Nunca entregaré mi libertad. Jamás doblegarán mi espíritu. No trate de explicarme las bondades de la educación, los programas de salud y la investigación de las ciencias del deporte en Cuba. Intente usted reflexionar sí cuando afirma que Fidel Castro ha sido un paladín de la justicia social, de la revolución –siempre en futuro- del pueblo cubano, usted habla de la misma sociedad y del mismísimo líder que acabó con las libertades en la Cuba del último medio siglo.
Jamás podrá convencerme de las bondades del amor revolucionario que ha enviado personas al paredón, ha mantenido presos a miles de ciudadanos que tienen una manera de pensar diferente y lo peor de todo, lo injustificable; ha impedido que cubanos dejen la isla, que se ha convertido en una gran prisión. Nada puede justificar que un derecho sagrado de un individuo, como lo es su libertad, sea coartado. No hay fin alguno que justifique esos medios.
Abandonar Cuba sin un permiso estatal es imposible. La única forma de hacerlo es enfrentando a la muerte, en improvisadas balsas, para intentar cubrir la distancia que los separa de Florida, o escaparse cuando se está en una misión en el extranjero, lo que supone una represión intensiva a los familiares que dejan atrás. Los cubanos que hoy tienen menos de sesenta años, no han conocido otra manera de vivir. En Venezuela todo ser de más de treinta años, tiene clara conciencia del deterioro que esta revolución bolivariana nos ha producido.
Cada vez que escucho a Chávez alabar a Fidel Castro y recuerdo que ahora nuestros uniformes militares son iguales, sólo puedo pensar en que esa idolatría es producto de un pensamiento compartido, el cual cada vez se preocupa menos por esconder y contrario a eso, nos lo deja saber en muchas ocasiones. Ahora Cuba y Venezuela caminan en la misma senda y aunque nos duela, compartimos la misma cartera. Compartimos también las experiencias de mecanismos fracasados de producir progreso, técnicas de comunicación masiva para lavar los cerebros del pueblo y una planificación “centraloide” que acaba con la posibilidad de mantener los productos que consumimos, siempre disponibles para ser comprados. Cada día más, nos vamos pareciendo a la Cuba caribeña.
Los pueblos del mundo están levantándose para opinar en contrario a estas largas revoluciones y dictaduras cuasi religiosas que han mantenido vendados los ojos de generaciones enteras. Las mentiras con las cuales han llenado los libros y las pantallas de televisión se tornaron insostenibles. Un nuevo orden mundial pareciere nacer desde el medio oriente y tarde o temprano, sus consecuencias llegaran a estas costas. El pueblo libio y sirio, por sólo nombrar dos de ellos están librando su batalla para recobrar su libertad y su derecho a decidir por un mundo mejor.
A Fidel Castro te lo regalo. Si quieres te lo envuelvo y le pongo un lacito. Los venezolanos no permitiremos que nos quiten nuestra preciada libertad. Ni a nosotros, ni a nuestros hijos.
Enrique Pereira @pereiralibre
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