Al inicio del gobierno Hugo Chávez se
preocupaba por contar con apoyo europeo, supuestamente para enfrentar los
Estados Unidos cuando llegara el momento de la ruptura política.
La responsabilidad recayó sobre una célula de
relaciones internacionales organizada en el Palacio de Miraflores por Temir
Porras, el franco–venezolano Maximilian Sánchez Arvelaiz, y un norte-americano
de nombre Alex, compañero de estudios de Porras en Francia.
Alrededor de estos personajes, gravitaba el
director de la edición colombiana, residente en Venezuela, del diario francés
“El Mundo Diplomático”, el señor Omar Rodríguez, quien fungía de enlace con la
guerrilla colombiana y con la ex-Senadora Colombiana Piedad Córdoba.
En Francia el equipo se planteó la necesidad
de crear un lobby de opinión que generara una imagen positiva de la revolución
bolivariana y de suavizar la intemperancia de carácter del Presidente Chávez,
con la que acostumbra manejar sus relaciones con otros Estados.
Lo primero fue crear los círculos
bolivarianos franceses, con el apoyo de la Embajada de Venezuela en Paris,
incluyendo el financiero, comienzan por mezclarse con movimientos
antiglobalización y ecologistas, lo que les permite confundir a sus miembros,
quienes indirectamente terminan apoyando el proyecto castrista en Venezuela y
la gigantesca corrupción del gobierno de Hugo Chávez.
Grandes cantidades de recursos económicos se
destinan a esas campañas internacionales, que van desde financiar películas de
propaganda, comprar conciencias y periodistas o financiar los tres días de
derroche propagandístico en la “Fête de l’Humanité” para el stand de Venezuela
y el espacio ALBA. Con el tiempo la célula fue disuelta a fin de centralizar la
política internacional, Temir Porras fue incorporado a la plantilla del
Ministerio de Relaciones Exteriores, designado Vice-Ministro y coloca al
servicio del Canciller Nicolás Maduro, las relaciones que tejió en sus años de
residencia en Francia.
Con Porras a la cabeza las operaciones
estratégicas se definen, por un lado con una agresividad militante y con sus
contactos, complementado con el asesoramiento cubano que se instala en la
representación diplomática venezolana.
La red está ligada a la extrema izquierda
francesa, al diario “Le Monde Diplomatique”, a la representación Francesa del
Polo Democrático de Colombia, a los Círculos Bolivarianos, a la asociación
Francia-América latina, a intelectuales universitarios del Instituto de Altos
Estudios de América Latina, del Instituto de Ciencias Políticas y con
funcionarios franceses de un cierto nivel en ministerios estratégicos.
La mayoría se conocen entre ellos y
participan conjuntamente en actividades y proyectos, está integrada por
anarquistas históricos, militantes que actúan bajo la identidad de periodistas.
Son internautas, blogeros, universitarios, funcionarios y expertos en
propaganda y manipulación. Otros fungen o actúan como representantes de grupos
armados de América Latina.
Se presentan como militantes de los derechos
humanos y defensores de la democracia solo que a geometría variable, ya que en
nombre de esos principios aceptan que se violan esos mismos derechos.
Son activistas profesionales y viven del
negocio de sus asociaciones. No es que reciban dinero de Venezuela por sus
actividades propagandísticas, ellos todavía sueñan con la utopía revolucionaria
comunista y acordes con sus ideas se empeñan en promover, como si fuera una
realidad, lo que solo existe en la propaganda chavista. La Venezuela real sufre
de las consecuencias de este régimen pero a la izquierda romántica francesa y a
los alter-mundialistas le interesa contar con un icono revolucionario. Son
manipuladores y oportunistas que sostienen la revolución cubana, los gobiernos
bolivarianos de America Latina y los grupos radicales de izquierda;
compartiendo los principios de la lucha armada y haciéndose voceros de “la
justicia revolucionaria”.
Para identificarlos basta con revisar quienes
presiden determinadas asociaciones Franco-Latinoamericanas, averiguar a quien
llaman “el comandante” por supuestamente haber combatido del lado de los
sandinistas, o quienes trabajan en pro del gobierno cubano en Francia, o ese
que apodan “el químico” y se presenta como representante de grupos revolucionarios,
o aquella que funge como consejera de esos mismos grupos y se encarga de la
logística de sus visitas en Francia. Toda una fauna identificada con “alias” e
integrada por desempleados, jubilados, profesores, militantes pro-palestina,
representantes de medios alternativos, y de grupos revolucionarios, como el que
tiene por seudónimo “la pepa” y mantiene vínculos con los servicios secretos
argentinos, respaldado por “la gata” experta en el rumor y la desinformación.
No terminan por reconocer que Hugo Chávez se ha convertido en un verdadero
problema, aún para la izquierda latinoamericana, que ha preferido guardar
distancia para no encontrarse enlodada con sus acostumbrados insultos. Es
probable que Venezuela sea el único país de América Latina en el cual no se
distingue entre ser izquierda o de derecha, sino entre ser chavista y
anti-chavistas, al igual que en Cuba se es castrista o anticastrista.
Activistas como la ex-Primera Dama francesa
Danielle Mitterrand, recientemente fallecida; José Bové, figura del movimiento
alter mundialista, sindicalista agrícola de la Confederación Campesina; o el
candidato presidencial de la extrema izquierda Mélenchon con su apoyo a Chávez,
terminan por perjudicar las causas por las cuales militan. Ignoran lo que
verdaderamente sucede en Venezuela, confunden a la sociedad internacional
especialmente a sus seguidores. Lamentablemente son líderes con un ego
sobredimensionado, que sienten necesidad de una escena internacional para
obtener un efecto propagandístico, lo que les permitirá dormir tranquilos,
mientras que en las calles de Venezuela miles de personas se debaten por la
libertad.
A ese coro de incondicionales con las
revoluciones, siempre y cuando se lleven a cabo en tierras lejanas, se unen las
voces de la propaganda financiada, películas, periodistas y activistas
aferrados al sueño revolucionario marxista que temen perder lo único que les
queda. Todo es válido, hasta un libro o una película para elogiar los triunfos
del presidente venezolano. Recursos sobran para asegurar voluntades a cambio de
invertir petrodólares en organizaciones internacionales y en ediciones
periodísticas traducidas en idioma castellano, esas son las mismas voces que se
han escuchado durante ¡50 años! para elogiar los méritos de Fidel Castro, con la
intención de que hoy en día el mundo entero termine gritando: “Cuba Sí, Castro
No”. Y finalizar reconociendo que Cuba se ha convertido en el “Gulag del
Caribe”.
nelsoncastellano@hotmail.com
Nelson Castellano-Hernández es excónsul de
Venezuela en Paris y presidente de Venezuela-Futura, Francia
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solo una cosa estoy deacuerdo contigo tanto Temir como zmaximilian son unos ladrones
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