Hablemos de males, por supuesto que los tres enunciados del título son
apenas punta de iceberg de las penas que lamentamos; está lejos de ser una
lista exhaustiva, es solo un asomo a la realidad, ya que entre otras epidemias
no mencionamos la que azota directamente a Venezuela en los últimos 16 años y
destruye por igual a su gente, a sus instituciones y economía, la mal llamada
revolución bolivariana. Ébola, Evo y Alba, males del mismo saco.
Nicolás -cuya cara es más dura que una piedra- sin sonrojarse y como
quien dijera verdad, afirmó desde La Habana que nosotros “tenemos un sistema
público de salud gratuito y de calidad”. A otro perro con ese hueso, eso aquí
no se lo cree ni el más ferviente seguidor del régimen, que al igual que todos
los venezolanos padece de un sistema sanitario pésimo, que nos retrotrae a
tiempos pretéritos, ya que enfermedades superadas como la tuberculosis y la
malaria se han hecho presentes de nuevo, recordándonos que vamos pa’trás.
Nicolás afirma en Cuba que nuestro servicio
público de salud es “gratuito”, pero quien asiste a un hospital tiene que
pagarlo todo y llevar incluso los medicamentos, ya que de otro modo no puede
ser atendido; los hospitales están pelaos, desprovistos de cualquier insumo, lo
que obliga a los pacientes a dar brincos primero para conseguir los reales, y
después para encontrar los medicamentos. ¿O es que estoy mintiendo? ¿Podrían Nicolás
o uno cualquiera de su cogollo parasitario comprobar lo contrario?
De otro lado, la mayor falsedad de Nicolás es
sostener que nuestro sistema de salud es “de calidad”. Tal vez quiso decir de
la peor calidad, porque las enfermedades y las epidemias avanzan, los
hospitales son un desastre, nuestros jóvenes médicos egresados de las
universidades nacionales -bien preparados y equipados científicamente- se están
yendo a servir a otros países, y hasta la misión insignia del régimen, Barrio
Adentro, hoy es la sombra de lo que fue; la ineficiencia y la corrupción
acabaron con ella, hoy es una misión enferma y moribunda. Nuestro sistema de
salud es de pésima calidad.
El ébola del régimen decadente que hoy somete
a Venezuela tiene dos síntomas inequívocos: una ineficiencia a toda prueba y
una corrupción putrefacta que vuelve leña la salud de las instituciones y
afecta directamente la calidad de vida de los ciudadanos. Tal hecho no pasa
desapercibido, y lo digo no solo por lo que mi ya viejo pero bien funcional
olfato me indica, sino porque así lo recogen -cada vez más- los estudios de
opinión. El recientísimo sondeo de Datanálisis fotografía al 81,6% de los
encuestados al lado de quienes sostienen que “la situación del país está mal”,
esto significa que algo más de un tercio del chavismo duro, del “patria o
muerte”, piensa que las cosas están mal, no lo puede ocultar y a ellos hasta
les dará pena con los encuestadores decir lo contrario.
Otra reveladora cifra de las recientes
encuestas nos indica que el 67,5% de los consultados afirman que el de Maduro
es un mal gobierno, que lo está haciendo mal. Suerte para Maduro que cuando se
hizo el trabajo de campo, todavía no se conocía que “el bondadoso” y “dadivoso”
de Nicolás donaría (y no precisamente de su bolsillo) cinco millones de dólares
para combatir el ébola en el mundo, y no es que el mal no lo amerite, sino que
es imperdonable a un gobernante ser luz en la calle y oscuridad en la casa.
Mientras el dengue y la chikungunya tengan postrada la población venezolana, no
podemos entender que el país sin acetaminofén esté regalando esa inmensa
cantidad de dinero que hace falta en casa. Ya Nicolás no engaña a nadie, ahora
nos corresponde apretar, apretar duro contra la mentira y el sainete.
Paciano José Padrón Valladares
pacianopadron@gmail.com
@padronpaciano
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