Para quien visite al BCV la primera sensación es de confusión. Uno no sabe si está en una institución monetaria o en una de las sedes del PSUV en Caracas. Un ritornelo de propaganda inunda su ambiente con televisores en cada piso, repitiendo incasablemente mensajes de supuestos intelectuales, todos ellos estipendiados por el ente emisor en su nómina y la impactante frase “Por aquí pasó Chávez”. Y de verdad pasó.
Cuando el presidente Chávez asumió como
presidente el 2 de febrero de 1999 dejó a la ministra de Finazas que venía del
gobierno de Rafael Caldera, la doctora Maritza Izaguirre y también al
Directorio del BCV conformado por Maza Zavala, Manuel Lago, Roosevelt Velásquez
y Armando León, todos ellos nombrados por el mismo Caldera. El presidente del
BCV era el doctor Antonio Casas González a que sustituyó Diego Luis
Castellanos. Con retoques menores ese directorio se mantuvo, salieron Velásquez
y Lago, quedaron Maza Zavala y Armando León y entraron Bernardo Ferrán y Rafael
Crazut. No hubo cambios fundamentales en la política monetaria, ni siquiera en
momentos de mayores tensiones bajo el paro petrolero de 2002-2003.
Castellanos incorporó a sus asesores y
personal de confianza pero en general respetó al personal de carrera técnica y
con las excepciones del caso no hubo sobresaltos importantes. Era Castellanos
un hombre que compartía la orientación que le impartía Chávez al gobierno pero
no llevó al BCV la política partidista. La desavenencia se presentó cuando
Chávez en 2004, siguiendo el ejemplo, tal vez sin saberlo, de Perón en
Argentina, le exigió al BCV que le entrega un millardito de las reservas
internacionales para supuestamente financiar a la agricultura. Me consta que en
el Directorio del BCV Maza Zavala y el propio Castellanos se opusieron a esa solicitud.
Allí comenzaron los problemas de Castellanos, quien había sido un hombre leal a
Chávez. La suerte de Castellanos quedó sellada cuando en una cadena nacional de
radio y TV, a mediados de 2004 el presidente Chávez acusó al fallecido padre de
Diego Luis Castellanos de haber sido un funcionario gomecista recalcitrante,
perseguidor de maisanta, defecto que Chávez no había descubierto en Castellanos
cuando lo nombró presidente del BCV en el año 2000. Eso afectó mucho su ya
deteriorada salud y precipitó su salida del BCV.
Pero Chávez no quería solamente un
millardito. Quería mucho más. Deseaba las reservas internacionales del BCV.
Empleando a Rodrigo Cabezas entonces ministro de Finanzas y Armando León, de
calderista trocado a chavista por conveniencia, luego pasado a la oposición y
reconvertido de nuevo al chavismo, Chávez lanzó la reforma de la ley del BCV de
junio de 2005 mediante la cual se creó ese adefesio llamado Fonden, la
trágicamente conocida Reforma León-Cabezas, por ser aquellos sus propagandistas.
Esa reforma presentada como un cambio de paradigma monetario, terminó de
liquidar la ya averiada estabilidad financiera de Venezuela.
La reforma León-Cabezas socavó el valor del bolívar y es responsable por esta ola de devaluaciones abruptas que ha sufrido la moneda nacional y la consecuente inflación. Seríamos injustos y muy severos con Armando León y Rodrigo Cabezas por aquella modificación legal encargada por Chávez en uno de sus pasos por el BCV. Con el fallecimiento de Gastón Parra como presidente del BCV vino la descomposición financiera y también moral del Instituto Emisor, con Nelson Merentres, antes cuestionado por sus pasantías en diversas entidades de la Administración Pública, en particular la cartera de las Finanzas Públicas. Con el antecedente de la reforma comentada, el campo estaba abierto al derrape monetario.
Merentes en su nefasta gestión ha destruido
las bases monetarias de la economía mediante el financiamiento del déficit
fiscal del sector público empleando para ello la impresión de monedas y
billetes. Como se aprecia en al gráfico adjunto desde 2005 cuando se reformó la
Ley del BCV la tendencia de la inflación es claramente al alza. Y lo que falta.
Ya el mal está hecho, el bolívar destrozado, la inflación acelerándose y la
economía en clara contracción y sin reservas internaciones en las cantidades
requeridas para financiar importaciones crecientes. Es verdad, “Por aquí pasó
Chávez”. Chávez pasó por el BCV y dejó su huella.
José A Guerra
joaguerrab@gmail.com
@JoseAGuerra
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