“En los Estados Unidos cuando yo decía que no era comunista, se sentían visiblemente defraudados y cuando yo decía que quería mucho a ese país, me miraban con asombro. Para ellos mi deber como sudamericano, era ser de izquierda y aborrecerlos”. Jorge Luis Borges.
Extraviados como vivimos en medio
de nuestros apremios cotidianos, los latinoamericanos no hemos explorado las
enormes posibilidades que nos podría brindar la designación que viene de hacer
Barack Obama, del vicepresidente Joe Biden como enlace con la América Hispana.
El recorrido de la relación entre
las dos Américas, del Norte y el Sur, hALEXIS ORTIZ, OBAMA, BIDEN Y LA AMÉRICA LATINAa sido una secuencia de desencuentros.
Hasta ahora todas las tentativas de acercamiento no han podido lograr
consistencia y continuidad.
En los respectivos procesos de
independencia, el tratamiento fue desigual, a través del ejército español hubo
una presencia de oficiales criollos, Francisco de Miranda por ejemplo, en el
norteamericano; pero EEUU no supero el desgano con respecto al nuestro hasta
que este no fue exitoso.
Los obstáculos
Aparte de la herencia mutua de la
rivalidad anglo-española, de las distancias en materia de lengua e
instituciones, aparecen otras diferencias nutridas por el tiempo, como los
resentimientos y hasta envidias nuestras y la displicencia aislacionista primero
y después las agresiones norteamericanas, que explican en una buena medida
porque las dos Américas no logrado juntar sus caminos.
Además y sobre todo, un propósito
de integración debe arrancar de una
cosmovisión común, de un proyecto histórico compartido. Aunque alguien, el más
exitoso, debe tomar la iniciativa integracionista sin pretensiones hegemónicas
y respeto a la diversidad.
Hoy en día la creación de ese
espacio integrado continental para el progreso común, pero especialmente de los
más rezagados, tiene como exigencias inevitables que los estados cumplan todos
lealmente la Carta Democrática Interamericana, practiquen sin ambages la
economía abierta y el libre comercio, respeten los derechos humanos
(señaladamente la libertad de expresión), resuelvan pacíficamente los
diferendos y promuevan un desarrollo ambientalmente sustentable.
Varios Intentos fallidos
Nosotros desde el Congreso de
Panamá en 1826 hasta el ALBA desangelada de estos tiempos, hemos buscado
integrarnos excluyendo a los Estados Unidos y Canadá. El paso de las décadas y
los siglos ha demostrado la improductiva ingenuidad de ese propósito.
Mientras que los Estados Unidos
han hecho sus intentos, disímiles, descontinuados y hasta ahora inútiles,
veamos:
Doctrina Monroe. El quinto
presidente de EEUU, James Monroe, formuló en 1823 esta política, para evitar
que el pacto de las monarquías europeas de la Santa Alianza, recuperara las
colonias que se habían emancipado en América.
La doctrina no fue un fracaso
pero terminó favoreciendo la vocación expansionista norteamericana en el Nuevo
Mundo independiente.
Gran Garrote. El hiperbólico
mandatario Teodoro Roosevelt solía recomendar: “Speak softly and carry a big
stick: you will go far” (Habla suave pero carga un gran garrote: llegarás lejos).
Este presidente de impulsos
imperialistas, dividió a Colombia para controlar el Canal de Panamá, intervino
en República Dominicana, Cuba y Honduras y, de tal modo, contribuyó al
alejamiento y la tensión entre las dos Américas.
Buen vecino. El malestar
producido por el Gran Garrote, más la necesidad de alianza continental contra
el desafío nazi-fascista de la Segunda Guerra Mundial, llevaron al presidente
Franklin Delano Roosevelt a aliviar la relación de EEUU con Latinoamérica.
Fue un intento bien intencionado
pero sin destino al día siguiente de la finalización de la Guerra.
Panamericanismo. Inspirado en la
Doctrina Monroe, se proponía la creación de un bloque comercial y político del
Nuevo Mundo, con exclusión de Europa. Con el tiempo dio lugar a instituciones
integradoras como la Organización de Estados Americanos (OEA), creada en 1948 y
el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca).
Se puede decir que contra el
Panamericanismo conspiraron las diferencias ideológicas, los distintos niveles
de desarrollo económico y defensivo, la Guerra Fría (confrontación de EEUU con
el comunismo soviético) y la proliferación de dictaduras en Latinoamérica (hoy
esas dictaduras se disfrazan de democracias con el llamado Socialismo del Siglo
XXI o Neocomunismo).
Alianza para el Progreso. El
carismático presidente John F. Kennedy trazó este programa para una década
(1961-1970). Al frente colocó al experto boricua Teodoro Moscoso. Se proponía
invertir 20 mil millones de dólares en educación salud, vivienda, control de la
inflación, mejora de las balanzas de pago, fortalecimiento de la iniciativa
privada y defensa de la democracia.
Desafortunadamente esta alianza
de rango estratégico, no sobrevivió al asesinato en 1963 del presidente
Kennedy.
Iniciativa para las Américas. Fue
un programa bipartidista, de los presidentes George Bush (padre) y Bill
Clinton. Pretendía, entre otros fines, un acuerdo energético hemisférico.
Aunque pasó sin pena ni gloria, dio pie para la propuesta del ALCA.
El ALCA. En principio fue la más
ambiciosa tentativa de integración comercial del continente. Con ella las
administraciones de Clinton y George Bush (hijo), se proponían la reducción de
la pobreza y la protección de los derechos humanos. Incluía a todas las
naciones con excepción de Cuba (por su tiranía comunista) y arrancó para no
llegar a su destino, en Santiago de Chile en 1998.
La terquedad de EEUU en materia
agrícola y la irresponsabilidad de varios gobiernos latinos, hicieron sucumbir
al ALCA. En la práctica fue sustituido por acuerdos bilaterales entre Estados
Unidos y algunos de nuestros países.
¿Será Obama-Biden otra
oportunidad?
En rigor el presidente Obama no
ha formulado una política coherente, global e intencionada para América Latina.
Pero el nombramiento de Biden levanta una esperanza.
Si el vicepresidente visita las
naciones de la otra América, como lo viene haciendo, consulta a los gobiernos
pero también a los opositores, habla con los expertos de allá y de aquí y
reconoce a la sociedad civil, se abre una interesante posibilidad de
estructurar una política deliberada y permanente. Claro que el bipartidismo es
clave para que esa política funcione cabalmente.
Frente a los desafíos de la
integración europea, el dinamismo asiático, el narcotráfico y la inmigración
descontrolada, para garantizar su prosperidad y seguridad a mediano y largo
plazo, los Estados Unidos necesitan la alianza continental.
Y los latinoamericanos
necesitamos las inversiones, tecnología, el mercado y el buen modelo democrático
norteamericano, para abrirnos paso hacia el porvenir. Además debemos buscar el
respaldo de los casi de cincuenta millones de los nuestros que viven en EEUU.
Alexis Ortiz
alexisortiz9347@gmail.com
@AlexisOrtizB
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