Cualquier evaluación de las elecciones del
domingo 7 de octubre, tiene que pasar por el reconocimiento de la actuación
incansable de Henrique Capriles Radonski y, por supuesto, de los factores
políticos integrantes de la alianza opositora. Pero, por supuesto, es temprano
para hablar sobre el liderazgo futuro de Capriles y de la unidad que lo ha
acompañado.
Por eso, la razón de ser de este artículo se
relaciona con el amplio espectro de reacciones que ha habido en el sector
derrotado, que van desde la desilusión y el llanto hasta celebraciones por el
alumbramiento de un nuevo salvador del rumbo de la nación. Y me parece que
quienes se sitúan en esos extremos están perdiendo de vista un hecho elemental:
La política se hace todos los días y la última palabra nunca está dicha.
La propuesta electoral de Capriles obtuvo 6.5
millones de votos, cantidad superior en dos millones y en 7 por ciento a la obtenida por Manuel
Rosales en 2006. Ese caudal es producto del enorme esfuerzo físico de Capriles
y de su demostrado deseo de que quiere desplazar la dañina autocracia Hugo
Chávez, pero al mismo tiempo es fruto de la gran contribución de los partidos
políticos y de otras organizaciones e individualidades que lo acompañaron. Los gobernadores y alcaldes opositores tuvieron
una participación relevante.
Hay muchos elementos que influyeron para que el
resultado fuera adverso, algunos de los cuales examiné en mi anterior artículo
y otros que no voy a tocar en esta ocasión porque quiero concentrarme en el
candidato presidencial, que es inteligente y con una corta pero encomiable
trayectoria política y tiene muchas cosas por hacer.
Hoy algunos equivocadamente ven en Capriles un
líder perfecto, sin debilidades, nacido casi como el mecías. Pero los hechos demostraron que tiene
debilidades de peso que, con su inteligencia y su probado deseo de ser líder,
deberá superar.
Antes, insisto, hay que reconocer que supo rectificar el
discurso vacilante, impreciso, frío, de la etapa de las elecciones primarias y
del comienzo de la campaña, para luego desarrollar una estrategia de ataque
frontal al gobierno desastroso de Hugo Chávez, que ha causado un grave
trastorno económico, político, económico y ,sobre todo, moral al país.
En su largo recorrido por el país, las
carencias de Capriles en el manejo de los temas económicos fueron
protuberantes. Usaba y manejaba las cifras y frases preparadas por los asesores
económicos, pero eso no era suficiente.
Ahora tendrá que dedicar tiempo al estudio de los asuntos económicos,
que son indispensables para todo hombre de Estado aunque, obviamente, un
Presidente no tiene por qué ser un sabelotodo.
Después de las elecciones de gobernadores, en
las cuales él jugará un papel de primer orden apoyando a sus candidatos, en la
oposición se producirá el barajo natural de todo proceso político
democrático, que se nutre de la
controversia de ideas y de la competencia.
Porque solo en circunstancias excepcionales surgen y se consolidan
líderes políticos como producto de imponderables, de lo cual son ejemplos Hugo
Chávez con sus rebuscadas frases del 4 de febrero de 1992 y César Gaviria
Trujillo en Colombia (1989), cuando sin haber sido relevante, surgió en el
entierro de Luis Carlos Galán, al ser señalado por el hijo de este como sucesor
del proyecto político del asesinado candidato.
Lo normal, usual, lógico y saludable, es que los estadistas sean fruto
de largas luchas y del estudio.
Un desafío de Henrique Capriles tendrá que ser
el estudio y aprendizaje de la historia latinoamericana y, por encima de todo,
la contemporánea de Venezuela. Ningún
político puede desconocer la historia si quiere entender a su país.
En la campaña y en la rueda de prensa que dio
dos días después de su derrota, fue obvio su desconocimiento de la historia
contemporánea de Venezuela. Capriles
habla de la vieja política y hace insinuaciones sin fundamento contra muchos
que le acompañaron en su campaña electoral.
No sabe que, por ejemplo, eso que despectivamente Hugo Chávez califica
de vieja política, con todos sus vicios, fallas y hechos de corrupción, tiene
pasajes hermosos, con obras y personajes imperecederos.
Eso que Capriles, como Chávez, llama con asco la vieja política, representa el período más largo de la vida democrática venezolana, con personajes fundamentales como Rómulo Gallegos, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Juan Pablo Pérez Alfonso, Carlos Andrés Pérez, y hasta miembros de la izquierda radical de una época que después de haber comprendido el equívoco, hicieron contribuciones relevantes a la vida del país.
Y entre los hechos concretos de la vieja
política que no podrán ser desconocidos, están la lucha contra la dictadura
atroz de Marcos Pérez Jiménez y aun antes, contra el oprobio de Juan Vicente
Gómez; el Pacto de Punto Fijo, que en su breve vigencia logró convertirse en un
modelo a seguir sobre gobernabilidad; la conquista del voto universal, directo
y secreto, la masificación de la educación, las obras de Gurí, el surgimiento
de una clase media sólida, el Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho y muchas
cosas más, que Capriles no ha tenido tiempo de estudiar.
No se trata de repetir gobiernos porque, en
primer lugar eso sería imposible porque sus protagonistas están muertos y sus
partidos están extinguidos o en los estertores de la muerte, pero la historia
está ahí. Además, nadie podría dejar de
recordar que el mismo Capriles inició su carrera política agarrado de la mano
de COPEI, que lo hizo diputado por el Zulia y Presidente de la Cámara de
Diputados en una alianza de la vieja política.
Y, finalmente, hay que recordar también que
existen muchos otros dirigentes políticos jóvenes con grandes méritos y hasta
con ideas distintas, que también luchan con igual derecho por una vida
mejor. Amanecerá y veremos.
ricardoescalante@yahoo.com
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Por la experiencia argentina, mientras la empresa INDRA sea responsable del manejo de las elecciones no habrá esfuerzo físico que valga ya que el resultado está marcado antes de comenzar la votación. Recomiendo ver (http://www.labotellaalmar.com/paginadeldia.php)porque es muy importante.
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