SUSANA MORFFE, VACACIONES EN SALA DE EMERGENCIAS (ENTRE CIELO Y TIERRA)

Los apuros de Agustín, es el cuento del hombre que vive en una soberana pobreza con el rancho a cuesta, le debe a todo el mundo, su miserable humanidad se esconde bajos harapos repotenciados, con retoques para deslumbrar sin brillo propio. Lo cierto es que Agustín, es el prototipo de la Venezuela actual, la que  presume estar lista para lo social, es decir “socia-lista”, pero no para el bien común.

CAMBIO DE TIMONEL

Se comprueba los apuros de Agustín, cuando llegan las vacaciones y sacan a relucir pertrechos convertidos en promesas, obras, ferias, talleres y trucos ideados en las mentes ranchificadas del personaje en su empeño de ser socia-lista ante el mundo, guardando sus jugosas ganancias con el discurso trillado de una patria para todos, menos uno. Ante la eventual carestía de la vida ciudadana y la imposibilidad de llevar a los niños a disfrutar de sus merecidas vacaciones escolares, Agustín saca del  sombrero una mágica estrategia por todas las calles, para demostrar que de la ilusión también se vive.

¡Pobre Agustín!, muy entusiasmado por  la suerte que cree tener ante la avalancha de lujo que el mismo ideó en su pobreza mental, se encarga de ofrecerles a los niños de su comarca unas vacaciones felices, movilizando a una buena cantidad de sus pupilos para que adornen las mentiras con más acciones, dirigidas a esconder su fracaso existencial. Queda claro que la tos y la pobreza no se pueden ocultar. No obstante, Agustín se aferra a la esperanza de convencer a sus seguidores que van por buen camino.

Los niños alucinan por unas vacaciones memorables, junto a sus ingenuos padres que hicieron milagros para pagar la temporada en alojamientos y playas en la Isla de Margarita, donde por cierto ofrecieron hasta una feria para que los transportistas se llenaran de lubricantes. Los amigos de Agustín sacaron sus trompetillas para mantener engañado al pueblo. Ah!, no dejaron  de inaugurar pedazos de avenidas para la circulación fácil y cómoda, con el transporte que nunca vio los lubricantes, como también unas toneladas de alimentos semanales, como otro cuento de camino del patético Agustín.

Entretanto, la invocación del supuesto “sacudón”  quedó congelada hasta el final de la temporada de vacaciones y por el resultado de un proceso electoral interno en crisis. A toda costa han querido paliar el desastre, una reunión para hablar del cambio climático, con marcha incluida, mientras que la gente en la calle clama por un cambio de timón ¿Por qué?, sencillo, en el pueblo de Agustín no se consigue nada para comer, trabajar, rodar por las calles y mucho menos para curarse en salud. De modo que  las desesperadas maromas de Agustín, para potenciar la economía durante el descanso escolar, se han convertido en espasmódicas vacaciones como en sala de emergencias.

Susana Morffe

@susanamorffe

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