Las imágenes difundidas de Nicolás Maduro en
La Habana, recibiendo formación política con el Partido Comunista Cubano, lo
reafirman como el candidato de Raúl Castro.
OBSTRUCCIÓN EN LA VÍA |
Los cubanos son los principales interesados en que Nicolás se mantenga
en el poder pero están realmente preocupados por la inocultable pobreza
intelectual -no económica- del candidato
y por sus evidentes limitaciones políticas. No tiene nada que decir y cuando
habla es peor, no tiene liderazgo, ni carisma, la gente lo identifica como
parte del entorno responsable del fracaso y la corrupción de estos 14
años. Por eso la asesoría cubana se ha
centrado en hacer del difunto un mito y en utilizar sus restos, su imagen y hasta
su voz como centro de la campaña.
Sin embargo, algunas cosas obstruyen la ruta
de Nicolás y del G2 cubano, mencionaré solo tres.
Primero, la construcción de un mito necesita
una épica, como la tuvo la revolución rusa o una gesta heroica como el asalto
de Fidel al Cuartel Moncada o la campaña de Sierra Maestra. El gobierno intentó
por años convertir al 4F en una fecha
patria pero la gente estuvo siempre clara en que aquello fue simplemente un
fracasado golpe de Estado. Los restos del "Héroe del Museo Militar"
como irónicamente lo llamaban, están hoy en el "Cuartel de la
Montaña" pero nada de eso funciona, la gente no come cuentos.
Segundo, lo otro que conspira contra la
construcción del mito es la realidad: Cualquiera que haya perdido un ser
querido sabe que el recuerdo es eterno pero la realidad nos arropa y a los dos
días hay que ir a trabajar, ocuparse de los hijos, ir al mercado y comprar el
gas o pagar la luz. Nicolás no hace más
que hablar del expresidente fallecido, repitiendo incesantemente lo mismo e irrespetando su
memoria para sacar dividendos electorales; mientras tanto la gente está
hablando de la angustiante inseguridad, indignada por los apagones y por la
escasez de productos esenciales, hablando del paquetazo y del alto costo de
vida. Hay dos países y desde la cumbre
del poder eso no se percibe.
Tercero, los cubanos no terminan de entender
nuestra idiosincrasia. En cualquier velorio, los chistes están presentes y con
ello nadie irrespeta al difunto, esa es quizás nuestra manera de cargar las
penas. En cualquier situación -por difícil que sea- el buen humor del pueblo
venezolano hará de las suyas, esta es otra realidad. En un país de "jodedores" es
difícil mitificar a un personaje. No es
casual que para ingresar al Panteón Nacional, la Constitución exige que hayan
transcurrido 25 años!
En todo caso, si los cubanos logran manipular
a una parte del pueblo y convertir su pena en intención de voto, Nicolás y Raúl
Castro podrían preservar el poder. No es
fácil, diría. Hoy la creciente
expectativa de cambio luce indetenible: Capriles -más allá del mito- logra
conectar con la realidad y tiene una clara opción de victoria. ¡Todos la
haremos posible!
@richcasanova
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