El politburó debe entender que aquí nadie se ha rendido, ni se rendirá
El país opositor vive una crisis de
expectativas. Desde que se supo de la enfermedad de Chávez, imaginó
-equivocadamente- que su revolución se desplomaría de inmediato, como un
castillo de naipes.
Ese sector de la población, creyó que los problemas del país se resolverían sin demora: lo que mucha gente imaginó fue un derrumbe aparatoso del régimen y no una degradación paulatina que podía ser provocada, bien por la impericia de "la sucesión", por la misma terca perseverancia de los venezolanos que se resisten al modelo autocrático, o bien por una combinación de ambos factores
Ese sector de la población, creyó que los problemas del país se resolverían sin demora: lo que mucha gente imaginó fue un derrumbe aparatoso del régimen y no una degradación paulatina que podía ser provocada, bien por la impericia de "la sucesión", por la misma terca perseverancia de los venezolanos que se resisten al modelo autocrático, o bien por una combinación de ambos factores
Quienes hicieron ese mal cálculo son los que
hoy experimentan una gran decepción: un desencanto que está afectando el clima
electoral, notablemente contaminado por el des-ánimo, la desmoralización y la
desconfianza en la ruta electoral-incrementalista adoptada en 2006 por la
dirección política de la oposición. Hacia ellos, precisamente, está dirigido el
esfuerzo de Henrique Capriles Radonski, a quien, en esta oportunidad, le ha
correspondido la difícil tarea, no de convencer al chavismo sobre la
superioridad de su oferta, sino a los propios opositores desilusionados ante
las circunstancias.

La vigencia del proceso en el mediano y largo
plazo depende del éxito de esta programación, concebida para resellar las
percepciones sobre la supuesta "inquebrantabilidad" del proyecto
bolivariano.
La verdad es que la revolución ni siquiera fue inquebrantable con Chávez a la cabeza: si el poderoso comandante-fundador no consiguió jamás la rendición del país obstinado y terco que se le resistió durante años, no existe ahora ninguna razón para ceder ante un segundón como Maduro. Al contrario: la perseverancia activa de los demócratas venezolanos nunca fue tan obligante.
El
politburó debe entender que aquí nadie se ha rendido, ni se rendirá.
Argelia.rios@gmail.com
@Argeliarios
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