FERNANDO OCHOA ANTICH |
Es
muy difícil saberlo. La experiencia del primer diálogo que se inició con la
oposición no terminó en nada. Los venezolanos, esa noche, llegaron a pensar que
era posible. La decepción fue inmensa. El Nuncio Apostólico y los cancilleres
de los países amigos quedaron más que sorprendidos. No era fácil encontrarle
una explicación a lo que había ocurrido. Nicolás Maduro, a nombre del gobierno
nacional, había invitado a la oposición a ese encuentro. De manera inexplicable
no tenía una propuesta y lo que pudo haber sido un diálogo constructivo terminó
siendo un enfrentamiento injustificado ante los ojos de la Nación. Lo más grave
de lo que ocurrió es que, además de no tener ninguna propuesta, demostró que su
liderazgo no era suficientemente fuerte como para poder plantear una
alternativa política que abriera un nuevo camino a Venezuela.
El
diálogo es imprescindible en un régimen democrático. Permite que se avance en
la solución de los grandes problemas nacionales y se logre establecer una forma
de resolver los naturales enfrentamientos que surgen entre las distintas
ideologías y sus diferentes visiones sociales. En Venezuela existe un natural consenso entre todos los
sectores políticos que aceptan la Constitución de 1999. Esa es justamente la
razón por la cual Ernesto Samper, actual presidente de UNASUR, no debió
plantear la necesidad de un pacto social entre gobierno y oposición, sino
presionar al régimen chavista para que respete los principios fundamentales de
esa Constitución y establezca un
verdadero Estado de Derecho que garantice la alternancia republicana, la
independencia de los Podres públicos y el apoliticismo de la Fuerza Armada
Nacional.
Lamentablemente, ese
no parece ser el objetivo político de Nicolás Maduro. Se le han presentado distintas oportunidades
para reorientar el régimen chavista. No lo ha hecho. Se ha dedicado a mantener
el culto a la personalidad de Chávez, creyendo que de esa manera mantendrá el
respaldo de amplios sectores sociales. Las encuestas indican que no lo ha
logrado. Es muy difícil sostener una política de creciente gasto público en
medio de una indetenible crisis económica: caída de los precios petroleros,
alta inflación, escasez de productos de primera necesidad, incremento de la
pobreza, imposibilidad de lograr nuevos
endeudamientos y pare usted de contar. La entrevista del general Marco Torres,
y su anuncio de que se mantendrá la tasa de cambio a Bs. 6:30 por dólar, lo
único que produjo fue una caída masiva de los
bonos venezolanos.
De todas maneras, en
política todo es posible. Eso es cierto, pero no es verdad que los
acontecimientos históricos ocurren por casualidad. Siempre se requiere de una
voluntad creadora que los impulse. Si analizamos la orientación del gobierno de
Nicolás Maduro tenemos que observar una marcada tendencia al conflicto. Veamos
algunas de sus más radicales posiciones. El caso de los presos políticos. Lo
lógico era aprobar una ley de amnistía. No se hizo. Se tomó el camino del juicio y la detención. El caso
de la escasez de productos de primera necesidad. Lo natural, era establecer un
diálogo con los sectores productivos. La solución: la guerra económica. El caso del asesinato del diputado Robert
Serra. Una investigación imparcial hubiera sido lo más acertado. Al contrario,
se buscó señalar como autores intelectuales a
algunos líderes de la oposición.
En definitiva, no
existen actualmente las mínimas condiciones para establecer un diálogo entre
gobierno y oposición. El año que viene será de permanente campaña electoral. .A
la oposición no puede convenirle iniciar unas conversaciones con un régimen que
muestra tan importante caída en su popularidad. De todas maneras, el gobierno
de Maduro tiene una nueva oportunidad para demostrar que en realidad aspira
establecer un importante acuerdo
político con la oposición. En los próximos días
se van a designar los nuevos miembros del CNE. Sí esa selección permite
escoger tres rectores realmente independientes que garanticen unas elecciones
parlamentarias justas y equitativas, es posible que en el tiempo se pueda
establecer un verdadero diálogo entre gobierno y oposición. De lograrse, su
gobierno se garantizaría un importante período de estabilidad institucional.
Fernando Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich
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