Nadie niega que a Venezuela le conviene ingresar en MERCOSUR. Los objetivos que
persigue ese esquema de integración son absolutamente compatibles con los intereses
venezolanos: libre circulación de bienes, servicios y factores productivos
entre los países que lo integran; el establecimientode un arancel común; la
implantación de una política comercial común; la coordinación de las políticas
macroeconómicas y sectoriales entre sus miembros; la armonización de las
legislaciones para consolidar el proceso de integración. Todo esto con el
propósito superior de acelerar el desarrollo económico de los países miembros
dentro de un sistema en el cual prevalezca la justicia social.
Esa breve
enumeración genera de inmediato una interrogante: ¿son esos objetivos
compartidos por el régimen que actualmente detenta el poder en Venezuela? A
ningun observador escapa que, contrariamente a ese proposito superior,
Venezuela se encuentra sometida a un proceso acelerado de des-desarrollo, de
involución, que arrastra al país hacia la ruina económica. Las medidas que
supuestamente persiguen la justicia social mas bien profundizan la brecha entre
los diferentes sectores de la población, empobrecen a la clase media y
convirtien en parásitos del erario público a la masa de población menos
favorecida.
Al fúhrer no
le interesa la integración como la describe el Tratado de Asunción de 26 de
marzo de 1991. Desde el primer momento, su propósito públicamente declarado es
“refundar” a MERCOSUR, sustituirlo por un ”nuevo MERCOSUR”. No no le interesa
la integración comercial o económica sino una institución desde la cual pueda
propiciar la implantación de su proyecto del comunismo del siglo XXI.
En las
condiciones actuales del país Venezuela no califica para ser miembro de
MERCOSUR. Sin embargo sus gobiernos, haciendo “vista gorda” de la realidad que
los venezolanos confrontamos día a día, subscribieron el protocolo de adhesión
que una vez ratificado por todos ellos convertiría a Venezuela en el quinto
Miembro pleno con todos los derechos, prerrogativas y obligaciones que esa
condición contempla. El protocolo de adhesión no ha entrado en vigor porque el
parlamento paraguayo no ha autorizado al ejecutivo a proceder a la
ratificación. La bancada de la oposición se niega a dar su aprobación porque en
Venezuela no hay democracia, condición indispensable, según el Protocolo de
Ushaia, para ingresar en MERCOSUR.
Durante la
reciente cumbre de Mercosur celebrada en Montevideo hubo un intento de forzar el ingreso de Venezuela valiéndose de
una artimaña que desautorizaría a la bancada opositora paraguaya y haría
innecesaria la aprobación legislativa del protocolo de adhesión. “Lo acontecido
en Montevideo en la 42ª. Cumbre Presidencial del Mercosur pasará a la historia
como un burdo intento por pisotear la institucionalidad del Paraguay y
menoscabar el derecho comunitario actualmente vigente en el bloque regional”.
De esta manera describe el prestigioso diario ABC de la Asunción y agrega: “… de no haber sido por la generalizada
movilización de las fuerzas vivas de la sociedad paraguaya –opinión pública,
partidos políticos democráticos, diplomáticos de trayectoria y académicos– el
presidente Fernando Lugo jamás habría tenido el temple suficiente para evitar
que las instituciones republicanas de nuestro país fueran olímpicamente
ultrajadas por aquellos que maquinaban el forzado ingreso de Hugo Chávez al
Mercosur, de espaldas a todo lo que establecen el derecho internacional y la
Constitución Nacional” .
El
subterfugio, obra del Presidente Uruguayo, apoyado por sus colegas de Brasil y
de Argentina, consistía en hacer que los Presidentes adoptaran una decisión
estableciendo que basta el consenso de los Jefes de Estado para que un país sea
admitido en MERCOSUR. Es decir, que no sería necesario que el Protocolo de
Adhesión, que es un tratado internacional, reciba la aprobación legislativa
necesaria para su ratificación y ulterior
entrada en vigor, procedimiento que por
lo demás cumplieron en su oportunidad los gobiernos de Argentina, Brasil y
Uruguay.
Como dice mi
amigo (y ex – colega como Embajador en las Naciones Unidas) Emilio Cárdenas en un artículo publicado en
La Nación de Buenos Aires, “Ni la presencia -y enorme interés en la cuestión-
de Hugo Chávez pudieron alterar el resultado. En efecto, aparentemente los
mencionados líderes no lograron convencer al presidente paraguayo, Fernando
Lugo, que los acompañara en sortear por la vía del consenso las claras disposiciones
del tratado con el objetivo de evitar que la falta de voluntad del Parlamento
paraguayo -contrario al acceso de Venezuela, por las características poco
democráticas del gobierno de Hugo Chávez - continúe postergando ese acceso”.
“El empellón que finalmente (y afortunadamente, agrego yo) no prosperó hubiera probablemente generado
problemas políticos de envergadura para el propio Lugo, en Paraguay”.
El
presidente paraguayo tuvo que plantarse para impedir que su parlamento
resultara desautorizado. A los otros Jefes de Estado no les quedó mas remedio
que inventar una “Comisión de Alto Nivel” que en un plazo de 180 días debe
recomendar una fórmula para superar el impasse. Esperemos que las presiones que
seguramente seguirá recibiendo la bancada de la oposición en el Parlamento
paraguayo no la lleve a cambiar su posición que deberìa servir de ejemplo a los
demás de la región y del mundo.
La actitud
de los parlamentarios paraguayos es digna de reconocimiento. Es el único sector
polìtico en el mundo que fuera de Venezuela ha dejado a un lado intereses
crematìsticos (el fûhrer intentò sobornar a los parlamentarios paraguayos) y el
pragmatismo que ha regido las relaciones de otros paìses con Venezuela para
asumir una actitud firme de rechazo a la dictadura venezolana. Esos
parlamentarios con toda seguridad tienen en cuenta la actitud también firme y
categórica que en su momento asumió Venezuela frente al dictador Alfredo
Stroessner.
adolfotaylhardat@gmail.com
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