Roberto Briceño León, quien este sábado próximo pasado bautizó en la librería Alejandría, “Violencia e
institucionalidad”, libro escrito junto con los profesores Olga Ávila y Alberto
Camardiel, considera que una sociedad puede vivir sin cárceles pero no puede
vivir sin castigo. Afirma que este gobierno premia la impunidad: de 150 mil
homicidas solo han agarrado 23
19.459. No es el número ganador de una de las loterías que
operan en el país. Cuando este dígito se agrega al tema de la inseguridad,
adquiere la más escalofriante dimensión del territorio que pueblan millones de
venezolanos, y quienes salen de sus casas sin la certeza de que al regreso se
toparán con la bala que pondrá fin a sus vidas.
Para quienes les resultan exagerada la cifra de homicidios
registrados el año pasado, Roberto Briceño-León, Olga Ávila y Alberto Camardiel
les recomiendan la lectura de Violencia e institucionalidad, libro que recoge
el informe del Observatorio Venezolano de Violencia y que constituye una
acusación pública contra las autoridades que han preferido hablar con los
pranes de las cárceles en lugar de escuchar el clamor de los familiares de las
víctimas.
–Según este informe, 2011 podría quedar
como el año más violento en la historia del país. ¿Qué podríamos contar a
nuestros nietos cuando este triste capítulo nacional haya sido superado?
–Pudiéramos contarles de una dirigencia
política y de un gobierno que se equivocó al dejar de proteger a las personas.
De un gobierno que creyó que regalando dinero u ofreciendo empleos artificiales
podía acabar con la violencia; lo que además son argumentos que se caen por su
propio peso. Ni el desempleo ni la pobreza se han acabado, más bien ha
aumentado y paralelamente a eso ha aumentado la criminalidad. Pero también
podríamos contarles de una época de
miedo y de dolor. Pese a que el Gobierno sostiene que ha disminuido la pobreza
y acabado con el desempleo, el gran brinco de la violencia, de los homicidios
ha sido desde 1998 cinco veces mayor. De allí que no me canse de afirmar que
este gobierno ha sido una gran estafa en todas las áreas. Ofreció oro y entregó
oropel.
–En repetidas ocasiones, el ministro El
Aissami ha desmentido la veracidad de las cifras de los homicidios que
proporcionan las organizaciones no gubernamentales, alegando que las ONG no
tienen acceso a los datos oficiales ¿Cómo recaban esta información si el
Gobierno les niega acceso?
–En todas partes hay venezolanos honestos, que consideran que la
información pública es pública, no
propiedad de los gobiernos. Y esto es lo que ha sucedido aquí. La
información la tienen para ellos. Si ellos
no quieren que uno haga investigaciones y compruebe hechos tan dramáticos como
el incremento de la violencia, de los homicidios, de los atracos, de los
asesinatos, siempre habrá archivos oficiales que llegan a nuestras manos. Yo
siempre respondo a esa afirmación con un reto: si las cifras que manejamos son
equivocadas, abran habrán los archivos y ofrezcan toda la información. El tema
es que desde 1998 prohibieron dar cifras y las retiraron de las páginas web.
Pero con los años todas las investigaciones de las universidades nacionales con respecto a la
violencia han sido confirmadas. Recuerde que de estas cifras se rió un
ministro, y ahora viene el Presidente y reconoce públicamente que para 2009
teníamos una tasa de 49 homicidios por 100 mil habitantes. Incluso, dice más:
que hay dos veces más homicidios que cuando él llego al poder.
–¿Qué detalle novedoso ha descubierto en la acción delictiva
actual? ¿Ha habido más participación de mujeres o de menores de edad?
–Creo hay diversos factores nuevos, como ese de mayor participación
de mujeres, no solo como “cantadoras de zona” sino de una más activa: de
transporte de droga, en la ejecución de asaltos, pero en verdad, es un número
menor. Lo que sí hay es un incremento de la violencia entre los más jóvenes. Peor
aún: ha bajado la edad de incorporación al delito. Eso es grave, porque hemos
comprobado que la mayoría de los jóvenes que cometen delitos han crecido en un
ambiente de violencia. Hay hermanos, padres y otros familiares que están en el
delito; ellos los ven y los asimilan. Mientras más jóvenes son, más osados se
comportan, ya que no tienen apego a la vida. También hay un proceso creciente
de homicidios por honor o por defensa propia. Asesinan por los amigos, porque
le quitaron la novia, porque lo miraron mal. A ello se añade que hay demasiada
impunidad. Y al final, por dinero. Porque le pagan para matar. Eso es novedoso.
Eso no existía. No había jóvenes dispuesto al sicariato. Lo más asombroso de
todo es que de esos 150 mil homicidas solo han agarrado 23. Había una vez un
Estado que como sea hacía valer las leyes, pero este Gobierno se ha encargado
de destruirlo todo, porque para ser “revolucionario” hay que destruir todo lo
que venga del viejo régimen. Existe la orden de no actuar porque quieren aparecer
como un gobierno no represivo.
–¿Cuál es el perfil del delincuente venezolano?
–Es hombre, joven (de 15 a 25 años), posee estudios básicos y es
pobre. Por lo general es osado, audaz, no les importa la vida. Pero es capaz de
redimirse. Una anécdota de este vértigo de la muerte lo ilustra el caso de un
delincuente a quien entrevistamos y que nos confesó haber reflexionado de lo
que estaba haciendo cuando supo que su mamá, a escondidas, estaba reuniendo
plata para pagarle su entierro.
–¿Cuántos venezolanos, estima usted, están directa o
indirectamente vinculados a los casos de homicidios, en tanto que víctimas?
–Si estimamos que en los últimos 13 años ha habido 155 mil
homicidios, y tomamos un promedio de 4 persona por familia, podemos hablar de
620 mil personas directamente involucradas en esta espiral de la muerte. Se
calcula que por cada persona asesinada, hay 3 heridas, gente que tuvo la dicha
de no morir. Estamos viendo que tendríamos 465 mil personas lesionadas. Si
sacamos la cuenta de los 465 mil lesionados, más 155 mil fallecidos nos da 620
mil personas que han sido víctima de la violencia.
–En el caso venezolano, se habla de una trilogía maldita donde
se focaliza la violencia: una policía deficitaria, el pésimo funcionamiento de
la justicia y el mal estado de las cárceles. ¿Le da usted importancia a la
educación como palanca para prevenir la delincuencia?
–La educación, el empleo y el deporte son importantes para prevenir
la violencia: Pero lo anterior debe funcionar. Es necesario una política de protección
a la ciudadanía y a los jóvenes para que puedan estudiar o hacer deporte. Se
trata de un círculo virtuoso: si pudiéramos dar más seguridad podemos tener más
empleo y desarrollar más actividades y recreacionales que eviten la aparición
de los potenciales “nuevos delincuentes”. Pero también, deben actuar
correctamente los tribunales y una adecuada política penitenciaria.
–Otra novedad del delito en el país parece ser el secuestro
¿cuáles son sus características?
–Hay diversos tipos de secuestro, porque hay diversos tipos de
banda. Secuestro clásico es que conocen las cuentas bancaria de la víctima, que
saben que tiene dinero y ha estudiado sus rutinas, familiares, donde vive, etc.
Esa logística proviene de la guerrilla colombiana. Eso lo sabe la policía pero
no hace nada. Las unidades antisecuestros no han tenido apoyo. Otra modalidad
es el secuestro express, que se ejecuta en tiempo; no piden una cantidad
grande, sino el dinero que se puede reunir en horas y por lo tanto resulta un
golpe exitoso. Por eso ha aumentado, porque es más fácil. Los delincuentes que
robaban propiedades, prefieren ahora secuestrar al propietario y conseguir el
dinero. Esta modalidad, por cierto, no ocurre solo en Caracas. Se da mucho más
en Barinas y Portuguesa, entre otros estados. Y no ocurre con ricos, sino con
el señor que tiene una bodega y le secuestran un familiar. Lo peligroso de este
delito es que hay muchos amateurs, no profesionales y los cuerpos policiales
conocen sus procedimientos.
–Por suerte, el Gobierno, aunque un tanto tarde, reconoció los
estragos de la inseguridad, y el propio Chávez confirmó lo que sus ministros
(algunos con risitas) han negado. ¿Tomó por fin conciencia el Presidente del
asunto?
–No tengo duda que la Misión A Toda Vida es una oferta electoral.
Antes se publicaron cuatro libros con esa gran problemática y luego fue
rechazado por el ministro en ejercicio. Ese nuevo plan es una respuesta
electoral en un año electoral. Hay cosas buenas del plan de prevención de
consumo de drogas. En 2002 se aprobó la Ley de Desarme; 10 años después no la
aplicó. No hizo nada. No la tomó en cuenta.
–Pero ¿hay salidas en el tema de la violencia y la inseguridad?
–Claro. Brasil aplicó la Ley de Desarme y redujo a la mitad los
homicidios y no tuvieron que prohibir los juguetes bélicos ni los videojuegos.
Es que hay más referencias históricas. Colombia tenía en 1998, tres veces más
homicidios que Venezuela. Ahora es al revés. Brasil pudo controlar las ciudades
más violentas como Río de Janeiro y Sao Paulo, con estas leyes, porque esos
países decidieron enfrentar a los violentos y delincuentes, persiguiéndolos,
atrapándolos y castigándolos. Aquí se ha hecho lo contrario. Este gobierno ha
estado cultivando una cantera de asesinos. Y eso es lo triste, nuestra más triste
realida
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