“Cuanto mayor es el poder, tanto mas daña si recae en un hombre malo o necio”. Molière
El francés Jean Baptiste
Poquelin - mejor conocido como Molière - ha sido considerado uno de los mejores
dramaturgos y actores de la historia. Utilizó el sarcasmo, la sátira y la farsa
con tal maestría que mucha gente se reconocía en sus piezas y en muchos casos
se ofendían por eso. Con mordaz elocuencia satirizaba las debilidades de
aquella sociedad, enclavada en pleno Barroco, llena de amaneramientos,
hipocresía, avaricia e hipocondría, debilidades que fueron todas llevadas a las
tablas. En febrero de 1673 Molière
estrenó su obra “El Enfermo Imaginario”, la última comedia que escribió.
El
dramaturgo y actor representaba el papel principal – Argan- un hombre que se finge enfermo con la
finalidad de averiguar lo que la gente pensaba de él. Sostienen los entendidos
del arte dramático que simular la muerte
llega a la fibra de todos los espectadores, que a todos alcanza, y en
esta farsa, la complicidad del espectador resulta decisiva. El mecanismo de
Molière, deslizarse por el atajo que elimina al sujeto, para volverlo un
tercero, permite la risa de cualquiera que mire o comente, sin saberse (o
sentirse) nombrado; ese es uno de sus dones. El ojo sagaz sobre las fallas del
hombre otro don. Una treta va a desenmascarar los reales sentimientos de los
personajes, que serán descubiertos en sus más viles pretensiones.“El mejor
consejo dado al enfermo imaginario por Toinette, la criada, fue que fingiese su
muerte, para saber de qué modo la sociedad lo trataría. Argán lo hizo. Venía de
la culpa original, estaba convencido que era un enfermo y aceptaba medicina tras
medicina, consejo tras consejo, mentira tras mentira. Seguía vivo. Ni mejor ni
peor. Se imaginaba enfermo, culpable, finalmente moribundo. A los condenados
les resulta fácil fingir su final…”
En la cuarta
representación Molière – quien hacía el papel del enfermo (Argan) - se sentía
que se moría de verdad, mientras se esforzaba por ocultar su dolor sonriendo.
El resto de actores, que comprendieron el mal estado en que se encontraba
Molière, echaron el telón, tras lo cual el actor se desmayó. Los médicos lo
llevaron a su casa y a las horas, que Molière falleció.
Actualmente se
tropicaliza, se adapta una versión “nouvelle” para nuestro país.
Con un actor principal y
una troupe des malades imaginaires, simula que se muere, para observar la
actitud de sus secuaces.
El régimen, único actor
protagónico en escena es quien sigue sonando las tablas. Convoca a los actores
de reparto y escribe el texto, siempre con carácter autoritario, para esta
temporada, pues paternal…en virtud a que los espectadores siempre son parte del
espectáculo: del
“Déjenlo trabajar al
déjenlo reposar”
–sarcasmo puro- pues se
trata de una hipocondría controlada. Es visible que ha elegido la farsa…pero
ésta conduce al cementerio.
http://facebook.com/jesusmarial
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
BUEN ESCRITO, BUEN ESCRITOR
ResponderEliminar