PÍO
TAMAYO UN
HOMBRE DESAFORTUNADO
De
José Pío Tamayo puede decirse con toda propiedad que fue un hombre desafortunado.
Ninguna de las empresas que emprendió, fueran económicas, políticas e incluso
literarias, arribó a buen puerto. Todas, sin excepción, naufragaron en las
tormentas del camino.
La
tiranía militarista bolivariana de Juan Vicente Gómez lo enterró en vida en el
Castillo de Puerto Cabello en 1928 sentenciando que no saldría de allí sino
muerto, lo que cumplió a cabalidad porque sólo tuvo una breve dispensa,
precursora de lo que hoy llamarían “casa por cárcel”, para morir miserablemente
en Barquisimeto el 5 de octubre de 1935, apenas dos meses antes que su verdugo.
En
todas las culturas existe un personaje, a veces maléfico a veces sólo travieso,
como el diablo de la imprenta, un hado o un jorobadito, que tuerce las cosas,
trastoca las señalizaciones de la ruta, se burla de pronósticos, frustra
nuestras mejores intenciones y genera los resultados más inesperados.
En
Venezuela, por alguna razón misteriosa, se prefiere atribuir este papel a una
“mano peluda” que siempre está interfiriendo desde las sombras para desquiciar
el curso del destino o quién sabe si, visto de otro modo, no sea más bien su
agente encubierto para lograr que sea lo que tiene que ser.
NO
ERA UN ESTUDIANTE Y POR TANTO TAMPOCO PERTENECIÓ A LA GENERACIÓN DEL 28
En
el caso de JPT esto es particularmente notorio, considerando que él no aparece
a la hora de los homenajes y hasta monumentos conmemorativos de la llamada
Generación del 28, con el argumento casi unánime de que “no era un estudiante”.
Extremando el argumento, ni siquiera era de esa generación porque ya frisaba
los treinta años mientras los demás andaban en sus veinte.
Lo
curioso es que ese argumento que parece plausible para excluirlo de toda
mención, no lo fue al momento de la organización del evento central de la
Semana del Estudiante en el Teatro Municipal, en que Pío Tamayo recitó su
famoso “Homenaje y demanda del indio”, que produjo tanta conmoción y que, al
fin y al cabo, le costó la vida.
SIN
EMBARGO EN LA SEMANA DEL ESTUDIANTE FUE
QUIEN TOMÓ LA PALABRA EN EL MUNICIPAL
¿Qué
mano peluda puso a JPT allí, en el centro de la escena, para que dijera lo que
dijo? ¿Por qué él y no otro, entre quienes había tantas plumas finas, como la
de Andrés Eloy Blanco?
Cuenta
Isabelita Jiménez Arráiz que le advirtió, cuando le leyó el poema en su casa:
“Pío, tú sabes que de allí sales preso”. Y más tarde en una nota clandestina a
la prisión: “fíjate que todos los demás salieron y tú te quedaste, eso fue lo
que ganaste”.
Pero
Pío reaccionó muy airadamente al primer comentario: ¡déjate de veletismo! Y
a éste segundo más bien con cierta
melancolía, comparándose con aquellos árboles que echan sus semillas al viento,
sin saber dónde van a retoñar.
Y
MURIÓ EN SILENCIO SIN SALVAS, MANIFIESTOS O
DUELOS PÚBLICOS
“Así
he sido yo. No creas que esto se acaba. Esto, como las flores del samán, va a
volar por todo el mundo. Y tú no supiste comprender que así era mi palabra. La
palabra de Pio Tamayo está en estos momentos volando por el mundo entero. De
manera que mi palabra no ha muerto y va a germinar. Y tú vas a ver que será
como el samán que donde menos se espera salen nuevos samanes.”
Pero
JPT murió en silencio, sin salvas, manifiestos, ni duelos públicos, salvo el de
sus antiguos peones que quisieron cargarlo hasta su última residencia en la
tierra.
CUIDADO
CON LOS POETAS
El
drama es más o menos así: el indio se lamenta de que le han raptado a su novia
y suplica a la Reina Beatriz I que mande a sus súbditos, los estudiantes, que
vayan a buscarla. Su novia se llama… ¡Libertad!
Misteriosamente
desde entonces la sociedad venezolana ha descargado sobre los hombros de los
estudiantes esta tarea. Son los llamados a buscar la libertad y a ser sus
custodios, en un país devastado por sempiternas tiranías militaristas
bolivarianas.
Esa
situación perdura en nuestros días y esa dialéctica de prisión y rebeldía
parece ser el sino de nuestra historia, magistralmente simbolizada con su vida
y condensada en muy pocas palabras por José Pío Tamayo, con plena conciencia de
su trascendencia.
SU
CÁRCEL FUE EJECUTIVA SIN LA CHARADA DE UN JUICIO
Su
cárcel fue ejecutiva, sin la charada de un juicio con acusaciones rebuscadas
como estilan los militares de hoy en día, sino que fue encerrado
arbitrariamente y punto, bajo vagos señalamientos de ser comunista, agente de
alguna fuerza antinacional y el todavía más indemostrable de haber traído las
huelgas a este país.
Pero
simultáneamente era repudiado por los comunistas, que entonces todavía
abrigaban la pretenciosa idea de contar con una concepción científica de la
sociedad y el Estado, por lo que lo despacharon como un iluso idealista.
CONDENADO
A MUERTE POR COMUNISTA SE DECLARÓ A SÍ
MISMO MILITANTE DE LA IDEALIDAD AVANZADA
Sólo
muy tardíamente trataron de reivindicarlo como una suerte de precursor del
socialismo, basándose sobre todo en sus clases en el Castillo Libertador; pero
lo cierto es que él no se definía a sí mismo como comunista sino de “idealidad
avanzada”, lo que, por supuesto, era un anatema.
Desde
los orígenes del pensamiento occidental, los poetas han sido considerados
siempre como poco confiables en política, en particular porque privilegian los
sentimientos en detrimento de la razón, que es el eje de la acción política.
Nada
puede estar más alejado del cálculo frío, de la pretensión de un “comunismo
científico”; ni igualmente equidistante de la mezquindad acomodaticia de los
corifeos del gomecismo. El sino de Pio Tamayo es, pues, la incomodidad, la
molesta inquietud que causan aquellos que no pueden encasillarse fácilmente.
JAMÁS
SE GANÓ UN PREMIO NI FUE OBJETO DE RECONOCIMIENTOS
JPT
nunca se ganó un premio literario, no fue objeto de homenajes ni
reconocimientos, aún en la actualidad, en que la más reciente tiranía militar
bolivariana quiso elevarlo de forma oportunista a las honras del Panteón Nacional, con la manifiesta oposición
de sus familiares y amigos, este propósito se extravió en los vericuetos de la
burocracia oficial.
Igual
suerte corrió la solicitud de darle su nombre a la nueva Sala E de la
Biblioteca Central de la UCV, donde su Cátedra ha funcionado por más de treinta
años. Las autoridades de esta ilustre casa de estudios prefirieron darle el
nombre de Francisco de Miranda, esto a pesar de que la antigua Sala E ya se
llamaba así, con lo que hay dos salas homónimas y sin contar que así se llama
el Estado Federal lindante con la Universidad, la principal avenida central de
Caracas y ser éste un militar sin ningún vínculo conocido con la Universidad.
Y
LA CÁTEDRA QUE LLEVA SU NOMBRE ES EXPULSADA HOY POR
MOTIVOS DE OPINIÓN
Ora
por presiones del gobierno o quejas de la oposición oficial, las autoridades
fueron más allá declarando a la Cátedra Pío Tamayo como un “ente externo” a la
UCV, para desembarazarse de la incomodidad que causan las opiniones que allí se
ventilan.
Debe
ser el único caso en la historia universitaria en que toda una Cátedra es
expulsada de una Universidad por motivos de opinión.
Así
que cercano a los 80 años de su muerte, la nube negra sigue gravitando sobre la
cabeza de JPT y por lo que se ve, de cualquiera que se le acerque o invoque su
nombre.
EL
ALA LUMINOSA
Otro
aspecto incomodo que trae el caso de JPT es constatar que aún bajo las tiranías
más abyectas hay gente que la pasa estupendamente bien. Aunque haya que
reconocer que no sólo bajo el gomecismo existía un ala luminosa, es seguro que
puede rastrearse una cáfila de privilegiados a la sombra de cualquier tiranía
que haya padecido este país, incluyendo la actual tiranía filo castrista.
El
más sobresaliente fue por supuesto Arturo Uslar Pietri, que sí era de la
generación del 28, pero al contrario de sus compañeros que se debatían entre la
cárcel y el exilio, estaba cómodamente en París junto a la legación gomecista y
su familia, que vivía en Maracay en la vecindad del tirano, tenía con él una
relación intima, más que amistosa.
Pero
también estaba José Gil Fortoul, paisano de Pío Tamayo, de cuyas diligencias a
su favor no existen evidencias y no parece que hayan mejorado su situación en
cautiverio sino todo lo contrario, al
parecer las empeoró.
Son
famosos Laureano Vallenilla Lanz, Pedro Manuel Arcaya; pero sería arduo e
injusto tratar de nombrarlos a todos porque siempre quedan muchos fuera y
además la cuestión central es desbaratar el mito de que las tiranías militares
no gozan de apoyos ilustres e incluso de fervor popular.
EL
VIVO CONTRASTE ENTRE EL MARTIRIO Y LA EXUBERANCIA
Lo
cual crea una eterna controversia de carácter moral, porque no se sabe quién
tiene al final la razón, si unos u otros: ¿Qué hubiera pasado si JPT hubiera
leído un panegírico de JVG como hacían tantos? ¿Hubiera sido más inteligente de
su parte? ¿Le hubieran premiado con una beca al exterior en lugar de la feroz
persecución que le tocó sufrir? ¿Cuál sería hoy su imagen? ¿Qué partidarios
tendría?
La
sola mención de Pío Tamayo vuelve a plantear ese doloroso dilema: pensemos en
los privilegiados de la actual tiranía. Los mismos que persiguen hoy la memoria
de JPT, que quisieran borrarlo de todo recuerdo son los que advierten la herida
social que representa, el vivo contraste entre el martirio y la exuberancia.
JPT
desafió a la tiranía de JVG no con las armas, como había sido la costumbre
hasta ese momento, sino con la palabra, con el verbo encendido, un enemigo
nuevo que incomodaba al régimen y contra el que no estaba preparado para
luchar.
Esto
fue una ruptura con las montoneras propias del siglo XIX, con las intentonas
cuartelarías y las invasiones que eran las formas de acción tradicionales, para
dar inicio a una nueva concepción de la lucha política, no militarista sino civilizada.
Venezuela entraba sin retorno al siglo XX.
“SOY
UN INDIO TOCUYO, YO”
Pero
hay otra cuestión embarazosa. Cuando Pío Tamayo tiene la osadía de pararse en el medio del escenario
del Teatro Municipal para decir: “Soy un indio tocuyo, yo”; estaba desafiando
también a la buena sociedad, que no era exactamente una aristocracia, pero
tenía pretensiones de ascenso, lo que desencajaba con ese discurso.
Y
este es otro problema de Venezuela, el de una sociedad de castas que no termina
de asimilar los valores democráticos, por lo que las relaciones se enredan en
hipocresía, impostura y simulación. Las élites no han cedido nada, solo se
llevan sus prejuicios racistas a la alcoba y no los ventilan en público para
conservar la corrección política.
La
gran ventaja de Pío Tamayo es que nunca podrá ser el centro de ninguna escuela,
ni política ni literaria, las élites no podrán sacarle provecho porque no está
dado para el éxito sino para el fracaso, no para el oropel sino para la fría
oscuridad del calabozo.
ÚTILES
PARA SACRIFICARSE, INÚTILES PARA TRIUNFAR
“¿Somos
simplemente unos líricos, los últimos románticos quizás o somos los
revolucionarios sanos de conciencia e infantiles de corazón que necesitan los
pueblos, útiles para sacrificarse, inútiles para triunfar, pero indispensables
siempre para la mejoría de la humanidad?”
EL
HIJO DE DIOS RESULTA SER NO EL HOMBRE EXALTADO SINO
EL ESCARNECIDO
Una
vez más los hijos de apellidos de mucho lustre y abolengo, que abusan del
inmenso poder de que disponen para perpetrar el feo vicio del auto-homenaje, le
niegan el más mínimo espacio a los “humillados y ofendidos”; no es solo que
nieguen el derecho de petición, sino que ni siquiera responden, así sea
negativamente, lo que los asemeja más al gobierno títere, que tanto repudian.
Misteriosamente,
el hijo de Dios resulta ser no el hombre exaltado sino el escarnecido.
Luis
Marín
lumarinre@gmail.com
@lumarinre
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