En política pudiera calcarse lo que el Catolicismo hace a través del sermón de las Siete Palabras apostando así a convertir tan significativo momento en oportunidad para aprender el ejercicio de una sana política.
LAS SIETE PALABRAS EN POLÍTICA
La religión, decanta parte de su praxis en simbolismos
adoptados para afianzar compromisos de vida espiritual. El catolicismo recurre
a ceremoniales que igualmente buscan exhortar sentimientos que consagren el
recuerdo de Jesús de Nazareno. Uno de ellos, por demás de suma trascendencia,
lo constituye Las Siete Palabras que se realiza cada Viernes Santo a manera de
evocar las siete últimas frases que pronunció Jesús durante su crucifixión,
antes de morir, tal como se recogen de los Evangelios canónicos. Por
considerarse propio de un momento devocionario de excepcional importancia, la
Iglesia Católica dedica una liturgia que no sólo conmemora tan conmovedora
situación. También para interpretarlas desde la perspectiva de las realidades
vigentes. Ello se ha dado por llamar: el Sermón de las Siete Palabras.
En política pudiera calcarse tan significativo hecho
apostando a convertirlo en oportunidad para aprender el ejercicio de una sana
política. De aquella política que puede enseñar a ganar a los hombres con la
buena fe, antes que someterlos a una ideología con amenazas disfrazadas e
inspiradas en la demagogia del populismo. Ya decía Francois-René de
Chateaubriand, diplomático y político francés, que “la verdad política,
cualquiera que sean sus formas, no es más que el orden y la libertad”. Sólo que
las tinieblas bajo las cuales se manipula la política de ocasión, sobre todo cuando
se hace del poder, justifican cualquier excusa para no reconocer que la
política sensata es capaz de aplicar en cada tiempo aquellos ideales que las
circunstancias hacen posible alcanzar. Desde luego que pensar que sólo siete
palabras podrían servir para abordar la complejidad de la política en el marco
de desviaciones que caracterizan su cuestionada práctica actualmente, es una
absoluta equivocación. Sin embargo, pudiera hacerse un primer ejercicio basado
en el método de prueba y error a fin de llegar a un estado del arte más
propositivo que indicativo por cuanto el problema de reflexionar sobre política
toca antes la espiritualidad que la corteza cerebral de quienes chantajean en
nombre de la política.
Así se predicarían siete palabras que exalten la
dignidad de la política.
Primera Palabra: La humildad nace de la confianza que
el político debe animar en los demás hacia su persona a través de demostrar un
liderazgo verdadero. Un liderazgo ausente de razones que inciten a actuar con
fanfarronería y petulancia.
Segunda Palabra: Publio Siro, escritor latino de la
antigua Roma, dijo que “Dios mira las manos limpias, no las llenas” lo cual era
una forma de aducir la honradez como virtud o el valor de actuar siempre con la
verdad de por medio, ser decente, recatado, razonable y probo. O sea, honesto.
Tercera Palabra: La tolerancia entendida como respeto
y consideración hacia la diferencia, resume una actitud de aceptación del
legítimo pluralismo lo cual destaca la capacidad de un político de saber ceder
en un conflicto de intereses justos.
Cuarta Palabra: Quien se precie de vivir la política
desde el poder, no debe dejar de ser persona solidaria. De la solidaridad
comprendida como aquel sentimiento que basado en la unidad, busca conseguir
metas, objetivos o intereses en común. Ya Émile Durkheim explicaba la
solidaridad como un “valor requerido para unir los miembros de una sociedad”.
Un gobierno que tenga sentido de sus responsabilidades, tiene igual sentido del
concepto de solidaridad.
Quinta Palabra: Libertad. El político debe jugárselas
todas por incitar las mayores libertades posibles pues del hecho de contar con
una sociedad libre, depende ganar un pueblo con pensamiento autónomo y de
actitud soberana.
Sexta Palabra: Un político responsable es quien a conciencia
sabe hacerse cargo de sus decisiones asumiéndolas en un contexto de
enriquecimiento espiritual donde no se maltrate a nadie. Arrogándose no sólo
sus derechos, sino además sus deberes ciudadanos. Sabiendo que ser responsable
compromete la sabiduría necesaria para cumplir con las obligaciones de ley.
Séptima Palabra: Ser demócrata no es decirlo para
llenar un mero espacio de algún formulario. Es doblegarse cuando las
necesidades lo exijan, o cuando se precise de exhortar el valor igualdad como
razón de vida de una nación. Porque ser demócrata es una actitud asumida de
cara a la vida. Con esta última, quizás la más importante, puede decirse que ha
concluido el ejercicio de animar esta reflexión sobre las Siete Palabras en
Política.
VENTANA DE PAPEL
¿OTRO VIA CRUCIS?
Azuzados por el descontento que cunde al país, la
Semana Santa sirvió para desplegar actitudes que si bien siguieron
correspondiéndose con las tradiciones católicas, del mismo modo dejaron ver
sentimientos de protesta del venezolano. De ese venezolano de pensamiento,
comportamiento y esperanzado en vivir bajo un sistema político democrático.
Así se vio que la pasión de Jesús representada
mediante la escenificación de sus últimos momentos de vida, antes de morir
sacrificado, fue montada bajo argumentos que revelaron la crisis política y
económica que padece Venezuela. Estudiantes salieron a las calles para
dramatizar el vía crucis. Aunque realmente fue otro vía crucis o sucesión de
momentos que buscaron enviar un mensaje de reflexión alrededor de los problemas
que afectan la salud emocional, familiar y ciudadana del venezolano.
Distintos recorridos fueron escogido por jóvenes del
movimiento estudiantil para reflejar los doce problemas que más afectan al
país. De esa forma, cada estación del vía crucis se prestó para condenar la
censura, la corrupción, el déficit de viviendas, la pésima educación, la
devaluación, la escasez, el desabastecimiento, la inseguridad y el pronunciado
deterioro de la calidad de vida de los venezolanos que además ha causado luto a
centenares de familias. Según Danny Ramírez, avezado dirigente político
merideño, ese otro comenzó a recorrerse “la mala noche de diciembre de 1998, en una jugada de la
antipolitica, del odio partidista y de la oligarquía rancia desplazada del
poder durante la era democrática”.
No hay duda de que en Venezuela ha venido
transitándose una ruta de destrucción de valores de ciudadanía convirtiendo
cada habitante del país “en seres llenos de miedo, chantajeados por un gobierno
que ofrece ser el único medio para satisfacer necesidades básicas, sin derecho
a opinar y menos a pensar distinto”. Así
como Jesús enfrentó con resistencia los latigazos, asimismo en Venezuela la
democracia hace frente al azote del régimen. Ciertamente, acá se ha vivido durante
casi tres lustros de mal gobierno, pésimas ejecutorias que resultan en un cruel
padecimiento. O será que en verdad todo ello es ¿otro vía crucis?
PATRIA, PERO SIN SENTIDO NI FORMA
¿Por qué tanto empeño del régimen en vender la idea de
que “tenemos patria”, cuando en realidad todo suena a “canto de sirena” en
medio de un mar sin frontera ni posibilidad de avistar un trozo de tierra
firme? A decir del historiador Luís Enrique Izaguirre , lo que viene sucediendo
en Venezuela “no es un juego de política. Es una manipulación y práctica
macabra, mucho más cruel e inhumana que la acontecida en otros regímenes del
mundo, que copiaron el esquema filosófico comunista”. No conforme con tan dura
aseveración, sigue escribiendo Izaguirre, que “la cruda verdad la vemos a
diario, cuando no se respetan ni las condiciones de edad ni las ilusiones de
muchos venezolanos”.
Aunque vale también ventilar el problema que padecen
aquellos jóvenes que en su fuero interno llevan la antorcha encendida de la
libertad, y que caen muertos en el campo de batalla en que ahora se han
convertido las calles del país. Sobre todo, de aquellas que, por estratégicas,
se constituyeron en sitios de choque en medio de situaciones desiguales. En
medio de confrontaciones discordantes. O sea, piedras contra balas, botellas
contra perdigones, gritos contra gases lacrimógenos. Pareciera que el tan
cacareado “diálogo”, ha sido otra ocasión más para “arar en el mar”.
Y es que el modelo impuesto por la mal llamada
“revolución bolivariana”, nunca aceptará condiciones democráticas como lo hacen
los pueblos que ejercen la verdadera y justa política de libertad. El severo
trazado de Luís Enrique Izaguirre, llega a asegurar que “los poderes y sobre
todo el electoral, están blindados con un programa cibernético preciso que
siempre dará por ganador al candidato de turno. Y ni que decir de los otros
poderes, controlados por el poder de los Castro, quienes con su precisa
geopolítica, hacen lo que quieren en nuestra mal herida tierra” Entonces, ¿qué
decir del trillado término patria? No hay de otra. Patria, pero sin sentido ni
forma.
“Toda reflexión que invite a consustanciarse con las necesidades del pueblo y sus posibles soluciones, debería ser consuetudinaria tarea de un debido ejercicio de gobierno y responsabilidad de quienes hacen de la política un oficio constructivo” AJmonagas
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
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