Comencemos
por un hecho aparentemente trivial.
En la noche del 7 de octubre el canal oficial
transmitió en directo el excelente mensaje de nuestro candidato Henrique
Capriles, en el cual asumió con gallardía su derrota electoral.
Acto
seguido, cuando la imagen regresó al estudio, uno de los integrantes del panel
del canal, mientras acomodaba unos papeles, espetó: -Bueno, esas son las
declaraciones del candidato de la derecha, el candidato derrotado-
Demostrando
total desprecio al líder y al contenido respetuoso de su discurso, recurrió a
la manoseada y maniquea descalificación ideológica utilizada por el Presidente
Chávez y sus obsecuentes a lo largo de toda la campaña electoral.
Ante
las palabras emotivas de Radonsky, que seguramente conmovieron a no pocos
chavistas, el periodista se apuró a minimizarlas, a borrarlas de la memoria,
afirmando que el emisor es, según su criterio, un indigno militante de la
derecha al que no hay que tomar en cuenta.
Ese
simple hecho puso en evidencia una vez más el desprecio del chavismo hacia todo
aquél que tenga una visión distinta a la
suya en torno al mundo de las ideas y de la política, característica
fundamental de La Revolución Bolivariana. La ideología por encima de la ética.
Ahora
yo pregunto: ¿en qué quedó la patraña, reiterada hasta el cansancio, que
vaticinaba el desconocimiento de los resultados electorales por parte de la
oposición democrática? ¿En qué quedó la profecía perversa, destinada a atemorizar
a los votantes ingenuos, que auguraba un país devastado en medio de la
desestabilización planificada por la oposición en confabulación con el Imperio?
En
nada, en pura paja, olvidada desde el instante en que el oficialismo confirma
su victoria. Una infamia más para sumar a la larga lista, una goebbeliana
mentira utilizada tácticamente para mancillar al adversario. Nadie se disculpa
ante la manipulación, no lo consideran necesario.
Pero
bueno, perdimos y la Mesa de la Unidad junto a nuestro candidato analiza las
razones para corregir lo que haya que corregir y rescatar los aciertos. La
lucha continúa.
Aquí,
como afirmó Ramón Guillermo Aveledo, no hay tiempo para depresiones y lamentos,
aquí hay que trabajar paralelamente a los análisis, para enrumbar este país por
los caminos del progreso, la sensatez, el respeto y la inclusión. Como dicen
los futboleros sureños ante una derrota: “el que quiera llorar que vaya al
cuartito”.
Lamentablemente ya circulan por internet
algunas aseveraciones febriles de los radicales del teclado.
Otra
vez, por increíble que parezca, se habla de “la ingenuidad de los políticos” y
se afirma sin ninguna duda la existencia de “un fraude electoral”.
Hay gente que no quiere aprender que ese
camino solo lleva a la desmovilización, a la apatía y, en definitiva a la
abstención como sucedió cuando la ridícula “ilegitimación” de la Asamblea.
No
le hagamos el juego al gobierno, él ya está echándole leña a ese fuego y en eso
es especialista.
Abordemos de una vez las tareas de organización para
las elecciones de Alcaldes y Gobernadores.
Hay
un camino.
german_cabrera_t@yahoo.es
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