JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ |
Es de resaltar, que Brasil hasta el inicio de los
años 60 asumió un modelo de desarrollo expansivo hacia adentro con énfasis en
la promoción de las exportaciones tanto de materias primas como de productos
industriales, que en simultaneo estimulaba la masificación del mercado interno;
hasta su interrupción en 1964 a la luz de un golpe de Estado que instauró un
largo periodo de gobiernos militares. A partir de los años 70 (coincidiendo con
la crisis mundial), el modelo es orientado a un endeudamiento externo en aras
de intentar mantener el crecimiento económico, lo cual obviamente condujo al
país a un alto nivel de deuda y marcado estancamiento económico que para 1982
presentó una recesión propiciadora de un crecimiento negativo del PIB en un
–3,3% durante 1983 (por vez primera en muchos años), hecho que impulsó la
aplicación de un plan de ajuste general dirigido a reordenar el sector externo
y controlar la inflación, el cual surtió efectos favorables hasta 1985 siendo
que en 1987 reaparecen los síntomas recesivos, al extremo que para 1988 el PIB
se estancó e indujo un crecimiento negativo en 1990; situación que dio paso a
un ambiente nacional de inestabilidad política e institucional.
En la actualidad, Brasil es el primer
productor mundial de café, caña de azúcar, naranjas y uno de los primeros
productores de soja; cuenta con el mayor volumen de ganado comercial del mundo
y es el cuarto exportador mundial de madera, segundo exportador mundial de
hierro y principal productor de aluminio y hulla; ese desenvolvimiento, le ha permitido un
crecimiento ininterrumpido del PIB con un máximo del 7,5% en 2010. Cabe
preguntarse: ¿cómo fue posible tal éxito? En 1994, siendo Ministro de Economía
el economista Fernando Henrique Cardoso (posteriormente electo Presidente a
finales de ese año) se instrumentó el denominado Plano Real de combate a la
inflación poniendo en marcha políticas económicas parcialmente restrictivas a
la par de un tipo de cambio controlado y bastante cercano al US$, hasta fijar
en 1999 la libre fluctuación del cambio reemplazando el anclaje cambiario de la
inflación por un ancla monetaria que respondía a metas de inflación
predeterminadas; acción que se tradujo en su caída desde 2.477% en 1993 hasta
22% en 1995 y un 7,4% en el lapso 1995—2002; todo lo cual impulsó una
estabilización de la economía y del entorno político—institucional. El Plano
Real, se armonizó con un modelo económico claramente perfilado que posibilitó
que en apenas 16 años (1994—2010) se revirtiera la crisis en favor de la
elevación del bienestar general; con fundamento en 3 pilares fundamentales (y
básicos). (1) un sistema de metas de inflación para mantener los precios
domésticos bajo control (estabilidad) teniendo como norte la no tolerancia a la
inflación; (2) flexibilidad cambiaria y (3) solvencia del sector público, en
función a una disciplina fiscal generadora de superávits (alejándose de toda
posibilidad de emisión de dinero inorgánico) que complementariamente aminoraba
los riesgos de insolvencia del sector, gracias a la eficiente coordinación de
las políticas fiscal y monetaria, en un marco de disociación entre el ciclo
político y el ciclo económico. Resulta pertinente resaltar, que el éxito del
modelo económico motivó su aceptación por parte dl nuevo Presidente Lula da
Silva (año 2003), quien con apropiado pragmatismo le confirió continuidad a la
política económica del “Gobierno anterior” propiciando, entre otras favorables
reacciones, que el riesgo—país que se había situado en 2.062 puntos cuando era
candidato (octubre 2002) disminuyera hasta 490 puntos al final del primer año
de Gobierno; en estricta obviedad ante los resultados favorables que mostraba,
tanto la política macroeconómica relativa a la estabilidad de precios y control
de la inflación (desde 9,3% a finales de 2003 hasta un promedio del 5,1% en el
periodo 2007—2010); como la responsabilidad fiscal y la solvencia del sector
público, en conjunto con la flexibilidad cambiaria y la reducción de la deuda
pública que se tradujo en una acumulación de reservas internacionales que
facilitó la puesta en marcha de una política social, complementada por na
expansión del crédito (prestamos) al sector privado a un ritmo promedio del 20%
durante los 8 años de gobierno del Presidente Lula da Silva.
Ahora bien, nos surge otra interrogante: ¿se
mantuvieron los pilares del modelo económico durante el primer Gobierno de
Dilma Rousseff? Algunas realidades muestran que no, al referenciar temas como
(a) el populismo subyacente en las políticas sociales en Programas como “Luz para
Todos”, “Mi Casa Mi Vida”, “Bolsa Familia” (entre otros), que al amparo del
crecimiento económico se enfocan (con justicia) en intentar reducir la
desigualdad sin atacar a fondo el problema de la pobreza (que se mantiene como
táctica electoral); (b) disminución de la autonomía legal del Banco Central,
abriendo de tal manera la puerta a las presiones políticas; (c) instrumentación
de una política fiscal expansionista con consecuente efecto sobre la inflación
(desviando el objetivo del Plano Real); (d) trabas a las inversiones
extranjeras; (e) intromisión gubernamental en la elección de los representantes
de los Consejos Populares; y (f) aumento
en el índice de Percepción de la Corrupción del Sector Publico, alimentado por
el caso Petrobras que según denuncias “transfirió” al partido de gobierno
(entre 2006 y 2012) el 3% del monto de todos los contratos otorgados por la
industria petrolera estatal.
En fin, pareciera que en 2015 se inicia un
franco deterioro del modelo económico vigente, siendo que algunos organismos
internacionales anuncian que el PIB caerá hasta un –0,3% en 2014. Finalizamos con otra interrogante: ¿en 2018
se rompe la continuidad gubernamental del “lulalismo?
Jagp611@gmail.com
@jesusalexis2020
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