ANTONIO JOSÉ MONAGAS |
Cuando está en juego la economía, la política
se disfraza de dama justiciera para aparentar cualquier faz que denote
intenciones benefactoras.
APOLOGÍA DE LA DECADENCIA
Por ahí se dice que “con la intención basta”.
Pero no siempre es así. Quizás esta frase pudiera tener algún sentido cuando de
afectos se trata. Aunque para los moralistas, la intención es el principal
factor determinante de la moralidad concreta de un acto humano. Sin embargo
para el Derecho, la intención tiene otra lectura. Acá la intención puede
acarrear pesados castigos. Así por ejemplo, la intención (dolo) de cometer un
delito constituye la forma principal y más grave de culpa y hasta de condena.
Pero en el ámbito político, se advierte de manera diferente. O sea, no basta
sólo la intención para dar por realizada una decisión.
En el fragor de la política, se ha perdido el
sentido de tan ingeniosa palabra. Sobre todo, al reconocer que por encima de la
intención está el compromiso. Y cuando las acciones se pautan en medio de
realidades encausadas por un compromiso acordado o dado en medio de una
situación de crisis, dicho compromiso ha de convertirse en palabra de honor. Lo
contrario resulta mera nimiedad, eufemismo o grosera presunción.
Cuando está en juego la economía, la política
se disfraza de dama justiciera para aparentar cualquier faz que denote
intenciones benefactoras. Pero en el fondo de todo, lo que abunda es la
mentira. Por eso el populismo se regodea de las virtudes que le brinda la
retórica pues le sirve para justificar intenciones que quedan sólo para
rellenar espacios publicitarios o burda propaganda ideológica. De esa forma,
pretenden manipular al pueblo para entonces someterlo con el menor esfuerzo
posible. Aunque gastando sin piedad recursos financieros propiedad del Estado,
más no de gobierno alguno. Y menos de peculio personal
Justamente, en medio de tan fangoso terreno
el gobierno intenta conquistar votos para las elecciones siguientes sin que
ello pueda representar un mínimo esfuerzo en cuanto a adelantar una gestión que
se corresponda con necesidades públicas clamadas. No obstante, los intentos por
alcanzar las victorias trazadas a punta de demagogia, aunque desvergonzadas,
comienzan a dar escuetos frutos que a la luz de los engaños o de amenazas
terminan convirtiéndose en apetecido bocado de inescrupulosos gobernantes cuya
voracidad política ofusca sus inteligencias hasta volverse apestosos carroñeros
de postín.
Es ahí cuando buscan solaparse los problemas
a objeto de confundir a implicados, menesterosos. Y por supuesto, a quienes
menos esperan sorpresas de tipo troglodita. Es decir, personas que por ilusas,
retraídas o excluidas, son víctimas de la pesarosa gestión gubernamental. Y es
precisamente lo que vive Venezuela toda vez que padece las inclemencias de un
régimen que casi ha acabado con la institucionalidad democrática. Desde
consagradas instituciones políticas, educacionales y sociales, hasta
tradiciones sobre las cuales se apuntalaban colectivos familiares o
comunitarios para honrar la historia, cruciales vivencias o sencillamente actitudes
grupales alrededor de las cuales se erigieron movimientos
culturales.Actualmente, el país entró en un período que en nada se correspondió
con las realidades que alcanzaron otros con mayores o menores capacidades. Pero
con aferradas voluntades para decidir expeditos caminos por donde llegar al
futuro más inmediato. El régimen venezolano se enfrascó en un ritual
proselitista del que nunca ha podido o querido desprenderse ocasionándole
graves consecuencias. Al extremo que ahora el país vio declinar sus
potencialidades. La politiquería las dilapidó. Y con las que no pudo, optó por
emprender la huida por detrás. De forma tal que se configuraron los peores
males que nación alguna puede enfrentar. Y habida cuenta de todo eso, no los
enfrentó. Así el país se anquilosó con lejanas posibilidades de escapar de la
fauces del monstruo que existe en su ser. Pudiera decirse que toda esa racha de
abruptas situaciones, terminaron viéndose como la apología de la decadencia.
VENTANA DE PAPEL
EL OCASO DE LA CIENCIA
No conforme con asfixiar a las universidades
autónomas, el régimen pretende ahora enmarañar el trabajo que, con mantenido
esfuerzo, han realizado investigadores universitarios desde los espacios donde
ha sido algo posible hacer ciencia y tecnología. Verbi gratia, el Instituto
Venezolano de Investigaciones Científicas, IVIC. Para ello, la Asamblea
Nacional (AN) aprobó el pasado 18 de noviembre un proyecto de reforma de la Ley
del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas con el aparente
propósito someterlo a un proceso de reingeniería que habrá de conducir a su
transformación.
A pesar que la palabra “reforma” adereza esta pretensión legislativa, la presidenta de
la Asociación de Investigadores del IVIC, Flor Pujol, dijo que no se trata de
una conversión en términos de sus funciones. Habló de que todo ello no es otra
cosa que una vía para llegar a su eliminación. Sin embargo, a decir de algunos
diputados del oficialismo, la idea es de “llevar la ciencia a la calle” lo que,
sin duda, luce sin sentido y extemporáneo. Sobre todo, porque este régimen se
ha caracterizado por confinar la academia universitaria que es por excelencia
el lugar donde más y mejor se ha hecho ciencia y tecnología.
En contradicción con la concepción académica
de ciencia, el diputado Guido Ochoa (Psuv-Mérida), quien ha sido el adalid de
tan absurda decisión, indicó que “no es
la ciencia para regodearse en ella, sino la ciencia al servicio del pueblo, al
servicio de la liberación, al servicio de la soberanía de nuestro país”. Pareciera
que este legislador, pese a haber sido docente universitario e investigador a
cargo de un importante laboratorio científico, no se ha percatado que suprimir
al IVIC, tal como lo prescribe el proyecto de ley, es la negación de
oportunidades no sólo de motivar el desarrollo científico y tecnológico
nacional. Más, por cuanto no es difícil entender que la ciencia no se hace en
la calle, sino en un laboratorio con ambiente controlado. Tampoco, con la
opinión de obreros que, aunque formen parte del personal de la institución, no
están facultados para actuar como factores directos de los procesos que
comprometen el discurrir de la ciencia y la tecnología.
Desconoce quien fuera profesor de la ULA, que
la ciencia es una. O que la ignorancia
no sirve para estructurar realidades susceptibles de verse favorecidas por un
desarrollo de la ciencia y la tecnología sesgado por ideologías. El problema
sigue siendo el afán de demoler instituciones que despiertan conciencia en un
pueblo oprimido y sometido por la desvergüenza de engañadores de oficio
acomodados bajo un solapado socialismo. El problema también es que todo lo que
brilla, estorba al propósito de derruir la institucionalidad democrática. Esta
situación adquiere fuerza. Pero no porque la ignorancia se vuelve desafiante y
estruendosa. Es porque la ilustración calla, y su silencia la hace cómplice. Es
lamentable que esto suceda. Que se advierta que el país entró en una etapa
caracterizada por el ocaso de la ciencia.
CUÁNDO CAMPEA LA IMPROVISACIÓN
Todo lo que realiza el gobierno central en
pos del poder, pareciera una comedia bufa. Luego de solicitar, bajo presión
política, que le fuera aprobada la facultad de ser habilitado para ejercer
funciones legislativas con el fin de actuar contra la corrupción y la inseguridad,
no condujo a nada. Salvo lo acontecido el último día. Momento este en que el
presidente de la República aprobó 51 decretos leyes de un plumazo. Ni siquiera,
porque los problemas adquirieron un grado crítico que tendieron a
desestabilizarlo. Sin embargo, algunas horas antes de caducar el tiempo
habilitante, la improvisación jugó un papel preponderante.
El presidente, haciendo uso arbitrario de tan
excepcionales atribuciones, procedió a sancionar una ristra de instrumentos
presuntamente legales para combatir problemas que se han acumulado de forma
desastrosa. Ellos relacionados con la corrupción, el desabastecimiento, la
inflación, la inseguridad, el desempleo, la injusticia, el abuso administrativo
y otros más igualmente desesperantes. Sin embargo, el problema de la
corrupción, destacó por encima de los restantes. Como si acaso este fuera el
primero de ellos en toda la vida política del país. Aludir a tan desgastada
realidad por causa de la campante fanfarronería producto de manidos discursos
presidenciales, cuyo principal inculpado no es otro que el mismo gobierno en
todos sus niveles, desde el judicial hasta el político propiamente, en todas
sus manifestaciones: local, regional y nacional, luce como una burda “cortina
de humo” para así desviar la atención del principal problema cual es la caída
de los precios del petróleo. Mientras el país sufre los rigores de desbordantes
situaciones, el gobierno se las arregla e inventa medidas para tratar de
compensar esa caída de los precios.
Esto refleja el miedo que tiene el régimen
cuando advierte el riesgo que corre ante la sacudida de la cual puede ser
objeto a consecuencia del cansancio que vive la democracia por culpa de la
incompetencia de los gobernantes para cumplir con su trabajo administrativo gubernamental.
Era mentira, como se quiso hacer ver en algún momento, que Venezuela estaba
blindada ante coyunturas económicas. Más, aquellas bajo cuyas condiciones
habría de enfrentarse cualquier caída del petróleo. Pero nada de eso ha sido
cierto ni tampoco real.
Por ello vienen esta serie de exacerbadas
medidas las cuales buscan confiscarle más aún las libertades y derechos a los
venezolanos. Ahora, los venezolanos deberán pagar más impuestos. Estar a la
deriva en caso que se presente el Seniat y le de por embargarle cualquiera lo que mejor se le ocurra sin que
lo mismo sea competencia de tribunales especializados. Continuar escarmentado
el efecto de largas colas para escasamente comprar lo que se consigue. Y todo
ello seguirá el curso de tan contaminados acontecimientos pues en el fondo lo
que hay son ruinas de lo que fue un país referencia democrática para la América
Latina. Hoy, todo lo que decide el régimen es con base en los inmediato pues en
medio de tanta confusión infundada por acción de estos gobernantes
“revolucionarios” de bolsillo, lo que se tiene son problemas y más problemas
sin poder ser resueltos. Es el resultado de cuando campea la improvisación.
“En la decadencia no todo lo que reluce es
porque tiene brillo propio. Casi siempre sucede, porque la luz que refleja es
prestada o mera apariencia de la cual se vale lo que supuestamente brilla para
engañar y engullir entre aterradoras fauces”
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, DIARIO DE OPINIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.