RUBÉN CONTRERAS |
A raíz del albor
democrático iniciado en 1958, la apertura que propició el estado venezolano,
gracias a la iniciativa tomada por su gobierno de fortalecer la democracia, la
educación, la salud y la economía, entre las áreas prioritarias a desarrollar,
permitió un crecimiento sostenido del nivel y calidad de vida de los
venezolanos.
Recordemos que la
Organización de Estados Americanos coadyuvó en la creación de La Comisión
Económica para la América Latina, conocida como La CEPAL, presidida por ese
notable economista chileno Raúl Prebisch y con colaboradores como el venezolano
Juan Antonio Mayobre, la cual influyó notablemente en fortalecer el modelo
desarrollista gracias a la implantación del Modelo de Sustitución de
Importaciones, que pujaba porque en América Latina se construyeran plantas
industriales de todo tipo a través del sistema de licitaciones y concesiones.
Rómulo Betancourt,
presidente de la república electo en las elecciones de 1958, con esa visión y
ambición de demócrata que aspiraba contribuir a desarrollar un país moderno,
tuvo la oportunidad de designar a Lorenzo Fernández, político de vocación e
industrial de oficio y a Godofredo González, pedagogo y estudioso del tema
petrolero, como ministros de Fomento,
quienes fueron los encargados de sentar las bases del modelo desarrollista en
el país, al intermediar con la paciencia de los seguidores de Job, con todos
aquellos venezolanos dispuestos a juntar sus manos e ideas para sacar a la
Venezuela de ese entonces, de la medianía rural y del primitivismo agrícola en
que se encontraba.
Así, venezolanos de
diversas tendencias como las dos familias Mendoza, la de Eugenio, el dedicado a
la construcción de viviendas, y la de Lorenzo, dedicada a la de generación de
alimentos y bebidas, Concho Quijada, el creador de COPOSA, Reinaldo Cervini,
dedicado al agro y la cría, Gerardo Sansón, el creador de la planta cementera
Vencemos junto a Eugenio Mendoza, Rafael Tudela en el campo petrolero,
Alejandro Hernández, dueño de las Industrias Pampero, y muchos más, pudieron
darle rienda suelta a sus iniciativas empresariales, industriales y agrícolas
con un gobierno regulador de dichas iniciativas, para que Venezuela en el curso
de los siguientes años pasase a liderar dichas industrias en el concierto de
las naciones latinoamericanas.
Los mejores
testimonios de esa política la observamos todavía en esas ciudades industriales
como Valencia, Maracay, La Victoria, La Fría y la construcción de ese complejo
industrial en Guayana, conocido como Las Empresas Básicas, cuyo fin era
desarrollar el potencial de la región Guayana con la fuerza hidráulica del rio
Caroní para producir energía eléctrica, del hierro y del aluminio, para crear
una alternativa industrial diferente a la petrolera que le permitiera a los
venezolanos la diversificación de la economía así como la generación de empleos
en los diversos frentes que se iban a desarrollar.
De estos
industriales, específicamente Alejandro
Hernández, quien va ser el creador de
Pro-Venezuela, conjuntamente con Reinaldo Cervini, van a proponer con fuerza
que el desarrollo planteado estaba en la agricultura y la cría, razón por la
cual el presidente Betancourt va a promulgar el 5 de marzo de 1960 La Ley de
Reforma Agraria, con la finalidad de dotar al campesino de tierras,
instrumentos y técnicas para trabajarla y mejorar los cultivos de los distintos
rubros y especies de ganado.
Al darse la
generación de cultivos y crecimiento sostenido de los rebaños de ganado, se
planteaba la competencia con los insumos importados, razón por la cual llevó a
Alejandro Hernández a proponer el lema “COMPRE VENEZOLANO”, con la finalidad de
sensibilizar a los venezolanos en que comprando la producción nacional se
estaba estimulando la generación de empleos y permitiendo que el venezolano
común aprendiese un oficio que le permitiese trabajar y producir su riqueza con
el sudor de su frente, tal como lo planteó el Papa León XIII, en su Encíclica
La Rerum Novarus (La Riqueza de todos los nuestros).
Así empezó Venezuela a diversificarse en todos los
ámbitos, se levantaron plantas ensambladoras de Carros de marcas diferentes, e
industrias de todo tipo, alimentarias, cárnicas, de frutas, textiles, de papel
y muchas más, hasta que en 1998, llegó a la presidencia de la república un
oscuro, inculto y primitivo militar,
quien embaucó a una buena parte de los venezolanos con sus cantos de sirena y
estos ingenuamente le compraron el discurso.
Hoy Venezuela ya no
usa el lema compre venezolano, el campo esta empobrecido y arruinado, dado que
se le ha quitado a los emprendedores sus tierras, negocios, fábricas e
industrias y como cosa curiosa, ese presidente que asumió el poder a partir de
1999, quien utilizó un discurso planteando la importancia del nacionalismo, al
destruir las bases de la economía venezolana, se convirtió en el mayor
derrochador de la bonanza venezolano y ha optado, conjuntamente con su nefasto
sucesor, por sustituir la producción venezolana con las mayores compras de
alimentos a naciones alineadas ideológicamente a quienes gobiernan el país de
una manera despótica y totalitaria.
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