LUIS E. MARTÍNEZ H. |
El pasado sábado viajé a
Teresen, hermosa población del norte de Monagas, a dar el pésame a los
familiares de Vicente Morocoima.
Vicente fue un venezolano
excepcional, de esos que deben servirnos de ejemplo. Trabajador incansable,
honesto a todo evento, buen padre, esposo devoto, humilde, fiel e inconmovible
en sus principios y lealtades entre las cuales, junto a la de su familia,
sobresalió la que siempre tuvo por Acción Democrática.
Vicente murió de mengua.
Muchas veces oí a abuela
recordar que mi tío Adolfo había muerto de mengua. Opositor a la tiranía de
Juan Vicente Gómez, en un tiempo cuando la oposición no se hacía por twitter,
mi tío fue encerrado en el castillo de Puerto Cabello donde permaneció
prisionero casi 7 años que lo fueron de hambre, tormentos y vejaciones. Salió
de la cárcel tuberculoso a morirse en una Venezuela donde no había hospitales,
ni atención médica, ni medicinas para los pobres.
Fue muy doloroso
escuchar, de una de las hijas de Vicente, el relato de los momentos finales de
la vida de su Papá. Agravado su estado,primero fue la desesperación por ubicar
una ambulancia que lo trasladara a un centro de salud.Después, el angustioso
recorrido por distintos establecimientos para que lo recibieran sin poder
lograrlo: en el primero el tomógrafo no servía, en el segundo no había camas
disponibles, en el tercero la insensibilidad, más bien la inhumanidad, de un
profesional que se negó a ingresarlo a la terapia intensiva porque ya era muy
mayor. Agotados los intentos porque lo atendiera una clínica privada –Vicente
tenía seguro- la llegada a la caótica emergencia del hospital central donde ni
siquiera una jeringa había y en el cual quienes le recibieron apenas lo
hicieron para decir “no se preocupen que él está bien” a sólo minutos que
falleciese.
Todos los días leemos y
nos informamos de la gravísima crisis del sistema de salud en Venezuela.
Difícilmente alguien no sepa de las recurrentes carencias de hospitales y
clínicas, de la falta de equipos, escasez de medicinas, del cierre de servicios
indispensables. Pero es distinto conocer de esta situación por los medios o
comentarios de terceros que sufrirla con un familiar enfermo, con la abuela o
el hijo grave, con el padre, la madre o el hermano que termina muriendo por que
no se le atendió como se hace en un país civilizado, muriendo de mengua que es
de abandono y dejadez de aquellos que gobiernan desde hace tantos años.
Releo el documento
titulado “Bases estratégicas y estructura organizativa de la MUD” y me detengo
en el párrafo que textualmente señala:
“Tenemos que mantener en
la mayoría de los venezolanos viva la esperanza de un cambio, y que sepan que
hay motivos ciertos para creer que la alegría de una Venezuela distinta y mejor
está por llegar, y eso lo debemos lograr con hechos y conductas unitarias”.
Por Vicente Morocoima, por sus familiares, por los centenares que han muerto e incluso por aquellos que aún morirán de mengua, por los miles que han caído abatidos por la delincuencia desatada, por los centenares de miles que se humillan en las colas para conseguir migajas, por los millones a quienes no le alcanza el sueldo –cuando tienen trabajo- para vivir decentemente, hay que luchar por un cambio que abra las puertas a una Venezuela distinta y ello solo es posible en el marco de la unidad perfecta de todos los que soñamos con ello.
Luis Eduardo Martínez:
vicerrector.ugma.unitec@gmail.com
@rectorunitecve
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