Es tiempo de que los sectores afectados a través de sus dirigentes, se pongan de acuerdo, para darle un parao a este gobierno irresponsable.
A semejanza de Mussolini, Maduro parece
decidido a “vivere pericolosamente”. En tres meses de presencia de facto en
Miraflores ha desatado un pleito tras otro con sectores importantísimos de la
vida nacional. Es fuerte la tentación de permanecer como simple espectador en
espera del desenlace
El acoso de la “revolución” contra las
universidades autónomas en de vieja data. Chávez las tuvo en la mira pero
manejó su encono con relativa prudencia por estar consciente de que detrás de
ellas hay un universo de dolientes.
Maduro actúa con menos prudencia que su maestro. Está en pleno desarrollo un plan
liquidacionista de la universidad autónoma, en el que cumplen el triste papel
de carniceros, algunos profesores y estudiantes
en los que prevalece el apego al estipendio. Podría considerarse que el pleito lo ganaría
el gobierno. Vienen manejando
simultáneamente la persecución y el ablandamiento, utilizando el argumento efectista
de que no deben perder los estudiantes el año académico. Pero estudiantes y profesores se mantienen firmes. Venezuela entera debe respaldarlos.
A esto se añade el pleito con los
médicos. Es cierto que el ejercicio de
la medicina de cierta manera se ha mercantilizado un tanto, pero las clínicas
privadas están llenando el vacío de un servicio público de salud, completamente
colapsado. Es inconcebible el
tratamiento que pretende darles el presidente de Indepabis, un fanático del
stalinismo. No se les puede imponer a
las clínicas tarifas calculadas por burócratas, que no tienen ni idea de sus
costos operacionales. Al igual que sucede con las universidades, los médicos de
las clínicas privadas y del personal auxiliar deben organizarse en defensa de
un servicio tan importante, y que en las circunstancias actuales es absolutamente
indispensable.
Ya
habíamos visto cómo el mismo criterio se aplicó al manejo de las empresas
industriales y agropecuarias con resultados catastróficos; al punto de que en
la actualidad Venezuela importa el 75% de los alimentos que consumimos y buena
parte de las manufacturas requeridas para un nivel y calidad de vida más o
menos aceptable. También el gobierno se
ensañó con los comerciantes, tratando de convencer a los venezolanos que la
inflación es un fenómeno especulativo, generado por comerciantes insaciables,
cuando en verdad ha sido provocada por las funestas políticas económicas
aplicadas en estos años de gobierno supuestamente revolucionario.
Es tiempo de que los sectores afectados a través de sus dirigentes, se pongan de acuerdo, para darle un parao a este gobierno irresponsable.
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Jaua expresó recientemente: “no tendremos
papel tualet, pero tenemos Patria”. Si, una Patria gobernada desde La Habana.
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