Lo
que sucede en Venezuela no es casual. Obedece a una política criminal dictada
desde La Habana al régimen madurista. Con mayor olfato político y conocedores
de los peligros existentes cuando el sentimiento democrático de una nación no
ha podido extinguirse, saben que la única manera de conservar a sus títeres en
el poder es sobre la base de la represión indiscriminada, de la violencia
física e institucional, la cual puede ser peor, pero más eficiente. Por eso
desaparece el hampa común.
Con el estímulo del oficialismo y con los esquemas
ofrecidos por la penetración de las estructuras del narcotráfico y del
contrabando, estamos frente al crimen organizado, politizado y al servicio de
causas diversas, pero concurrentes al objetivo de incrementar el control total
del país.
Sicariato
indiscriminado, asesinatos horrendos, víctimas y victimarios confundidos entre
policías de cualquier esfera y bandidos de variada naturaleza afectan por igual
a ricos y a pobres, a curas y a militares, a hombres y mujeres, a jóvenes y a
viejos, a nacionales o a extranjeros. La emigración de compatriotas se
agiganta, también el miedo y el temor. Hay un “sálvese quien pueda” en está lucha
de todos contra todos. Lo positivo es que también aumenta la indignación, una
rabia que supera al temor. Impulsa a muchos más de lo que la dirigencia
oficialista u opositora perciben, a luchar por la democracia, por la libertad,
por la seguridad de las personas y de los bienes, por la familia, por la patria
y por Dios. Se empiezan a sentir los síntomas de un tsunami que puede arrasar
con todo lo podrido en esta menguada hora de la vida nacional.
No
todos los colectivos son iguales, pero algunos son protagonistas del hamponato
descrito. El Frente 5 de marzo puso de rodillas a Maduro. La destitución del
General Miguel Rodríguez Torres, quien declara que lucho por la paz y la
convivencia ciudadana (¿?), el asesinato de Robert Sierra y su pareja (¿?), revelan
el alto grado de descomposición en las alturas. El llamado es a la acción
decidida de quienes pueden poner punto final a la tragedia material y moral de
la República.
Oswaldo
Alvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz
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