ESTE AÑO QUE COMIENZA TRAE
consigo una carga electoral importante en nuestro hemisferio: elecciones en
Venezuela, en Estados Unidos y en México. Todos ellos fichas importantes dentro
de un mapa geopolítico.
En Venezuela, primero, con
un Chávez enfermo que lucha día a día, no sólo contra su padecimiento de
cáncer, sino también para mostrarse apto en una nueva contienda en las urnas.
Lo hace sobre todo en épocas en que el rendimiento de su otrora inconmensurable
popularidad no le sonríe tanto —los atropellos contra la libertad y la
democracia, los niveles de inseguridad y crecimiento económico han calado en la
mente ciudadana venezolana— y donde, por primera vez, existe unión en torno a
la idea de un candidato de oposición.
Ésta supo por fin encaminar
esfuerzos y entender el problema persistente que tuvo a lo largo de los 13 años
chavistas: enfrentarse a él y no al sistema, ganar con elecciones y no con
protestas. El panorama podría cambiar, y eso conduciría a un buen momento para
refrescar a una minada democracia venezolana.
Estados Unidos es un caso
interesante. La esperanza que Obama representaba en 2008, cuando llegó, se ha
visto muy debilitada por cuenta de varios factores, los más importantes, la
crisis económica y el desempleo que atraviesa el gran país del Norte. Pese a
esto (en un país en el que el presidente de turno tiene prácticamente
garantizada la reelección con su mandato; léase, por ejemplo, Clinton o Bush,
por no ir más lejos en la historia), Obama no la tiene tan difícil. El Partido
Republicano no se ha sabido mover con inteligencia de cara a las elecciones que
se vienen el 6 de noviembre y que empezaron en su nivel primario ayer en Iowa.
Los candidatos de ese partido están recubiertos por un manto de extrema derecha
que es muy duro de roer para el ciudadano corriente. Obama, de rebote y no por
una gestión aclamada, podría quedarse con la reelección.
El 1º de julio vienen las de
México, un país que está hastiado del narcotráfico, fenómeno que se ha
infiltrado con éxito en la sociedad y que, a su vez, tiene a los ciudadanos un
tanto desmoralizados. El saliente Felipe Calderón agotó, literalmente, los
cartuchos para luchar contra ese flagelo. Su guerra frontal contra el
narcotráfico ha sido criticada por varios sectores. Es muy probable que el
espectro político se defina en torno a esa única temática. El PRI, ese partido
histórico que gobernó por décadas al país, está en la baraja y podría
sorprender con una victoria.
Un ojo atento tendremos que
tener todos frente a estas elecciones que se vienen. Las relaciones de Colombia
con estos países son fundamentales. Con el cambio de gobierno en nuestro país
se vino una nueva oleada de nuevas —y buenas— relaciones, que ahora deberán
verse con lupa atenta por si hay algún cambio.
Asuntos fundamentales como
el TLC con Estados Unidos o las restablecidas relaciones con Venezuela —un
tanto difíciles de alcanzar y torpedeadas en gran medida por los malquerientes
de Chávez que residen acá— no pueden pasar desapercibidas.
Es por eso que, desde acá,
el nuevo mapa geopolítico debe mirarse con atención. Esperamos, pues, lo mejor
para estos pueblos. Ojalá la democracia sepa guiar mejor los destinos de estas
tres naciones.
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