JESÚS ANTONIO PETIT DA COSTA |
Oscila y se le resquebraja el piso a la
tiranía al sobrevenir el colapso económico cuando ha quedado sin sus columnas
porque LA SALIDA la desnudó como criminal y desenmascaró a su comparsa
colaboracionista
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Probablemente los promotores de LA SALIDA no
se imaginaron el entusiasmo que despertaría en la juventud, sobre todo en los
universitarios, la convocatoria a la calle. La adhesión masiva y entusiasta
excedió sus cálculos que, conforme a los antecedentes inmediatos, estaban
limitados a las asambleas de ciudadanos que venían reuniendo. Desbordados en
principio por los jóvenes tomaron enseguida la decisión correcta: asumir las
consecuencias personales y políticas. Las personales ya las hemos visto:
persecución, enjuiciamiento, allanamiento, prisión, descalificación. La
represión los está graduando de líderes, con vista al futuro. ¿Cuál futuro? El
que se acerca como lo anuncian las consecuencias políticas.
La primera consecuencia política de LA
SALIDA, que es “oposición de calle”, la cual veníamos reclamando desde hace
tiempo, ha sido desnudar al enemigo obligándolo a exhibirse ante el mundo
entero tal cual es. Efectivamente el enemigo quedó desnudo ante la opinión
pública nacional e internacional, ante la comunidad nacional y ante la
comunidad internacional. Quedó sin el ropaje de democracia, exhibiéndose como
la tiranía hipócrita que nos sojuzga desde hace 15 años. Quedó claro que es una
tiranía criminal que mata a los jóvenes y toda clase de manifestantes, usando a
matones entrenados por Cuba. Quedó claro que es una tiranía cruel que encarcela
arbitrariamente y tortura sin clemencia. Quedó claro que es una tiranía que
silencia a prensa, radio y tv y hasta las redes sociales. Quedó claro que es
una tiranía totalitaria, que utiliza a jueces y fiscales para encubrir sus
fechorías dándole apariencia de legalidad. ¿Qué efectos ha tenido haber
desnudado al enemigo quitándole el ropaje democrática obligándolo a mostrarse
como lo que es, una tiranía criminal? El primero: ganarnos la opinión pública
mundial que condena al régimen al que ve presidido por un gorila rojo, lo que
cada día se reafirma con el estilo impresentable de Maduro. El segundo: obtener
el apoyo de la ONU como lo demuestra su pronunciamiento sobre la prisión de
López. El tercero: la promulgación de una ley en virtud de la cual Estados
Unidos les niega o revoca la visa, según el caso, a los jerarcas de la tiranía
incursos en violaciones de los derechos humanos y les congela los bienes que
tengan allá. Es una ley justa, porque era un vejamen para los exiliados
políticos ver a sus perseguidores paseándose por Estados Unidos y exhibiendo
sus riquezas de saqueadores del país. Que hagan turismo en Cuba y compren casas
en La Habana. Es un éxito político de la “oposición de calle” porque los
jerarcas de la tiranía quedan marcados internacionalmente como sujetos
despreciables por delincuentes. El cuarto: condiciona las negociaciones entre
la Unión Europea y Cuba, que para mayor oprobio nuestro pone a Venezuela como
garantía hipotecaria. La negociación se condiciona ahora a desmontar la
tiranía, obligándosele a hacer la transición a la democracia. El quinto: deja a
salvo la Lista Clinton, por lo cual los jerarcas de la tiranía incursos en
narcotráfico pueden entrar a Estados Unidos para entregarse a la justicia
norteamericana o ser extraditados por la democracia con el mismo fin. Serían
los extraditables.
La segunda consecuencia política de LA
SALIDA, u “oposición de calle”, ha sido desenmascarar a los colaboracionistas
de la MUD. Ha quedado claro para venezolanos y para la opinión pública
internacional que son unos esquiroles o rompehuelgas, insolidarios con los
jóvenes estudiantes, a los cuales vendieron actuando como cooperantes de la
tiranía. La MUD perdió totalmente su representatividad de la oposición, si
alguna vez fue eso. Quedó sin esta máscara que se venía poniendo para ocultar su
verdadero rostro de comparsa colaboracionista. Se abrió totalmente el espacio
para la resistencia fundada en la sociedad civil.
Desnuda la tiranía y desenmascarados los
colaboracionistas, lo que implica su mayor debilidad política en 15 años,
ocurre la caída del precio del petróleo para cuyos efectos económico-sociales
no hay amortiguador financiero, porque el derroche y el saqueo no dejaron nada.
Estamos a pocos pasos del colapso, que será el barranco para el despeñadero.
A la tiranía se le está moviendo el piso. Es
el movimiento oscilante que antecede al terremoto político, perdida la estabilidad. Ahora basta un
tropezón.
Jesus
A. Petitt Da Costa
petitdacosta@gmail.com
@petitdacosta
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