LUIS HOMES JIMÉNEZ |
Hace unos meses vi el capítulo de
una famosa serie de televisión, donde
una joven le pedía a su jefe que le acompañara al almacén de la compañía, que tenía algo que mostrarle. Luego de tanta
insistencia, la trabajadora y el jefe llegan a un inmenso galpón, protegido con
varias estaciones de seguridad. En el interior del establecimiento y ocupando
casi toda el área, había un inmenso muro protegido por unas lonas que al
descubrirlo, resultó que
eran incuantificables pacas de dinero efectivo.
“Cuanto hay aquí”? Pregunta el
jefe.
“No lo sé. Y tampoco sé qué hacer con el” Responde preocupada la empleada. “Pero algo
tenemos que hacer”.
Con dinero así, se enfrentan
algunos grupos delictivos, irregulares, algunos empresarios…. Y también,
algunos gobiernos. Tanto, que no se sabe qué hacer. Algo así, ha pasado en
tiempos de revolución. Cualquier cálculo, estimación, estadística, numero astronómico, expresión inimaginable,
es irrisorio para conocer la cantidad de dinero que se ha manejado en estos 15
años de régimen. Y algún ingenuo, pensaría que la revolución no supo que hacer.
Otros pensarían que si supo que hacer (comprar conciencias y corromper a
propios y extraños para consolidar el poder).
Pero en ese desastre de finanzas
públicas, manejadas casi como en un galpón industrial con el dinero en el piso
y acomodado a veces en montacargas, tenemos el resultado de un país debilitado.
Sin producción industrial. Sin sectores
productivos en marcha y con el dinero agotado. Nadie puede auditar lo que se ha
gastado. Nadie puede saber lo que queda. La Tesorería Nacional es como un
galpón industrial con dinero disperso. Como en la escena de la serie
televisada, no se sabe cuánto hay, ni que se puede hacer con él.
Y allí aparece la gasolina, en la
escena de la película, la gasolina. !
En ese galpón que es la
planificación oficial se discute una y otra vez el aumento del precio del
combustible a los consumidores nacionales y la parafernalia o discurso para
justificarlo. Las encuestas indican que más del 65% no está de acuerdo con el
aumento del precio del combustible. Y es lógico. La gasolina está asociada a un
regalo que la población siente le pertenece. Es un derecho tener gasolina
regalada! También está vinculada a la
creencia que todo aumento, será para un futuro derroche de los ingresos extras
que se recibirán. Y también está asociada a los recuerdos trágicos de
protestas que ocasionaron el caracazo.
El gobierno es como un borracho
que luego de varios fines de semanas de juerga sin parar, decide tomarse un
caldito de pollo para agarrar mínimo…y continuar su parranda. El gobierno ha
estado ebrio de tanto jactarse y despilfarrar dinero, dentro y fuera del
país. Está tomándose ahora su sopita de
pollo. Lo que no sabe, es que la sopa tiene el ingrediente de la gasolina.
Como pasará ese trago tan
amargo? Veremos, porque es uno de los
pocos recursos que les queda. Y de esta
sopita con gasolina, de una u otra forma, estaría pendiente su estabilidad en
los meses por venir.
Luis Homes J.
luishomesjimenez@gmail.com
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