El
sangriento e injustificado atentado contra Fernando Londoño y la emboscada de
una patrulla militar del Ejército colombiano por un numeroso contingente de las
FARC, que cruzó la frontera desde Venezuela y regresó a nuestro país, ha colocado de nuevo en el debate público la
responsabilidad que tienen Hugo Chávez y su gobierno en la violencia que vive
Colombia. Los venezolanos deberían reflexionar sobre los graves señalamientos y
los delicados rumores que han surgido en estos días con la finalidad de
valorarlos con objetividad para determinar sus posibles consecuencias para nuestro
país. La violencia en Colombia no puede
verse como un hecho específico de ese país, ya que las vinculaciones que tienen
los grupos subversivos con los carteles de la droga transforma dicho asunto en
un delicado problema internacional.
La
responsabilidad de las FARC y del narcotráfico en el atentado contra Fernando
Londoño no debe generar duda. Inicialmente, el gobierno del presidente Santos mantuvo
equivocadamente que dicho atentado podía
provenir de cualquier grupo subversivo de izquierda o de derecha. Los hechos
descarnados han obligado al gobierno colombiano a reconocer que los
responsables del atentado fue un grupo de las FARC, entrenado en el uso
específico de ese tipo de bomba por la ETA. Si había alguna duda, el propio
Fernando Londoño, con valor admirable, lo ratificó recientemente en un
editorial de su programa radial: “He sido un luchador contra el narcotráfico.
Con el presidente Uribe sabíamos que la paz no podía llegar sino con su
derrota. Los narcotraficantes, es decir
las FARC, habían jurado que algún día se vengarían de mi”.
De
inmediato, un sorprendente rumor empezó a circular en Colombia y en Venezuela Es verdad, que un rumor no es
prueba suficiente para aceptar o rechazar tan grave señalamiento, pero es
imposible negar que nuestra política exterior compromete a Venezuela en
aventuras tan riesgosas que permite que un rumor obtenga suficiente
credibilidad para que amplios sectores de la opinión internacional consideren
como posible la vinculación del gobierno chavista en un hecho tan condenable.
Fernando Londoño lo señala con firmeza en su editorial: “Nuestro “nuevo mejor
amigo”, que es una amistad detestable, es el amigo de Gadafi, de Ahmadinejad, y
de Bashar al Assad, y eso no nos parece tolerable porque no es tolerable
ninguna forma de terrorismo”. Esa frase no es de ocasión. Es un claro
señalamiento que apunta hacia Hugo Chávez.
Esta
difícil situación se complicó aún más ante la sangrienta emboscada de una patrulla del Ejército colombiano, con un
doloroso balance de 12 muertos, realizada por un frente de las FARC. Lo más
delicado fueron las declaraciones del general Sergio Mantilla, comandante del
Ejército: “Lo que sabemos es que este frente de las FARC salió de Venezuela
para atacar nuestros efectivos y posteriormente huyó de nuevo hacia el vecino
país”. Estas firmes declaraciones obligaron al ministro de la Defensa
colombiano, Juan Carlos Pinzón, a reconocer “que el frente 59 de las FARC, se
esconde en Venezuela”. Hugo Chávez, ante esta realidad, ordenó movilizar dos
brigadas a esa zona. Estos hechos muestran el inmenso fracaso de la política
del presidente Santos y confirma la veracidad de los señalamientos que hizo el
presidente Uribe en la OEA.
Mis
lectores requieren conocer la verdad. Trataré de darle algunos elementos para que puedan formarse
sus propias conclusiones. Los grupos subversivos y los delincuentes siempre han
pasado la frontera para evitar que se les persiga. Eso se superó en la
democracia venezolana mediante acuerdos que facilitaron las coordinaciones directas
entre los comandantes de unidades militares de menor nivel. Ese no es el
problema. La situación actual es que las FARC y el ELN permanecen en Venezuela
en zonas de alivio que les permite fortalecerse para volver al combate. Eso sólo
puede ocurrir con la complicidad del gobierno. Otro aspecto que hay que considerar
en el análisis es el debilitamiento del profesionalismo militar durante el
gobierno de Hugo Chávez. Esta acción ha
limitado la capacidad operativa de la Fuerza Armada. Además, hay que recordar
los señalamientos del coronel Aponte Aponte sobre la penetración del
narcotráfico en los cuadros militares y la existencia del cartel de los soles.
Esta situación es muy grave Todos los ciudadanos, sin importar su
condición social, sufrimos sus implicaciones. La inseguridad, que con angustia enfrenta el
pueblo venezolano, se origina en el innegable fortalecimiento de los carteles
de la droga en Venezuela y la penetración que han logrado en sus instituciones. Esta inexplicable penetración
ha hecho que Venezuela se
transforme de país de tránsito en
depósito de grandes cargamentos de drogas que esperan seguros la oportunidad
para salir por nuestras costas hacia los Estados Unidos y Europa. La falta de
un real compromiso del Estado venezolano en la lucha contra los grupos
subversivos colombianos y el narcotráfico ha originado duras críticas en
algunos gobiernos de la región y en organismos internacionales. Este hecho
tendrá delicadas consecuencias para el destino de Venezuela…
Caracas,
27 de mayo de 2012.
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