John Gray sostiene que el liberalismo constituye un proceso cultural acumulativo en el que las diferentes fases de la evolución del pensamiento occidental van dejando su huella, siendo considerado por algunos autores como la teoría política de la modernidad.
Como elemento primigenio para tratar de abordar lo que en el desarrollo
del presente trabajo constituye una proyección general de la doctrina política
conocida como LIBERALISMO, debemos efectuar una distinción – si se quiere –
semántica, con referencia a lo que en ideología política significa ese término.
La primera de las acepciones que tradicionalmente se le ha dado a dicha
expresión, es aquella que la relaciona con la filosofía política defensora a
ultranza de la libertad, del desarrollo intelectual y de la libertad de
pensamiento. Así las cosas, bajo esta concepción ha de entenderse que el
liberalismo como tal significa avance, renovación, progreso.
La segunda de las acepciones que ha tenido el LIBERALISMO es aquella que
la refiere a los inicios del industrialismo maquinista el cual tuvo su origen
en el siglo XVIII, aplicándose la teoría del laissez faire inspirada en la
ideas deslumbrantes para aquella época del famoso pensador inglés Adam Smith.
El ideólogo inglés A. Smith, (1723-1790), en su trabajo Investigación
sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones (1776), afirma que la
economía está regida por unas leyes inmutables que poseen mecanismos propios de
autorregulación. De tal suerte – prosigue A. Smith – la misión de los
economistas es descubrir esas leyes y eliminar los obstáculos que impidan su
puesta en práctica social. Esto es, dejar la máxima libertad a los individuos
que buscan enriquecerse supone conseguir una producción óptima al menor coste
posible, así como la armonía social. De ahí el que los poderes públicos
intervengan en el plano económico sea un error gravísimo, salvo en los aspectos
que atañen al bien común de la sociedad. (Ver: Amartya Sen, Sobre ética y
economía. Alianza. Madrid. 1989).
Ese liberalismo primario operó bajo una óptica ideológica muy clara que
consistía en elevar el culto al individualismo en franca oposición a la; o, a
las corrientes de corte colectivista.
El escritor George H. Sabine, en su obra Historia de la teoría política
FCE., 5ª reimp., 1972, nos explica su criterio personal sobre lo que significa
el LIBERALISMO, y dice lo siguiente:
[…] Puede tomarse el liberalismo, con amplia justificación histórica,
como la culminación contemporánea de toda la tradición política occidental. En
este lato sentido, liberalismo sería igual en su significado, a lo que en el
uso político popular se llama generalmente “democracia”.
Algunos politólogos estudiosos del liberalismo sostienen que dicha
doctrina conforma una mentalidad que ha llegado a ser la doctrina política
principal de la civilización occidental; y con mayor causa después de los
acontecimientos históricos que tuvieron lugar en 1989. (Ver: Laski H.J., El
liberalismo europeo, FCE. México 1969).
Por su parte John Gray sostiene que el liberalismo constituye un proceso
cultural acumulativo en el que las diferentes fases de la evolución del
pensamiento occidental van dejando su huella, siendo considerado por algunos
autores como la teoría política de la modernidad. (Ver su obra: Liberalismo.
Alianza. Madrid. 1994)
En la Enciclopedia del Pensamiento Político, bajo la dirección de D.
Miller, encontramos que las características particulares de el liberalismo
sobre las cuales se han construido tanto sus variedades posteriores como sus
desviaciones radicales y conservadores son: la ausencia en la naturaleza de una
guía moral positiva, la prioridad de la libertad sobre la autoridad, la
secularización de la política y la promoción de constituciones y principios de
derecho que establezcan los límites de gobierno y determinen los derechos de
los ciudadanos frente a éste.
Resulta importante destacar que las primeras ideas liberales surgen
prácticamente a finales de la Edad Media y aparecen en franca oposición a las
llamadas trabas feudales. Esa oposición tiene su explicación porque la sociedad
feudal era estamental, corporativista, anti individualista, teocéntrica, hiper
religiosa, estática y pesimista. Contra todo ellos se presentará el liberalismo
y se enfrentará a la última etapa del feudalismo; esto es las sociedades del
Antiguo Régimen dirigidas por monarquías absolutas.
Surgen cambios esenciales en la manera de pensar y particularmente en el
comportamiento de las personas y de aquellas corporaciones que con el
advenimiento de la máquina de vapor y el incremento del desarrollo industrial
va creciendo en Europa. Esto es, que la clásica forma de ver las cosas por
parte de los católicos quienes para la época consideraban a la pobreza como una
virtud y al rico como un egoísta pecador se pasa gracias a la Reforma
protestante a tener una visión distinta. Por ello, John Gray, propone que las
libertades básicas se conciban como la armazón de las condiciones necesarias
para la acción autónoma. Un hombre libre –dice Gray – es aquel que posee los
derechos y privilegios para pensar y actuar autónomamente, para regirse a sí
mismo y no ser gobernado por otro (Ver: John Gray: Liberalismo, op. Cit. P.97).
Ahora bien, los cambios sustanciales que ha dado el hombre como el mundo
que le rodea, desde la caída del Muro de Berlín, incluyendo obviamente la
llegada del hombre a la Luna, y toda una serie de acontecimientos,
descubrimientos y adelantos logrados por la mente humana, y que hoy en día
conforman toda una base sustancial que nos permite prever que la humanidad – si
preserva su entorno natural – y se organiza para vivir en paz y libertad,
tomando igualmente en consideración el consecuente derrumbe del socialismo rojo
marxista que humilló, asesinó y esclavizó en nombre de una mal llamada
revolución popular a millones de seres humanos en lo que fue la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas desde 1917, nos permiten pensar que los
pueblos; particularmente aquellos que habitan los llamados países del Tercer
Mundo o países en vías de desarrollo, tendrán que reconocer que todas las
llamadas revoluciones de corte socialista ocurridas y conocidas hasta ahora;
particularmente en el Siglo XX, lo que han traído a los pueblos es: miseria,
división, dependencia y atraso, entre otros males.
Frente a ese panorama desolador, parece que hay una nueva ola doctrinaria
que está llevando a muchos pueblos a recapacitar y abandonar la idea de que las
izquierdas son buenas, pues los fracasos permanentes que vienen cometiendo en
todos los órdenes son evidentes. En tales circunstancias, hoy en día observamos
cómo el actual Presidente de Francia se identificó en su campaña electoral como
DERECHISTA y triunfó por una significativa mayoría. Amén de estar demostrando
su liderazgo en Europa. De igual forma, el Alcalde de la ciudad de Buenos Aires
en la República de Argentina también se identificó plena y claramente como
DERECHISTA y ganó de manera abrumadora las elecciones ocurridas recientemente
en dicha ciudad. Otto Pérez Molina, derechista ganó recientemente las
elecciones presidenciales en Guatemala y tomó posesión del cargo el 14 de enero
de 2.012. Esto sin olvidar al actual Presidente de Chile. Sin embargo, cabe
notar que durante los gobiernos Chilenos previos izquierdistas, nadie osó
convocar a marchas para protestar por: mejores presupuestos, elevación de
salarios, reforma constitucional, etc., etc.… ¿acaso esos problemas no
existían, y aparecieron al día siguiente de tomar el poder un DERECHISTA?...
Por favor, no crean los izquierdistas que el mundo está lleno de protozoarios…
Por el contrario resulta irrefutable el desastre al cual han llevado
gobiernos de izquierda a muchos países, incluyendo europeos, como lo es el caso
de: Grecia, Portugal y España. Las izquierdas son buenas para hacer campañas
políticas – porque ofrecen de todo, incluyendo puentes en lugares donde no hay
ríos – pero al llegar al poder cometen el enorme desacierto de entramparse en
el populismo; despilfarran el dinero a diestra y siniestra a fin de mantener y
conquistar adeptos. Atacan la propiedad privada; invaden y secuestran todo
aquello que les dé popularidad, sin enterarse que con ello están postrando la
economía, pues desaparecen las fuentes seguras de ocupación; esas mismas que
generan riqueza; tratan de crear un monolítico procurando que las distintas
ramas del poder público del estado queden sujetas a los mandatos del Ejecutivo;
colocan al frente de la alta gerencia gubernamental a aquellos personajes que
más se han destacado por su participación en la campaña política con la cual se
alcanzó el triunfo electoral, pero sin darse cuenta que esos personajes –
posiblemente – para lo único que sirven es para montar “saraos”.
En fin, cuando las arcas propias están vacías, entonces corren a las
potencias que les interesan en búsqueda de préstamos a objeto de repartir el
dinero sin control alguno entre las masas populares, pues consideran que lo que
ellas necesitan y claman es pan y circo…
El final, todos lo conocemos, cuando el mismo pueblo que los llevó al
poder los desaloja del mismo por ineptos, y ladrones, entonces, son las
Derechas las que tienen que comenzar a poner orden en la casa y a tratar de
enmendar toda la serie de locuras y de desafueros que ocurrieron durante esos
mandatos izquierdistas (posiblemente lo que ahora ocurra en España después de
la espectacular derrota sufrida por los socialistas españoles) De paso sea
dicho, todos los líderes izquierdistas hablan de revolución; de igualdad; de
humildes, de pobres, etc., pero se cuidan de vivir en zonas privilegiadas; sus
hijos no van estudiar en escuelas públicas; nadie los ve frecuentando taguaras
o ventorrillos; por el contrario frecuentan con espectacular cotidianidad los
mejores restaurantes y bares; y obviamente, consumen las bebidas embriagantes
más costosas y los platos más sofisticados. Eso sí, son tan vulgares que no les
da vergüenza llevar el uniforme. Cuando pueden viajan de incógnitos y se
proveen vestimentas, perfumes y útiles personales en la cuna del capitalismo
(New York, Londres, París o Berlín, entre otras ciudades) pero al regresar a
sus lugares de origen comienzan nuevamente con su trepidante discurso contra
las oligarquías; contra el capitalismo; contra los vende patrias…
Ello nos lleva a pensar, que frente al lenguaje SOCIALISTA, demasiado
trillado por cierto, y con resultados fatales para la economía de los pueblos,
emerge quizá con un frescor cautivante lo que podríamos denominar LIBERALISMO,
O LA DERECHA HUMANISTA DEL SIGLO XXI, cuyos postulados podríamos resumir de la
manera siguiente:
Construir países, donde el ESTADO deje de ser empresario (pues hasta
ahora lo ha sido, con resultados catastróficos) y permitir que la iniciativa
privada maneje la economía, pero sometida esa actividad a evitar los monopolios
y a tomar las medidas que sean necesarias para mantener y preservar el BIEN
COMÚN.
Países en donde el gobierno de turno sepa y entienda que el INDIVIDUO
(Persona Humana), no está al servicio del ESTADO, sino que es éste último el que
está al servicio del HOMBRE. Estados, donde la libertad de expresión y de
información sean intocables por parte de los entes gubernamentales y la censura
la ejerza el ciudadano de manera particular. Países donde la propiedad y el
capital no estén concentrados ni en cien familias, pero tampoco en un Estado
socialista centralista omnipotente, sino que la prioridad esté focalizada en
que TODOS los ciudadanos pasen de ser simples usuarios a ser propietarios de
los bienes tanto muebles como inmuebles que requieran para llevar una vida
decente y humana.
Esto es, donde se respete la PROPIEDAD PRIVADA, honrada y legalmente
adquirida. Gobiernos, donde sean extirpados tanto el capitalismo salvaje
explotador del hombre por el hombre, como los regímenes socialistas desconocedores
de los más elementales derechos inherentes a la persona humana. Naciones donde
haya una justa y auténtica distribución de la riqueza que sirva para lograr un
auténtico equilibrio social y económico. Países donde quienes adquieren grandes
beneficios apreciables en dinero no sólo se conformen con pagar las cargas
fiscales que les impone el Estado, sin que además, sean promotores, creadores y
soportes directos de fundaciones y asociaciones dedicadas a proteger a los más
débiles: niños, enfermos y ancianos.
Países donde la pirámide de gobierno en las universidades oficiales sea
conformada única y exclusivamente por la voluntad libremente expresada en las
urnas, mediante votación universal y secreta, por los ESTUDIANTES, sin que el
régimen de turno pueda intervenir en la elección de sus autoridades, ya sea
ellas estudiantiles, administrativas o académicas.
Naciones, donde las autoridades dediquen su energía, pero de manera
permanente, a cubrir sólo – como inicio - los siguientes objetivos prioritarios:
a) Seguridad de los ciudadanos (orden público).
b) Seguridad y defensa de la República.
c) Administración de Justicia designando jueces probos pero altamente
calificados desde el punto de vista intelectual.
d) Mantenimiento y desarrollo progresivo de la infra estructura del país:
escuelas, liceos, tecnológicos, universidades, con maestros y profesores
altamente calificados. Hospitales, medicaturas, dotados del elemento humano
competente y de los insumos necesarios para llevar a cabo una política de salud
no sólo preventiva sino curativa de avanzada. Construir vías de penetración,
acueductos, etc.,) con lo cual se provea a la ciudadanía en general de los
medios necesarios para alcanzar su propio desarrollo. Apuntalar una auténtica
SEGURIDAD SOCIAL.
e) Absoluta y total independencia de las altas ramas del poder público
del Estado.
f) Limitar el mandato presidencial a cinco (5) años sin posibilidad de
reelección.
g) Sistema bicameral (diputados y senadores) limitando tal mandato a dos
(2) períodos, para que así todos tengan la oportunidad de ejercer el poder.
h) Eliminar, como en el caso particular de Venezuela, el artículo 330 de
la Constitución, a fin de que los uniformados regresen a sus cuarteles y
cumplan su misión primigenia. Despojarlos del derecho al voto, pues ellos no
pueden pertenecer a ningún partido o grupo de electores; ellos pertenecen y
deben ser el alma de la patria.
i) Un régimen político en el cual, para que no se pueda abusar del poder,
el poder detenga al poder…
*********************
Interesante resulta analizar la obra de Isaiah Berlin, eminente filósofo
liberal. El centenario de su nacimiento, viene por cierto de conmemorarse,
particularmente en Europa y Estados Unidos de Norte América. Este personaje
nació en Riga, Letonia, hijo de un comerciante en maderas emigrado a
Inglaterra, el que era descendiente putativo de quien fue la cabeza "de
una de las sectas más importantes de judíos hasídicos de Europa oriental,
conocidos con el nombre de lubabich [...]" (Ignatieff, 1999: 27). Fue el
primer judío en ser elegido para recibir una beca en el All Souls College de
Oxford. Entre 1957 y 1967 fue Chichele Professor de Teoría Social y Política en
la Universidad de Oxford. En 1967 ayudó a fundar el Wolfson College de Oxford,
y se convirtió en su primer presidente. Recibió el título de Knight Bachelor en
1957 y la Orden de Mérito en 1971. Fue presidente de la Academia Británica
entre 1974 y 1978. Recibió también el Premio Jerusalén en 1979 por sus escritos
sobre la libertad individual en la sociedad.
La obra de Berlin fue vasta pero dispersa, debido a que en su mayoría
consiste en artículos y recensiones en revistas especializadas. Solo dos de las
ahora numerosas recopilaciones de sus trabajos fueron editadas directamente por
él: Four Essays on Liberty (1969) y Vico and Herder (1976). Su más famoso
artículo, la conferencia inaugural como Chichele Professor de 1958, intitulada
"Two concepts of liberty", ha sido de enorme influencia tanto en la
teoría política contemporánea como en la teoría liberal. En dicho artículo
presenta la ya famosa distinción entre libertad positiva y libertad negativa.
**************************
“… Fines permanentes de la
tiranía:
PRIMERO: el abatimiento moral de los súbditos, porque las almas
envilecidas no piensan nunca en conspirar.
SEGUNDO: crear desconfianza de unos ciudadanos respecto de los otros,
porque no se puede derrocar la tiranía mientras los ciudadanos no estén bastante
unidos para poder concertarse.
TERCERO: extenuar y empobrecer a los súbditos, porque no se emprende
ninguna cosa posible, y por consiguiente el derrocar a la tiranía, cuando no
hay medios de hacerla.
En suma: producir la desconfianza entre los ciudadanos; debilitarles y
degradarlos moralmente. Tal es el primer método de conservación para las
tiranías”.
Tomado del Capítulo VIII, de la Obra “LA POLÍTICA”, escrita por el
filósofo griego Aristóteles, quien falleció en el año 322 antes de Jesucristo…
******************************
montoyacesar42@gmail.comEL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA