Si Chávez no es el rey de la creación ha aspirado a serlo
como también cree ser la rencarnación de Bolívar. En todo caso pretende -con su arrogancia, soberbia y
altanería- ser la expresión de los
bípedos implumes, singularidad que hace que, delante de él, avance el fuego
desafiando todos los cánones constitucionales, disposiciones y preceptos del
ordenamiento jurídico.
Los astrólogos se asombran del comportamiento extraño de los
astros sobre el cosmos, pero ¿qué son estas extravagancias físicas frente a los
desafueros, transgresiones y excesos psicológicos y amorales de Chávez? La
Historia de Venezuela está llena de transgresiones rocambolescas e
inverosímiles que se prestan, no sólo
para sentirnos avergonzados, sino, también, para darle rienda suelta al humor y
a la aguaza porque, como lo revela bien aquél estudio de Maritza Montero, somos
un país entre cuyos atributos negativos están la falta de cultura y el
irrespeto a las leyes.
¿Y que es la falta de
Cultura? Varias cosas: Por una parte
ausencia de una visión del mundo que, por falta de ideas propias, ha impedido
desarrollar un modo de pensar, creer y ser que nos exprese, prefiriéndose el
trasplante de formas del no ser nosotros. Todo, por no haber desarrollado un
pensamiento propio capaz de transformar el país conforme a una auténtica
filosofía política acorde con el "Nous," esto es, "con el habito
del alma de la polis" del que habla Aristóteles, para poder asumir la tarea con que debemos
afrontar nuestro destino y encontrar nuestra voz más secreta.
Pero además, es falta de Cultura la ausencia de modales
distinguidos: el respeto, la civilidad, la comprensión, la humildad, la
cortesía; la falta de entusiasmo y admiración por todo lo superior, por aquello
que no se arruga con el tiempo y cabe
--por caudales sonoros-- en el
bien, la verdad y la belleza.
Es falta de Cultura, igualmente, el uso de palabras --no para relacionarlas con la vida del
espíritu, para la fruición cotidiana de la belleza-- sino para causas ruines con las cuales
despertar pasiones, sembrar odios y rencores y dirigir la voluntad de la gente
hacia alguna ruta de acción indigna y despreciable.
Esta falta de Cultura en todos sus aspectos pero, particularmente,
en el mal uso y abuso de la palabra, es lo que ha puesto de manifiesto Chávez a
lo largo de estos catorce años de gobierno. Una retórica que, en lugar de ser
tolerantemente fiel a los hechos y a la verdad, la usa sin escrúpulos para mentir.
Su maledicencia y detracción han
llegado a límites tan miserables que ha puesto de relieve su condición aviesa,
cuando tuvo la inverecundia de llamar nazi
--en un arrebato de odio psicótico--
al candidato Enrique Capriles.
Con esta insolencia irrespetuosa, grosera e injuriosa puso al desnudo su
resentimiento plebeyo que solo puede anidar en el alma de todo politicastro
"envuelto todavía --como diría
Papini-- por la placenta sangrienta" de
su origen comunista.
prvillasmils@hotmail.com
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