ADOLFO R. TAYLHARDAT |
Ante
la grave situación fiscal y económica, e inevitablemente política, que
genera para nuestro país la vertiginosa caída de los precios del petróleo, el
régimen emprendió una cruzada para detenerla. El gobierno chavo-madurista se ha
acostumbrado a contar con un precio de US $ 100 para el barril de petróleo y a
pesar de que reiteradamente el ilegítimo ha estado afirmando que la depreciación de nuestro principal recurso natural y
actualmente la única fuente de divisas no hace ningún daño porque supuestamente
el gobierno cuenta con recursos suficientes para satisfacer sus necesidades, el
país sufre ya las consecuencias de la
falta de previsión para protegernos de la merma de ingresos de moneda
extranjera.
Ahora
el régimen sufre las consecuencias de haber eliminado el Fondo de Inversiones
sustituyéndolo con una serie de fondos piratas que para lo único que han
servido es para ser usados como caja chica del régimen (no tan chica porque las
sumas extraídas nunca han bajado del centenar de millones) para sustentar en lo
interno, sus políticas demagógicas y populistas y para comprar lealtades en lo
internacional.
Ante
la vertiginosa caída del precio del dólar y con vista a la conferencia de la
OPEP que tendría lugar en Viena, el régimen decidió lanzar una campaña para
lograr que la organización retirara del mercado dos millones de barriles
diarios. Había necesidad, entonces, de procurar alinear otros países petroleros
en los esfuerzos chavo-maduristas de frenar la caída del precio mediante la
reducción de la producción OPEP. Esa misión imposible la emprendió el
vice-presidente del consejo de ministros para el área económica, ex- presidente de PDVSA, ex-ministro de
petróleo y minería, hoy Canciller. Su gestión comenzó con dos importantes
países petroleros, no miembros de la OPEP, México y Rusia. El primero se cuadró
con Ramírez pero el segundo no comulgó con la preocupación venezolana a pesar
de que la depreciación del petróleo le afecta también seriamente. Por supuesto
que desde el primer momento el régimen contó con el ciego e incondicional pero
irrelevante apoyo del Ecuador,
también miembro de la OPEP, productor y
exportador marginal. Chavista, por demás.
Como
experto petrolero él debía saber, por lo menos, que si bien la baja de los precios perjudica a
algunos países, particularmente al nuestro por el desbarajuste económico en que
se encuentra, es ventajosa para la OPEP.
Además, la crisis económica y financiera que vive el país no es consecuencia de
la baja del precio. Existe desde mucho antes, resultado de la incompetencia y
falta de previsión del régimen. El retiro del mercado de dos
millones de barriles diarios como
buscaba el régimen Venezuela, podía contribuir a frenar la caída del precio
pero también favorecería a los
productores de petróleo que compiten con
el petróleo OPEP. Un ejemplo de esa situación es el caso del petróleo
canadiense extraído de arenas superficiales que necesita un precio de 85
dólares el barril para ser rentable.
El
ilegítimo ha acusado al “imperio” de conspirar contra Venezuela con su
producción de petróleo de esquistos. Parece ignorar, por una parte, que el
Gobierno norteamericano no produce petróleo y por la otra, que su extracción de
los esquistos resulta muy cara, lo que significa que el aumento del precio del barril favorece la venta de ese tipo de
petróleo y la producción de petróleos caros extra-OPEP. Esto lo dijo claramente en Viena el Ministro
de Petróleo de Arabia Saudita: “Si la OPEP recorta su producción para hacer
subir el precio, el crudo no-OPEP con toda seguridad lo remplazará”
Terminada
la reunión de Viena el ministro de petróleo de Ecuador, compañero de campaña de
Ramírez, reconoció esa realidad: “Es una buena decisión porque se dará
privilegio a las producciones que son comerciales”, dijo, refiriéndose al comunicado
en el cual la Organización manifestó: “Conforme con el interés de devolver el
equilibrio al mercado, la Conferencia (ministerial de la OPEP) ha decidido
mantener el nivel de producción de 30 millones de barriles diarios”
Lo
que no se entiende, o en todo caso resulta paradójico, es que una persona
“fogueada” en el ámbito del petróleo y supuestamente amplio conocedor de las
intimidades de la OPEP y de la psicología de sus miembros, especialmente los
árabes, haya aceptado emprender esa cruzada que de antemano sabía, o debía
saber, que estaba perdida. Asombra que un “experto petrolero” (algo debe haber
aprendido durante los largos años que dirigió PDVSA) se haya prestado para
cumplir esa misión imposible.
El fracaso de Ramírez en Viena es una profunda raya
en su trayectoria como zar del petróleo venezolano y su primer gran fracaso
como canciller. Salió con las tablas en la cabeza. Se retiró de la reunión de
la OPEP antes de que terminara y se negó a dar explicaciones a los periodistas
que trataron de entrevistarlo. (www.rietedelgobierno.com 29/12/14).
¿Es
que tenía que cumplir, como diera lugar, incluso arriesgando su propio
prestigio, las órdenes recibidas de un ignorante del tema petrolero como el
ilegítimo so pena de perder los cambures que todavía usufructúa?
Adolfo
R. Taylhardat
adolfotaylhardat@gmail.com
@taylhardat
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