hora, no es tanto la desaceleración ya asumida y programada desde hace al
menos dos años, pero si la volatilidad y la inestabilidad social que ella
procura.
Ya en Beijing los líderes han asumido que una
deflación de precios y un crecimiento menor serán el signo de estos tiempos. El
impacto de estas dos variables en los sectores industriales se va a sentir y la principal lesión para la
primera economía mundial será indudablemente
la destrucción de empleos, la que será aún más pronunciada en la medida
en que se eche mano de las nuevas y más
eficientes tecnologías encaminadas a
incrementar la productividad.
Hasta aquí, pareciera más bien que los chinos
deberán batallar hacia un escenario pro liberal donde la competencia ocupe un
lugar de relevancia. Todo ello sin dejar a un lado una presencia oficial
altamente controlista y pro social para que el sistema no tambalee.
El gran tema es que a lo largo de los
próximos años, para que el individuo se convierta en el eje del crecimiento
económico a través de la aceleración sustantiva del consumo interno, será
indispensable que en la capital se centren en elevar el nivel de vida
poblacional, y - lo que va íntimamente ligado a ello- incrementar salarios y crear masivamente puestos de
trabajo. Solo que el tema no es para cantar y coser.
Mantener la paz social en un escenario de
menor crecimiento va a ser una tarea de titanes en los años a venir. La
población china, en muchas de las grandes ciudades que han conocido una
expansión económica vertiginosa, se ha hecho una idea de “normalidad” en el alza exponencial de sus ingresos.
Acostumbrar a estos individuos a un ritmo lento de crecimiento, al tiempo que
se estimula el consumo, son elementos de una estrategia que parecieran ir en contravía.
La creación de nuevos puestos de trabajo,
tanto en el sector público como el privado, se va a ver igualmente comprometida
desde los albores del 2015. Las empresas privadas confrontadas con la necesidad
de emplear tecnologías sustitutivas de personal por razones de simple
eficiencia, no podrán mantener el ritmo expansivo que se evidenció en el último
lustro. Fueron ellas quienes aportaron al país la mitad de la creación de
nuevos empleos.
La camisa de fuerza en este terreno de
mejores condiciones de ingresos para los trabajadores chinos viene dada por
elementos fuera de control, como es la competencia que viene desarrollándose en
el área manufacturera a escala mundial particularmente en otros países
asiáticos.
De
hecho, el consumo ya está presentando signos de inflexión, cuando su
comportamiento de los dos últimos años fue ejemplar: la mitad del crecimiento
del PIB nacional se asentó en el mayor consumo de los ciudadanos.
Esto hace aún más compleja aun la tarea de
los gobernantes, ya que una economía centrada en el consumo, está sometida a la
discrecionalidad y a la racionalidad del gasto del hombre de la calle, lo que
siempre ha sido una ventaja cultural. En esta ocasión pareciera más bien una
tendencia perniciosa para los planes oficiales.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
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