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lunes, 2 de julio de 2012

ROBERTO BRICEÑO LEÓN, 147 MIL HOMICIDAS LIBRES, ENTREVISTA ELIZABETH ARAUJO/ FOTO SAÚL UZCÁTEGUI, FUENTE TAL CUAL

Roberto Briceño León, quien este sábado próximo pasado  bautizó  en la librería Alejandría, “Violencia e institucionalidad”, libro escrito junto con los profesores Olga Ávila y Alberto Camardiel, considera que una sociedad puede vivir sin cárceles pero no puede vivir sin castigo. Afirma que este gobierno premia la impunidad: de 150 mil homicidas solo han agarrado 23

19.459. No es el número ganador de una de las loterías que operan en el país. Cuando este dígito se agrega al tema de la inseguridad, adquiere la más escalofriante dimensión del territorio que pueblan millones de venezolanos, y quienes salen de sus casas sin la certeza de que al regreso se toparán con la bala que pondrá fin a sus vidas.

Para quienes les resultan exagerada la cifra de homicidios registrados el año pasado, Roberto Briceño-León, Olga Ávila y Alberto Camardiel les recomiendan la lectura de Violencia e institucionalidad, libro que recoge el informe del Observatorio Venezolano de Violencia y que constituye una acusación pública contra las autoridades que han preferido hablar con los pranes de las cárceles en lugar de escuchar el clamor de los familiares de las víctimas.

–Según este informe, 2011 podría quedar como el año más violento en la historia del país. ¿Qué podríamos contar a nuestros nietos cuando este triste capítulo nacional haya sido superado?

–Pudiéramos contarles de una dirigencia política y de un gobierno que se equivocó al dejar de proteger a las personas. De un gobierno que creyó que regalando dinero u ofreciendo empleos artificiales podía acabar con la violencia; lo que además son argumentos que se caen por su propio peso. Ni el desempleo ni la pobreza se han acabado, más bien ha aumentado y paralelamente a eso ha aumentado la criminalidad. Pero también podríamos  contarles de una época de miedo y de dolor. Pese a que el Gobierno sostiene que ha disminuido la pobreza y acabado con el desempleo, el gran brinco de la violencia, de los homicidios ha sido desde 1998 cinco veces mayor. De allí que no me canse de afirmar que este gobierno ha sido una gran estafa en todas las áreas. Ofreció oro y entregó oropel.

–En repetidas ocasiones, el ministro El Aissami ha desmentido la veracidad de las cifras de los homicidios que proporcionan las organizaciones no gubernamentales, alegando que las ONG no tienen acceso a los datos oficiales ¿Cómo recaban esta información si el Gobierno les niega acceso?

–En todas partes hay venezolanos honestos, que consideran que la información  pública es pública, no propiedad de los gobiernos. Y esto es lo que ha sucedido aquí. La información  la tienen para ellos. Si ellos no quieren que uno haga investigaciones y compruebe hechos tan dramáticos como el incremento de la violencia, de los homicidios, de los atracos, de los asesinatos, siempre habrá archivos oficiales que llegan a nuestras manos. Yo siempre respondo a esa afirmación con un reto: si las cifras que manejamos son equivocadas, abran habrán los archivos y ofrezcan toda la información. El tema es que desde 1998 prohibieron dar cifras y las retiraron de las páginas web. Pero con los años todas las investigaciones de las  universidades nacionales con respecto a la violencia han sido confirmadas. Recuerde que de estas cifras se rió un ministro, y ahora viene el Presidente y reconoce públicamente que para 2009 teníamos una tasa de 49 homicidios por 100 mil habitantes. Incluso, dice más: que hay dos veces más homicidios que cuando él llego al poder.

–¿Qué detalle novedoso ha descubierto en la acción delictiva actual? ¿Ha habido más participación de mujeres o de menores de edad?

–Creo hay diversos factores nuevos, como ese de mayor participación de mujeres, no solo como “cantadoras de zona” sino de una más activa: de transporte de droga, en la ejecución de asaltos, pero en verdad, es un número menor. Lo que sí hay es un incremento de la violencia entre los más jóvenes. Peor aún: ha bajado la edad de incorporación al delito. Eso es grave, porque hemos comprobado que la mayoría de los jóvenes que cometen delitos han crecido en un ambiente de violencia. Hay hermanos, padres y otros familiares que están en el delito; ellos los ven y los asimilan. Mientras más jóvenes son, más osados se comportan, ya que no tienen apego a la vida. También hay un proceso creciente de homicidios por honor o por defensa propia. Asesinan por los amigos, porque le quitaron la novia, porque lo miraron mal. A ello se añade que hay demasiada impunidad. Y al final, por dinero. Porque le pagan para matar. Eso es novedoso. Eso no existía. No había jóvenes dispuesto al sicariato. Lo más asombroso de todo es que de esos 150 mil homicidas solo han agarrado 23. Había una vez un Estado que como sea hacía valer las leyes, pero este Gobierno se ha encargado de destruirlo todo, porque para ser “revolucionario” hay que destruir todo lo que venga del viejo régimen. Existe la orden de no actuar porque quieren aparecer como un gobierno no represivo.

–¿Cuál es el perfil del delincuente venezolano?

–Es hombre, joven (de 15 a 25 años), posee estudios básicos y es pobre. Por lo general es osado, audaz, no les importa la vida. Pero es capaz de redimirse. Una anécdota de este vértigo de la muerte lo ilustra el caso de un delincuente a quien entrevistamos y que nos confesó haber reflexionado de lo que estaba haciendo cuando supo que su mamá, a escondidas, estaba reuniendo plata para pagarle su entierro.

–¿Cuántos venezolanos, estima usted, están directa o indirectamente vinculados a los casos de homicidios, en tanto que víctimas?

–Si estimamos que en los últimos 13 años ha habido 155 mil homicidios, y tomamos un promedio de 4 persona por familia, podemos hablar de 620 mil personas directamente involucradas en esta espiral de la muerte. Se calcula que por cada persona asesinada, hay 3 heridas, gente que tuvo la dicha de no morir. Estamos viendo que tendríamos 465 mil personas lesionadas. Si sacamos la cuenta de los 465 mil lesionados, más 155 mil fallecidos nos da 620 mil personas que han sido víctima de la violencia.

–En el caso venezolano, se habla de una trilogía maldita donde se focaliza la violencia: una policía deficitaria, el pésimo funcionamiento de la justicia y el mal estado de las cárceles. ¿Le da usted importancia a la educación como palanca para prevenir la delincuencia?

–La educación, el empleo y el deporte son importantes para prevenir la violencia: Pero lo anterior debe funcionar. Es necesario una política de protección a la ciudadanía y a los jóvenes para que puedan estudiar o hacer deporte. Se trata de un círculo virtuoso: si pudiéramos dar más seguridad podemos tener más empleo y desarrollar más actividades y recreacionales que eviten la aparición de los potenciales “nuevos delincuentes”. Pero también, deben actuar correctamente los tribunales y una adecuada política penitenciaria.

–Otra novedad del delito en el país parece ser el secuestro ¿cuáles son sus características?

–Hay diversos tipos de secuestro, porque hay diversos tipos de banda. Secuestro clásico es que conocen las cuentas bancaria de la víctima, que saben que tiene dinero y ha estudiado sus rutinas, familiares, donde vive, etc. Esa logística proviene de la guerrilla colombiana. Eso lo sabe la policía pero no hace nada. Las unidades antisecuestros no han tenido apoyo. Otra modalidad es el secuestro express, que se ejecuta en tiempo; no piden una cantidad grande, sino el dinero que se puede reunir en horas y por lo tanto resulta un golpe exitoso. Por eso ha aumentado, porque es más fácil. Los delincuentes que robaban propiedades, prefieren ahora secuestrar al propietario y conseguir el dinero. Esta modalidad, por cierto, no ocurre solo en Caracas. Se da mucho más en Barinas y Portuguesa, entre otros estados. Y no ocurre con ricos, sino con el señor que tiene una bodega y le secuestran un familiar. Lo peligroso de este delito es que hay muchos amateurs, no profesionales y los cuerpos policiales conocen sus procedimientos.

–Por suerte, el Gobierno, aunque un tanto tarde, reconoció los estragos de la inseguridad, y el propio Chávez confirmó lo que sus ministros (algunos con risitas) han negado. ¿Tomó por fin conciencia el Presidente del asunto?

–No tengo duda que la Misión A Toda Vida es una oferta electoral. Antes se publicaron cuatro libros con esa gran problemática y luego fue rechazado por el ministro en ejercicio. Ese nuevo plan es una respuesta electoral en un año electoral. Hay cosas buenas del plan de prevención de consumo de drogas. En 2002 se aprobó la Ley de Desarme; 10 años después no la aplicó. No hizo nada. No la tomó en cuenta.

–Pero ¿hay salidas en el tema de la violencia y la inseguridad?

–Claro. Brasil aplicó la Ley de Desarme y redujo a la mitad los homicidios y no tuvieron que prohibir los juguetes bélicos ni los videojuegos. Es que hay más referencias históricas. Colombia tenía en 1998, tres veces más homicidios que Venezuela. Ahora es al revés. Brasil pudo controlar las ciudades más violentas como Río de Janeiro y Sao Paulo, con estas leyes, porque esos países decidieron enfrentar a los violentos y delincuentes, persiguiéndolos, atrapándolos y castigándolos. Aquí se ha hecho lo contrario. Este gobierno ha estado cultivando una cantera de asesinos. Y eso es lo triste, nuestra más triste realida

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