En los últimos años la
creciente influencia política y económica brasileña en Latinoamérica produjo
algunos roces con Bolivia, Ecuador, Paraguay y Perú. La expansión regional de
Brasil presenta características de superioridad con respecto al resto de la región,
pero también existen elementos integradores. ¿Cómo funciona el crecimiento de
Brasil dentro de la región? ¿Se puede hablar de imperialismo brasileño?
El vacío político dejado por
Estados Unidos en América Latina durante la última década permitió que Brasil
ocupara su lugar de influencia en el continente.
Con mayor peso, las empresas
brasileñas se expanden hacia todos los países latinoamericanos y del Caribe,
llevando consigo un aumento del predominio económico y geopolítico.
Brasil utiliza al resto de
América Latina no sólo como un espacio natural al cuál liderar, sino que
también se basa en la región para lanzarse al crecimiento de su influencia
mundial, lo que le permite formar parte de los principales países emergentes
junto con Rusia, China e India y aspirar a un asiento permanente en el Consejo
de Seguridad de la ONU.
Cabe analizar si el crecimiento
brasileño y su implicación en la política económica de la región puede
denominarse imperialismo, hegemonía o una natural influencia que ejerce un país,
cuyo territorio se ocupa casi la mitad de Latinoamérica y es la sexta economía
del mundo, superando incluso a Gran Bretaña.
DE IMPERIO A POTENCIA COMERCIAL
Brasil nació como un imperio
cuando la portuguesa Casa de Braganza se trasladó a su colonia americana al
verse amenazada por los ejércitos napoleónicos.
Sin embargo, el comportamiento
actual de Brasil dista de ser el de un imperio clásico del siglo XIX. Su
política exterior es una mezcla de imperialismo económico ejercido por una
potencia con importantes elementos integradores, algo que no existía cuando
Gran Bretaña primero y Estados Unidos después lideraron la región.
Gracias a los créditos
estatales, las empresas brasileras participan en importantes proyectos en
diversos países latinoamericanos; la mayoría están relacionados con la energía
que necesita la creciente industria.
El sector energético ha ido
aumentando en Brasil desde hace una década. Las escasas reservas de petróleo lo
llevaron a desarrollar junto con EE.UU. una política conjunta de
biocombustibles para poder repartirse el mercado mundial. Asimismo, el
descubrimiento de importantísimos campos submarinos de hidrocarburos sumado a
la expansión de Petrobrás en todo el continente impulsó a Brasil al lugar de
potencia mundial energética y en el líder indiscutido de la región, que además
influye directamente sobre las políticas energéticas de sus vecinos.
¿CÓMO SE PRODUCE LA EXPANSIÓN BRASILEÑA?
El financiamiento del estatal
Banco Nacional de Desarrollo Económico Social (BNDES) es una pieza clave para
que las empresas brasileñas puedan erigir importantes proyectos de
infraestructura en Ecuador, Bolivia, Paraguay, Argentina y Perú.
El gobierno brasileño defiende
a sus empresas ante alguna dificultad que pueda llegar a presentarse en otros
países. De esta manera, la penetración económica se realiza a través de las
compañías, mientras que la política acompaña el expansionismo de las
inversiones en el exterior.
Los acuerdos de Brasil con los
países de la región presentan características similares. Un proyecto económico
en un país latinoamericano en el que participa una empresa brasileña es
financiado por el BNDES
En general la deuda es
contraída por la firma y el país en donde se realiza la obra. Pero, como el
Estado no cuenta con los medios técnicos para desarrollar la obra debe recurrir
a una empresa brasileña. El BNDES financia proyectos en los que estén
involucradas compañías de Brasil.
DISCORDIA CON EL RESTO DE LA REGIÓN
La relación de Brasil con el
resto de los países de América Latina es buena. Ambos se nutren de la expansión
comercial brasileña, pero hay casos emblemáticos en los que el accionar del
gigante sudamericano produce tensiones y evidencia una política hegemónica en
la región.
La ruta que Brasil intentó
construir en Bolivia y que iba a atravesar el Parque Natural TIPNIS trajo
importantes conflictos internos en el gobierno de Evo Morales y los indígenas
por la alteración del medioambiente.
Mediante esta carretera, que
está en suspenso, Brasil va a incrementar su comercio con los países del
Pacífico.
Un proyecto energético encarado
por Brasil es la central hidroeléctrica de San Francisco, en Ecuador, que una
vez finalizada va a aportar el 12 % de la energía consumida por este país.
El BNDES le realizó un préstamo
a la empresa brasileña Odebretch para la construcción de la usina de San
Francisco, cuya terminación se vio aplazada en 2008 cuando el presidente
ecuatoriano Rafael Correa expulsó a la compañía acusándola de corrupta.
De acuerdo con el contrato, la
deuda con el BNDES iba a ser reconocida por el Estado Ecuatoriano, pero Correa
considera que ese compromiso es ilegítimo, ya que Odebretch no cumplió con la
construcción de la central hidroeléctrica.
Asimismo, en Perú, el proyecto
de Inambari es parte de un acuerdo binacional para construir seis plantas
hidroeléctricas en la Amazonia peruana para generar energía para la industria
brasileña, pero también desató manifestaciones de los pueblos originarios.
Con Paraguay se viene
produciendo una relación asimétrica desde 1985 con la construcción de la
segunda represa del mundo: Itaipú.
El acuerdo establecía que cada
país iba utilizar la mitad de la energía generada por esta planta. Pero, sólo
el 4% de la producción es aprovechada por Paraguay, el resto debe ser vendido
por Asunción a Brasil a precios muy inferiores a los de mercado.
Así, Paraguay paga la deuda con
Brasil por la construcción de Itaipú, en la que el país guaraní no aportó
dinero. Recién, en julio de 2011 el gobierno de Fernando Lugo logró renegociar
con Brasil el contrato de Itaipú. Brasil triplicó el precio de la energía
comprada a Paraguay y además Asunción puede vender una parte a otros países.
HACIA UNA MAYOR INFLUENCIA
Aunque los distintos gobiernos
de Brasil lo nieguen y caractericen a la relación del gigante con el resto de
la región como una leve influencia, poniendo distancia con respecto al
imperialismo norteamericano, ese país va a seguir creciendo e interactuando con
América Latina.
Pero más que de una hegemonía
brasileña debería hablarse de una expansión del capital privado, dado que la
mayoría de las empresas transnacionales de Brasil son en su mayor parte
privadas, con algunos componentes estatales.
El gobierno de Brasil está
atado a las decisiones de la burguesía industrial de San Pablo y al lobby de
los legisladores agrícolas en el Parlamento.
Se trata de un caso más en el
que el Estado financia los grandes proyectos privados.
Pero, es innegable la expansión
brasileña no sólo en la región sino en el mundo. Se convirtió en acreedor del
FMI, aumentó su presencia en el Banco Mundial, privatizó más de un cuarto de la
Amazonia en favor de los sectores agrícolas, ganaderos y madereros y además
dispone de un submarino nuclear que protege las nuevas reservas de petróleo.
Además, lidera la misión
militar en Haití, mantiene acuerdos comerciales con Francia, China, Irán,
Israel, Palestina y Jordania, aporta biocombustibles al mundo y su influencia
está creciendo en África, dado que el continente percibe a Brasil como un
aliado sur-sur, en lugar de la relación desigual con Europa, EE.UU. y China.
Por todo eso, Brasil va a
seguir expandiendo su influencia en América Latina, de varias maneras: natural,
con características de potencia regional, aprovechando su superioridad y con
proyectos integradores.
Maximiliano Sbarbi Osuna
Observador Global
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