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lunes, 27 de octubre de 2014

LUIS DANIEL ÁLVAREZ V., EL PENSAMIENTO Y LOS PROCEDERES DE LEONARDO RUIZ PINEDA NO HAN MUERTO

Fue también un martes 21 de octubre, pero de 1952, cuando la violencia dictatorial interrumpió la quietud de la noche caraqueña. Una acción despiadada de la tenebrosa Seguridad Nacional acabó con la vida de Leonardo Ruiz Pineda, uno de los más connotados líderes de la lucha contra la represión.

LEONARDO RUIZ PINEDA
Mientras la ciudad descansaba y se preparaba, con más expectativa que realidad, para los comicios que tendrían lugar poco más de un mes después y en los que se podría derrotar de manera organizada al régimen, en la calle principal de San Agustín del Sur se evidenciaba la crueldad. El cuerpo de Ruiz Pineda yacía inerte en un charco de sangre, Segundo Espinoza estaba detenido y David Morales Bello y Leoncio Dorta lograron escabullirse al tiempo que el cinismo del gobierno celebraba el contundente golpe que acababan de asestar. Fue la primera muerte de Ruiz Pineda, pues como toda dictadura intentó ridiculizar a la víctima al endilgarle en la nota de prensa conductas poco éticas e irregulares, tratando de asesinarlo moralmente.

A los 62 años de los sucesos que sesgaron su vida, la obra de Ruiz Pineda perdura. El crecimiento acelerado del abogado, poeta y periodista oriundo del Táchira que se convirtió en referencia analítica y en ejemplo de lucha política y dignidad, debe recordarse.

Cuenta el doctor Ramón José Velásquez en un emotivo prólogo de una obra que recoge los artículos de opinión del emblemático tachirense, que en algún momento coincidieron en el castillo de Puerto Cabello Juan Pablo Peñaloza y Andrés Eloy Blanco. El anciano combatiente, maniatado por los grillos gomecistas y las enfermedades señalaba a lo lejos la torre del castillo, al tiempo que le decía a su compañero de infortunio que si todos se unían alcanzarían la cima. Años después, Ruiz Pineda, en la trágica noche de octubre de 1952 dejaba entender que si todos se unían, alcanzarían la cúspide de la libertad.

La dictadura marcó su destino aquella noche tenebrosa. La dignidad y la gallardía le dieron la espalda con vergüenza. Tal vez, la caída de Ruiz Pineda fue el insumo que llevó a afrontar con unidad la lucha, tal como lo marcó el hecho de los pañuelos blancos que en el Nuevo Circo, durante el cierre de campaña de URD, se enarbolaron al escuchar el nombre de Leonardo o las proclamas de Copei que pedían el cese de la represión. Aunque la dictadura, y quienes con sus prácticas han tratado de emularla, pueden pensar que el gran luchador había muerto, se equivocaron, pues hombres como Leonardo Ruiz Pineda, su pensamiento y sus procederes,  viven en el corazón de los que trabajan por la democracia y sueñan con un país mejor.

Luis D. Alvarez V
luisdalvarezva@hotmail.com
@luisdalvarezva

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