Si
agarramos el país como un todo y lo auscultamos con el estetoscopio político
(escuchando, atendiendo atentamente al latido), la pulsación registra un clima
de pre-conflicto.
¿Lo
podrá desmontar (por sí solo) el chavismo? ¿Lo puede desactivar Nicolás Maduro?
Pareciera
que —confundido, mal aconsejado, perdido— estuviese apostando al espejo ruso.
Esta desatada persecución a lo Putin, a lo KGB, a través del mayor de la
Comisión de Contraloría, la Fiscal y de los magistrados del TSJ sobre la
supuesta base de pruebas forjadas, para asesinar y callar la boca judicialmente
a los adversarios, está dinamitando los puentes a cualquier posibilidad de
diálogo político.
Al
dirigente aragüeño Richard Mardo, el temido enemigo electoral del régimen en la
región, seguramente lo ejecutarán en la Asamblea Nacional el 30 de julio.
Siguiéndole en la lista María Corina, grabada en su intimidad y acusada por el
régimen de traición a la Patria, junto a dos gobernadores y diputados para
quienes la inmunidad pende de un hilo. Y el mismo líder de la oposición
venezolana: Henrique Capriles Radonski.
¡Carajo,
y la desmesurada persecución de mi colega y amigo Nelson Bocaranda! Montada
sobre una truculenta operación de acoso y derribo por —supuestamente— difundir
una información por su cuenta en Twitter que, como muy bien lo documentó
PROVEA, no produjo ningún daño ni en el CDI mencionado ni en ningún otro,
siendo la causa (real) de este pase de factura su desnudamiento periodístico
del formidable (y desalmado) manejo propagandístico cubano de la larga agonía y
la muerte de un hombre.
Muerte
a la que ellos le sacaron hasta la última gota de jugo.
Una
campaña de “limpieza” semejante a la rusa en un momento en que se intenta dar
un tratamiento pragmático al caos y salvar de la bancarrota al país. Eso y
callar las bocas.
Se
identifica Maduro con el autócrata ruso en su campaña para limpiar el panorama
de figuras que, como dice Pilar Bonet desde Moscú —ya sea por su espíritu de
independencia, su talla política, capacidad de denuncia, convocatoria u organización—
“puedan representar siquiera un atisbo de amenaza para el sistema” que él
preside.
De
manera que por ahí marcha la cosa: podar el panorama de adversarios.
Pero
un Estado tan descompuesto como éste no se va a desmontar por esa vía:
liquidando al liderazgo opositor con la estructura judicial y policíaca del
régimen. Y rogando que esta dirección opositora tan flemática no termine de
coger responsablemente en sus manos las riendas políticas de los demasiados y
desorganizados núcleos de conflicto social. De la indignación. Del descontento.
De lo que ha terminado por construir otra mayoría.
Quizás
se ha sobreestimado tanto a Chávez que no se termina de ver que su ausencia ha
debilitado tremendamente el proyecto, ese “glosario de consignas”. Tanto que en
el Alto Gobierno han buscado dónde armar y no han encontrado ni pensamiento ni
obra. Sólo se ha desarrollado un “capitalismo sucio” con el mercado cambiario,
uno tan grande que ha terminado por convertirse en la tentación para el
mestizaje pirata de unas nuevas mafias económicas y financieras, cuyos
tentáculos criminales ya han penetrado todas las estructuras del Estado.
Como
en Rusia.
¿Y
qué puede hacer con esto Maduro? ¿O el PSUV? ¿Qué hacer con esta hoguera de
proporciones insólitas que es la corrupción masiva de la Nación? ¿Qué? ¿Detener
sólo a los raterillos por temor a ir directamente por los milmillonarios capos?
En
estos días alguien parafraseaba a Al Capone, por aquello de que “No entiendo
cómo las personas eligen el camino del crimen, cuando hay tantas maneras
legales de ser deshonesto”.
Carlos
Tablante y Marcos Tarre Briceño acaban de finiquitar un importante trabajo
investigativo revelador que descubre en el libro Estado delincuente: Cómo actúa
la delincuencia organizada en Venezuela la dimensión del profundo y poderoso
engranaje con la corrupción cívico-militar que gobierna el país.
Y
que ha lesionado directamente el patrimonio de la Nación.
Una
investigación con tanta fuerza y contundencia como aquel estudio de 2012 que
Transparencia Internacional hizo público titulado Dinero, Política y Poder.
Peligros de la corrupción en Europa, que atestigua que cuando a la corrupción
—política y económica— se le une la crisis económica y la desigualdad de
oportunidades, rentas, patrimonios y resultados, la situación se hace
explosiva.
Ahora,
en esta avanzada, Tablante y Tarre desentrañan cómo el control de cambios
chavista ha sido un semillero de delitos desde la mal denominada crisis
financiera de 2009-2011, que no fue más que un caso de megacorrupción en el
manejo del patrimonio de la Nación, hasta ahora sin algún funcionario público
investigado y con el resto de los responsables liberados. También aparecen los
fraudes y sobornos perpetrados en el mercado cambiario, cómo el crimen
organizado entró en PDVSA y robó los fondos de los trabajadores, los negocios
ilícitos, la primera emergencia eléctrica, las ventas de cargamentos de crudo,
las inversiones en la Faja del Orinoco, los “negocios chinos” y en el
contrabando de gasolina. A eso hay que sumarle lo de PDVAL-Pudreval, el caso
del maletín en Argentina, los escandalosos negociados de las industrias
básicas, el tráfico de cabillas y la inacabada repotenciación de Macagua I.
Y
la penetración de la delincuencia organizada en el Poder Judicial y en el sistema
penal y carcelario.
Una
bomba. Una que nos obliga a preguntarnos con qué se enfrenta Maduro contra la
Gran Corrupción.
Cráteres:
-
Mardo va a demostrar cuán unida está la unidad. O las dos unidades: la que está
con Capriles y la que medio está. Claro, lo de Mardo es consecuencia de no
reconocer al Gobierno. Dicen que el Gobierno está determinando cuál es su
oposición. No hay espacio para el diálogo. Por aquello de “si mantengo el
conflicto no tengo que demostrar mi liderazgo”.
-
José Vicente continúa advirtiendo sobre el golpe. “Lo afirmo con plena
responsabilidad”, dice: “Se gesta un golpe contra el orden constitucional”. Y
agrega que “esta rotunda afirmación se sustenta en la experiencia acumulada y
en informaciones provenientes de fuentes confiables”. Y la conecta con los
procesos electorales (que, cosa curiosa, ahora el Gobierno está amenazado de
perder). De lo que uno infiere, conectando esto con las advertencias de Jaua
del 5 de Julio anunciando “rebelión total” ante actuaciones “fascistas” —que,
como sabemos, es un calificativo que el régimen usa y endosa alegremente y sin
escrúpulos a cualquiera que emerja en el horizonte opositor con suficiente
fuerza popular—, en caso de que la oposición logre la mayor cantidad de
alcaldías en diciembre. El impacto de esto, de cara a un 2014 complicado (muy
complicado) podría interpretarlo el Gobierno como un golpe.
-
Otra cosa: ¿con qué culo se sienta la cucaracha? ¿Cree de verdad José Vicente
Rangel que en la oposición hay suficiente apoyo militar para lanzarse por ahí?
¡Increíble!
aguilaluis_7@hotmail.com
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