UN ESPECTÁCULO DE VERANO
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El show mediático montado por
Jacobo Grossman -el arquitecto de los festejos del Bicentenario- en torno a la
intervención quirúrgica de la presidente por un supuesto cáncer de tiroides
tuvo un gran éxito en prolongar el “efecto lástima” que la beneficia desde la
muerte de su marido. Los nódulos benignos que tenía en la glándula tiroides le
habrían sido extraídos simultáneamente con una cirugía estética de estiramiento
de cuello y parte inferior de la mandíbula, incluyendo la papada. Esto lo
informamos como primicia (ver Un extraño postoperatorio de 20 días) cuando se
anunció la terrible enfermedad como una maniobra oportunista para tapar la
compra de un piso en el Madero Center tasado en 2 millones de dólares. A tal
punto se trató de un montaje preparado hasta el último detalle que al día
siguiente del anuncio, cuando CFK habló ante los gobernadores con un retrato de
Evita como fondo, logró transmitir con efectividad la sensación de que podía
tener algo más grave. Asimismo, el parte del “cirujano” Alfredo Scoccimarro fue
la única fuente con que contamos del supuesto cáncer que no existió, así como
de las supuestas punciones realizadas. El silencio y la complicidad de las
autoridades del Hospital Austral se explicarían por un subsidio millonario en
dólares que recibiría esa institución sanitaria para obras de ampliación y se
enmarca en la mejora de las relaciones con la Iglesia después de la jubilación
del cardenal Jorge Bergoglio.
MADERO CENTER
Con esta perspectiva, en una
semana o un poco más se podrá demostrar -o no- esta farsa mediático-quirúrgica.
Aunque hay cirugías plásticas que son tan bien hechas que no se pueden
demostrar. En este caso, la mascarada oficial sirvió, como señalamos, para tapar
la compra del piso en el Madero Center, en donde ya vive el vicepresidente
Boudou. Éste -y no es la primera vez- fue castigado a tener perfil bajo y
quedar arrinconado en un despacho de segunda en el Banco Nación. Para algunos,
una prueba de que sigue bajo la mira de Máximo Kirchner.
Simultáneamente, unos cuantos
medios difundieron grandes notas sobre Agustina Kaempfer, la novia testimonial
de Amado Boudou, afirmando que vive en Madero Center y que es inseparable
compañía del vicepresidente. Lo concreto es que dentro de dos semanas la
presidente podrá ir a su departamento en el Madero Center y mantener reuniones
con su vice para tratar los graves problemas del país, en vez de llamarlo 10
veces por teléfono, como ocurrió el viernes pasado, que es lo que consignaron
los diarios.
En la privacidad del Madero
Center podrán hablar sobre la “sintonía fina” que encara el gobierno en el
plano económico a partir de este año. Y también de otros dos temas que
preocuparían a la pareja presidencial. El primero es el IVA-consumo que mide la
DGI sin la Aduana y que subió en diciembre sólo el 13% contra una inflación
anual de más del 25%. En segundo lugar, el impuesto al cheque subió el 17% con
respecto a la misma tasa de inflación, lo que muestra por primera vez una
fuerte desaceleración del consumo desde la recesión del 2009 y que se está
empezando a notar en la temporada turística. En marzo, con todos los aumentos
que se vienen, este proceso se agudizará y entonces no habrá circo mediático lo
suficientemente efectivo como para distraer a la opinión pública. Mientras
tanto, la realidad en la cúpula del poder es que entre Cristina y Amado está
todo bien -como dicen los jóvenes-, aunque Juan Manuel Abal Medina, Carlos
Zannini y Máximo Kirchner nos quieran hacer creer lo contrario. Ah, y Héctor
Icazuriaga no podrá pinchar más los teléfonos del vice, porque a partir de la
desagradable experiencia anterior, éste se comunica por otros medios.
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