El liberalismo es la antítesis del totalitarismo. Son
dos sistemas de vida totalmente incompatibles. El primero tiende a crear las
condiciones para que cada ciudadano pueda desarrollar al máximo su capacidad
creativa y alcance sus metas. El segundo pretende imponer la obediencia absoluta
a sus súbditos con el pretexto de garantizarles igualdad y seguridad ficticias.
ESPERANZA, PAZ Y LIBERTAD |
Los totalitarios no pueden resolver nunca los
problemas de las sociedades que asfixian porque su objetivo principal es
conservar el poder, ampliarlo y robustecerlo hasta que llegue a ser absoluto.
Los liberales, por el contrario, creemos que lo más saludable en una sociedad
es que los poderes del estado no solamente estén separados, equilibrados e
independientes sino que deben permanecer alertas para que ninguno de ellos trate
de imponerse sobre otro.
Los liberales creemos que la forma más eficiente de
producción se organiza sobre el respeto a la propiedad privada, que además
constituye la mejor garantía contra los intentos de despotismo. Los
totalitarios ven a la propiedad privada como su enemigo principal, como un
obstáculo que hay que eliminar para la lograr la obediencia absoluta.
Los liberales creemos en un Estado de Derecho
imparcial, equilibrado, laico y que nadie debe estar por encima de la ley, que
debe ser legislada para defender los derechos de todos los ciudadanos. Los
totalitarios no creen en poderes distintos a los del Jefe, él manda y los demás
obedecen.
Los liberales creemos en el sistema de libre empresa,
que el Mercado es el mejor planificador y sólo debe ser regulado para asegurar
la libre competencia. Los totalitarios creen que un grupo de obedientes
profesionales son capaces de planificar la economía, que pueden estimar todas
las necesidades de la población y decidir que se produce, quien lo va a
producir, en que cantidad y como van distribuir los productos.
Los liberales propiciamos la cooperación entre todas
las clases. Los totalitarios piensan que solo a través de la lucha de clases se
llega al poder y se alcanza el Nirvana comunista o fascista, según sea el caso.
Los liberales, en resumen, creemos que debe acatarse
siempre la voluntad de la mayoría libremente elegida, pero, a la vez, debe
respetarse la opinión de la minoría y garantizársele total funcionabilidad para
que tenga oportunidad de convertirse en mayoría si así lo decide el pueblo en
futuras consultas. En fin, de la libre competencia de ideas y planteamientos
saldrán las mejores soluciones a los problemas que confrontan las sociedades.
Resumen del artículo de Hector Carbonell Arenas del
Instituto Político para la Libertad de Perú.
http://liberalismoonline.wordpress.com/2012/04/23/por-que-soy-liberal-hector-carbonell-arenas/
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