Perder
el tiempo atacando lo que el pueblo le agradece al comandante-presidente, sólo
contribuye a ensanchar la brecha entre los sectores populares y quienes aspiran
a conquistar su confianza y sus simpatías. Para coronar el triunfo electoral,
la oposición está forzada a admitir lo que es del César
Claro
que se puede gobernar mejor! ¡Claro que es posible superar el desempeño del
chavismo¡ A esto se circunscribe la desafiante tarea de Capriles y de todo el
elenco de la llamada "alternativa democrática": convencer al país de
que todo cuanto ha conseguido en estos casi catorce años es apenas una antesala
del progreso que merece. Lo primero que deben comprender los venezolanos es que
nada de lo que le ha sido otorgado se acerca siquiera a lo que merece y a lo
que un Estado responsable está en capacidad de otorgarle.
En
las circunstancias en que Venezuela avanza hacia la medición presidencial, poca
utilidad tienen las proclamas que desestiman la gestión social del gobierno
bolivariano. Sobran los testimonios acerca de las valoraciones positivas que
sus iniciativas poseen en la opinión pública. Perder el tiempo atacando lo que
el pueblo le agradece al comandante-presidente, sólo contribuye a ensanchar la
brecha entre los sectores populares y quienes aspiran a conquistar su confianza
y sus simpatías.
Para
coronar el triunfo electoral, la oposición está forzada a admitir lo que es del
César. Todas sus voces tienen que brindarle seguridad al pueblo con el que
necesita conectarse. Las cosas no están para desgañitarse contra el populismo.
Superar la oferta que "el proceso" plantea, pasa por darle credibilidad
a su compromiso de multiplicar los dividendos del reparto que la revolución le
ha garantizado a la gente de a pie. No hay cabida en este momento para una
formulación ideológica diferente, porque un nuevo sistema de valores se ha
plantado para obstaculizar cualquier propuesta de cambio. Un dato duro -y no
menos sorprendente de las encuestas de opinión pública- es el reconocido deseo
de una amplia mayoría de venezolanos -entre los cuales se cuenta un sector nada
despreciable identificado con la oposición- de que el país se mantenga por el
rumbo en que lo ha conducido Chávez.
Colocada
ante un país cuyos más variados estratos han comprado la promesa redistributiva
de Chávez, la alternativa democrática no puede sino exhibirse como una opción
casada con su optimización. Los ciudadanos deben ser persuadidos de que
"el proceso" ya ha llegado a su punto de rendimiento decreciente:
deben ser seducidos con la idea de que la revolución arrastra los pies y de que
sufre los achaques propios del envejecimiento. La única "oferta
superior" posible en este complejo contexto venezolano, es hacerle
entender a la gente que el hecho de que Chávez haya impuesto la pobreza en la
agenda de prioridades del país, no significa que sea él, necesariamente, quien
esté en capacidad de resolver los problemas que aquejan a los más desvalidos.
Revolucionar a la revolución: no hay otra forma... por ahora.
Argelia.rios@gmail.com
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Como siempre, la agudeza de Argelia en interpretar la realidad de nuestro pais se pone de manifiesto. Escuchemosle y procedamos acorde.
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