En 1ero
enero de 1959, hace 54 años,
entraron a la Habana Cristo en la
mano, las huestes comandadas por Fidel
Castro y Raúl, Camilo Cienfuegos, Huber Matos, Juan Almeida y el aventurero Che
Guerra, sin pérdida de tiempo y a
instancias del Che, se instaló un régimen comunista bajo las ideas del fundador del Partido
Comunista de Cuba Julio Meya.
Instalan los Tribunales Revolucionarios y
someten a juicio a 430 personas y las
fusilan en la cárcel de la Cabaña cuyo jefe de esa prisión era el Che Guevara, y desmantelan el Ejército y confiscan toda
propiedad privada. El mismo año eliminan a Camilo Cienfuegos y encarcelan a
Huber Matos por oponerse a establecer un
régimen comunista, y para ello, le ofrecen a Nikita Kruschef primer ministro ruso, a Cuba como
plataforma para la penetración del
comunismo en América Latina a cambio de protección frente a USA.
54 años luego allí estala misma elite de criminales ancianos en el poder en
Cuba, sostenidos por la represión, la cárcel, el crimen de Estado, el hambre
y la miseria de un pueblo, pero ellos
“gobiernan en nombre del pueblo,” algo así como con “Chávez mandaba el
pueblo.” Para sus fines, y en su época
Fidel (1960-80) utilizo en sus interminables peroratas públicas por Radio
Habana Cuba. Tal, así, se lo recomendó a Chávez, un lenguaje
escatológico, grotesco y descalificativo para desmoralizar a quien fuera.
Y de
inmediato, al asumir Chávez el poder en 1999 por recomendación de
ideólogos comunistas-marxistas como Miquilena, JVR y Petkof, Chávez, también Cristo en
mano, se refugió bajo el manto de la
Habana como Fidel lo hizo con Rusia en la década de los 60, y puso ahora, en esta oportunidad, a Venezuela y su riqueza como la nueva
plataforma para lograr los objetivos que
Fidel no pudo en esa época, y vean el estado en que se encuentra el país
tras 14 años de haber Chávez desmantelado
todo.
Lenguaje que ahora el hombre de Raúl Castro,
Nicolás Maduro, cuestionado por su nacionalidad venezolana y legitimidad en el
poder, lo que mantiene inquieto a los hombres de las escopetas, una vez Chávez puesto fuera del juego, y quien hizo la primera parte de esta saga,
Maduro, repito, heredero de una
tragedia, utiliza ese lenguaje
para amedrentar a una
sociedad también hambreada, amedrentada,
reprimida, sometida a sus designios sus instituciones, con una economía en
bancarrota y un fisco quebrado y controlada sus Fuerzas Armadas en un escenario semejante al de Cuba, pero
el asunto es que no somos Cuba, e allí el dímela, emplea igualmente los términos: Guerra Económica, golpes
eléctricos, ve como Fidel magnicidas por doquier, y emplea los términos golpistas, pitiyanquis, fascistas, oligarcas
y todo ese basurero verbalista que allá en Cuba con Fidel funciono, pero aquí
seguro que no.
Solo es de esperar, Maduro hace el resto.
Alea jacta est
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