Segunda República - 23-Abr-12 - Opinión
EL ESTADO DE BIENESTAR Y SU DEGRADACIÓN
por Marcelo Castro Corbat
En el siglo pasado, para superar la crisis de los años treinta y frenar el avance de la dictadura del Estado comunista, F. D. Roosevelt impulsó el pensamiento del “Estado de Bienestar”, con libertad política. El comunismo implosionó, pero el Estado de Bienestar se difundió en innumerables países. Su pensamiento es que la riqueza está mal distribuida y que el Estado debe intervenir para que todos los habitantes cubran todas sus necesidades. En Argentina se lo denominó “Justicia Social” o “Justicialismo” y atrasó al país.
Esa utopía causó la crisis en los países europeos.
El Estado de Bienestar debe cubrir las necesidades de la población, y como estas son infinitas, en constante crecimiento, debe agigantarse el Estado y aumentar sus recursos; -La mayoría de los hombres que lo manejan, como es humano, prioriza sus necesidades por sobre las sociales, deteriorando el Bienestar; -Aparecen el descontrol, la ineficiencia, la dilapidación de recursos, la corrupción, el déficit del Estado, su quiebra y el ajuste a la población.
El Estado de Bienestar inevitablemente degenera y se degrada.
Se ignora que las mejoras sociales y el bienestar son producto del trabajo personal de todos los ciudadanos y que el Estado nunca puede generar riqueza ni bienestar, ni remplazar la labor y creatividad del ser humano.
La distribución del ingreso por el Estado es otra farsa: solo empobrece.
Esa utopía causó la crisis en los países europeos.
El Estado de Bienestar debe cubrir las necesidades de la población, y como estas son infinitas, en constante crecimiento, debe agigantarse el Estado y aumentar sus recursos; -La mayoría de los hombres que lo manejan, como es humano, prioriza sus necesidades por sobre las sociales, deteriorando el Bienestar; -Aparecen el descontrol, la ineficiencia, la dilapidación de recursos, la corrupción, el déficit del Estado, su quiebra y el ajuste a la población.
El Estado de Bienestar inevitablemente degenera y se degrada.
Se ignora que las mejoras sociales y el bienestar son producto del trabajo personal de todos los ciudadanos y que el Estado nunca puede generar riqueza ni bienestar, ni remplazar la labor y creatividad del ser humano.
La distribución del ingreso por el Estado es otra farsa: solo empobrece.
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