*IVÁN OLAIZOLA D’ALESSANDRO ESCRIBE EN SU PARANINFO: “SI, ES POR USTED QUE VAMOS”
Mire no se si usted por estar ocupado conspirando recuerda pero hasta 1998 vivíamos en un país con un sistema de gobierno conocido como democracia al estilo occidental, representativo y alternativo. Perfectible. Cada cinco años, normalmente, la oposición se convertía en gobierno. Gobierno y oposición se reunían con frecuencia para tratar de darle solución a los problemas más importantes del país. La oposición criticaba y el gobierno muchas veces escuchaba. Se podía ver un arco iris alrededor de una mesa de dominó. El sistema económico era más o menos liberal con una buena dosis de participación del Estado. De tanto en cuando aparecían los controles de precio y controles de cambio. La burocracia era en muchos casos ineficiente y corrupta pero se hacían cosas. Se construían casas y carreteras, escuelas y universidades, dispensarios y hospitales. Se daba créditos sin discriminar entre los beneficiarios. El Poder Judicial era medianamente independiente. Coexistían jueces corruptos, complacientes y parcializados políticamente con jueces idóneos, independientes y autónomos. Había tribus y había bufetes probos. En el Poder Legislativo estaban representadas todas las tendencias políticas. Al Poder Ejecutivo no le era fácil imponer su voluntad, tenía que negociar la aprobación de leyes y muchas salían a pesar de la incomodidad del gobierno. Los ministros eran interpelados. En el órgano electoral estaban representados los partidos más importantes lo que hacía que sus decisiones fueran bastante aceptables por las partes. El presidente de ese organismo era siempre un ciudadano más o menos independiente. La trampa no era fácil de hacer. Se tenían resultados confiables y a tiempo. La fiscalía y la contraloría estaban en manos de gente con independencia de criterio y un tanto ajenas al partido de gobierno. Se enjuiciaban altos jerarcas de la administración. Había varios chinitos de recadi. Se cambiaba el gabinete de verdad, verdad. Ministros, gobernadores y demás funcionarios públicos declaraban sobre sus respectivas áreas sin tener que esperar que el presidente hablara primero. La descentralización iba tomando fuerza. Gobernadores y alcaldes tenían un grado importante de autonomía. Las asambleas legislativas controlaban a los funcionarios estadales. Los militares estaban en los cuarteles y además de echar su jaladita para ascender tenían que aprobar unos cursos, ser evaluados por comisiones adhoc y finalmente, para los grado superiores, ser sometidos a la consideración de una comisión del Congreso. Los sindicatos y demás gremios protestaban sin pedir permiso al gobierno. Fedecámaras hacía otro tanto. O se firmaba la contratación colectiva o había paros. Existía una tripartita. La inseguridad no era tan insegura. Los buhoneros no eran tantos. El presidente pedía permiso para salir y para gastar y para regalar. La sindéresis era normal en los jefes de Estado. No se peleaban con sus colegas de otros países. Las cadenas eran collarcitos. En los medios de comunicación del Estado había periodistas de todos los colores. En fin que hasta esa fecha teníamos un país más o menos normal; con muchos problemas pero con muchas propuestas de soluciones. Era un solo país. El este y el oeste se entendían.
Pero resulta que ese país que teníamos se comenzó a desmoronar a partir de 1999, justo cuando usted se encaramó en el coroto. Su primer acto fue precisamente irrespetar la constitución vigente, esa que llamó la moribunda. Acto seguido se burló de un grupo de venezolanos cuando le madrugó con el decreto de la convocatoria a referendo consultivo sobre la constituyente. Y a los dos días hizo apología del delito. Se uniformó. A partir de entonces el país comenzó a vivir una pesadilla que cada día se hace más horrible, más peligrosa. De las palabras pasó a los hechos. De las amenazas a las acciones. Los poderes comenzaron a desaparecer. Se conformó lo que llamamos una vez el “santísimo pentágono”. Un solo jefe en cinco poderes. Descabezó la jerarquía militar y politizó a la FAN. Se empeñó en acabar con la empresa privada y la propiedad privada y los sindicatos y los gremios. Estructura paralela. Presupuesto paralelo. Malversó los fondos del Estado. Propició el nacimiento de los círculos bolivarianos y las esquinas calientes. Indujo a la separación entre el este y el oeste. Creó las milicias y los grupos armados del gobierno. Cuba y Venezuela una sola nación. Cubanos hasta en la sopa. FARC y ELN en Miraflores. Patria, socialismo o muerte. Las cadenas se hicieron interminables. Tiñó de rojo todo el aparato del Estado. Ordenó las litas de Tascón y Maisanta. Desmanteló PDVSA. Carnavalizó los procesos electorales y usó los recursos del Estado para comprar la conciencia de muchos y trampear las elecciones con la anuencia de su poder electoral. La Justicia la convirtió en su justicia. Mandó silenciar a la contraloría. Desunió a la familia venezolana. Desunió al país. Desunió a los países de Sur América. Se peleó con casi todos los otros presidentes. En fin que todo lo puso patas arriba y hasta el queso que había en la mesa se lo comió.
Por eso y mucho más, tal como usted mismo lo señaló recientemente, después de que se ganen casi todas las gobernaciones y mas de cien alcaldías y para evitar que haya guerra en el 2009 y sigamos teniendo país, tendremos que ir lo antes posible, Constitución mediante, por usted. Téngalo por seguro.
Iolaizola@cantv.net
Mire no se si usted por estar ocupado conspirando recuerda pero hasta 1998 vivíamos en un país con un sistema de gobierno conocido como democracia al estilo occidental, representativo y alternativo. Perfectible. Cada cinco años, normalmente, la oposición se convertía en gobierno. Gobierno y oposición se reunían con frecuencia para tratar de darle solución a los problemas más importantes del país. La oposición criticaba y el gobierno muchas veces escuchaba. Se podía ver un arco iris alrededor de una mesa de dominó. El sistema económico era más o menos liberal con una buena dosis de participación del Estado. De tanto en cuando aparecían los controles de precio y controles de cambio. La burocracia era en muchos casos ineficiente y corrupta pero se hacían cosas. Se construían casas y carreteras, escuelas y universidades, dispensarios y hospitales. Se daba créditos sin discriminar entre los beneficiarios. El Poder Judicial era medianamente independiente. Coexistían jueces corruptos, complacientes y parcializados políticamente con jueces idóneos, independientes y autónomos. Había tribus y había bufetes probos. En el Poder Legislativo estaban representadas todas las tendencias políticas. Al Poder Ejecutivo no le era fácil imponer su voluntad, tenía que negociar la aprobación de leyes y muchas salían a pesar de la incomodidad del gobierno. Los ministros eran interpelados. En el órgano electoral estaban representados los partidos más importantes lo que hacía que sus decisiones fueran bastante aceptables por las partes. El presidente de ese organismo era siempre un ciudadano más o menos independiente. La trampa no era fácil de hacer. Se tenían resultados confiables y a tiempo. La fiscalía y la contraloría estaban en manos de gente con independencia de criterio y un tanto ajenas al partido de gobierno. Se enjuiciaban altos jerarcas de la administración. Había varios chinitos de recadi. Se cambiaba el gabinete de verdad, verdad. Ministros, gobernadores y demás funcionarios públicos declaraban sobre sus respectivas áreas sin tener que esperar que el presidente hablara primero. La descentralización iba tomando fuerza. Gobernadores y alcaldes tenían un grado importante de autonomía. Las asambleas legislativas controlaban a los funcionarios estadales. Los militares estaban en los cuarteles y además de echar su jaladita para ascender tenían que aprobar unos cursos, ser evaluados por comisiones adhoc y finalmente, para los grado superiores, ser sometidos a la consideración de una comisión del Congreso. Los sindicatos y demás gremios protestaban sin pedir permiso al gobierno. Fedecámaras hacía otro tanto. O se firmaba la contratación colectiva o había paros. Existía una tripartita. La inseguridad no era tan insegura. Los buhoneros no eran tantos. El presidente pedía permiso para salir y para gastar y para regalar. La sindéresis era normal en los jefes de Estado. No se peleaban con sus colegas de otros países. Las cadenas eran collarcitos. En los medios de comunicación del Estado había periodistas de todos los colores. En fin que hasta esa fecha teníamos un país más o menos normal; con muchos problemas pero con muchas propuestas de soluciones. Era un solo país. El este y el oeste se entendían.
Pero resulta que ese país que teníamos se comenzó a desmoronar a partir de 1999, justo cuando usted se encaramó en el coroto. Su primer acto fue precisamente irrespetar la constitución vigente, esa que llamó la moribunda. Acto seguido se burló de un grupo de venezolanos cuando le madrugó con el decreto de la convocatoria a referendo consultivo sobre la constituyente. Y a los dos días hizo apología del delito. Se uniformó. A partir de entonces el país comenzó a vivir una pesadilla que cada día se hace más horrible, más peligrosa. De las palabras pasó a los hechos. De las amenazas a las acciones. Los poderes comenzaron a desaparecer. Se conformó lo que llamamos una vez el “santísimo pentágono”. Un solo jefe en cinco poderes. Descabezó la jerarquía militar y politizó a la FAN. Se empeñó en acabar con la empresa privada y la propiedad privada y los sindicatos y los gremios. Estructura paralela. Presupuesto paralelo. Malversó los fondos del Estado. Propició el nacimiento de los círculos bolivarianos y las esquinas calientes. Indujo a la separación entre el este y el oeste. Creó las milicias y los grupos armados del gobierno. Cuba y Venezuela una sola nación. Cubanos hasta en la sopa. FARC y ELN en Miraflores. Patria, socialismo o muerte. Las cadenas se hicieron interminables. Tiñó de rojo todo el aparato del Estado. Ordenó las litas de Tascón y Maisanta. Desmanteló PDVSA. Carnavalizó los procesos electorales y usó los recursos del Estado para comprar la conciencia de muchos y trampear las elecciones con la anuencia de su poder electoral. La Justicia la convirtió en su justicia. Mandó silenciar a la contraloría. Desunió a la familia venezolana. Desunió al país. Desunió a los países de Sur América. Se peleó con casi todos los otros presidentes. En fin que todo lo puso patas arriba y hasta el queso que había en la mesa se lo comió.
Por eso y mucho más, tal como usted mismo lo señaló recientemente, después de que se ganen casi todas las gobernaciones y mas de cien alcaldías y para evitar que haya guerra en el 2009 y sigamos teniendo país, tendremos que ir lo antes posible, Constitución mediante, por usted. Téngalo por seguro.
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