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lunes, 10 de febrero de 2014

EDDY BARRIOS, HUMOR EN POLITICA

Lo primero  y más doloroso que se pierde con el socialismo es el humor. “El humor es una manera de hacer pensar sin que el que piensa se dé cuenta de que está pensando”. Aquiles Nazoa.

Sería estúpido pensar que los chistes que el “Conde `er Guácharo” hace en sus rutinas de stand up comedy, generalmente a costillas de su familia (madre, padre, esposa y hermanas), son ciertos y que ellas efectivamente son como él las describe. O pensar que las situaciones absurdas, mágicas y muy lejos de la realidad o de la ciencia, que uno expresa cuando echa un chiste donde un animal habla o si uno refleja algo acerca de un personaje vivo, es que efectivamente uno desea eso para el mismo. Todo eso forma parte del humor.    Mucho podría aprovecharse el gobernante y sus adláteres de esta característica fundamental de nuestra idiosincrasia.

Por otra parte, no debemos olvidar aquello de “Chiste explicado no es chiste” y que hay humor negro, blanco, fino, elegante, con doble sentido, vulgar, obsceno, etc.; pero, siempre el humor es inteligente o se apela a la inteligencia tanto del que crea o expresa la pieza de humor como del que lo recibe y entiende. No se puede hacer humor sin inteligencia. En otras palabras, el humor es la máxima expresión de la inteligencia.

Tres anécdotas recordaré para apoyar este  escrito. La primera es:

Carlos Soublette tiene una anécdota significativa. Cuando se escribió una obra titulada Excelentísimo, Señor, en la que se hacía sátira de él, citó al escritor, Francisco Robreño, y le pidió que se la leyera.

Soublette, que se rió en algunos casos, le dijo: “Veo efectivamente que usted se burla de mí, pero le voy a hacer honesto: esperaba mucho más”; y agregó: “Vaya y monte su obra que Venezuela no se ha perdido ni se perderá, porque el pueblo se ría de su presidente sino cuando el presidente se ría de su pueblo”. General Carlos Soublette, aproximadamente en 1837.

La segunda viene de Inglaterra: Bernard Shaw, escritor irlandés, ganador del Premio Nobel de literatura en 1925 y del Óscar en 1938, estaba enemistado con Winston Churchill. Prueba de ello fue el día que, antes del estreno de una de sus obras, Shaw le envió unas entradas a modo de invitación a Churchill. Junto con las entradas Churchill pudo encontrar una tarjeta que decía:

“Le mando dos entradas para el estreno. Venga con un amigo (si es que tiene alguno)”.

Churchill contestó:

 "imposible asistir a la primera representación. Intentaré ir a la segunda (si es que tiene lugar)".

En la tercera me referiré a otra muy curiosa sobre el mismo Churchill, tipo tan especial, un genio de la política del siglo XX y escritor magistral. (Como todos los grandes, claro, tiene sus cosas malas, pero su peso histórico es gigantesco).

Corría el año 1893 y en Inglaterra se vivía un puritanismo ético exacerbado. Es la época en la que la Liga por la Pureza Social tenía una influencia enorme en la sociedad londinense. Habían conseguido convencer a la clase política para cerrar los prostíbulos de la ciudad, consiguiendo que todas las prostitutas inundaran las calles de las zonas bajas de la ciudad.

Con la excusa del terror que provocaba Jack el Destripador, vigilaban las calles tratando de hacer volver a sus casas a las “vendedoras de flores”, como se las conocía ahora. No contentos con esto, ejercieron esa influencia en el juicio al que fue sometido, y por el que sería encarcelado, Oscar Wilde, por el hecho de ser homosexual, una de las peores perversiones posibles.  (Obviamente, había mucho más: Wilde había dibujado el verdadero rostro de esa moralidad podrida en su genial obra El retrato de Dorian Gray, describiendo un mundo que conocía de sobra. También acababa de escandalizar con su reciente y muy exitosa obra Salomé).

La cabecilla de todo este movimiento y líder de la Liga era la señora Laura Ormiston Chant, brillante oradora que hizo giras dando conferencias por Estados Unidos, donde tuvo un éxito rotundo. Pero, no contenta aún, trató de convencer a los parlamentarios y a la alcaldía de Londres para cerrar todas las salas de espectáculos del tipo music hall -que siempre estaban abarrotados- debido a las actuaciones “obscenas y vulgares” de las actrices. Es más, el público solía estar bastante animado debido al consumo de alcohol -hay que añadir que esta mujer también pretendía imponer la ley seca en Inglaterra, pero por ahí ya no pasaron los ingleses, como era de esperar-, pues abrían sus puertas desde las 18 horas hasta las 23 horas, sin interrupción de las actuaciones y con las barras a pleno rendimiento.

Después de que consiguieran cerrar algunos llevándolos a los tribunales, se atrevió con el más famoso, el Empire (tiene güasa el nombre), pero sólo consiguió que se construyera un tabique entre el escenario y las barras de cerveza y whisky.

Y aquí es donde aparece nuestro peculiar personaje. Se hizo el tabique un sábado y el domingo apareció un anuncio sobre la creación de  la Liga de Protección de la Diversión, convocando a una reunión fundacional en un hotel de Londres. El día de la reunión sólo se presentó el autor del anuncio y un joven cadete de la academia militar de Standhurst, que había gastado toda su asignación en llegar a la capital británica y que había dedicado grandes energías a la composición de un discurso en defensa de las libertades constitucionales. Obviamente, este chaval de diecinueve años era Winston Churchill.

Fiel al estilo que le caracterizaría en el futuro, no se desanimó, y organizó con algunos compañeros la toma del Empire. El sábado siguiente al levantamiento del tabique, se presentaron con entre doscientos y trescientos “señoritos” y derribaron el muro con sus bastones ante el clamor del público. Acto seguido, desfilaron por Leicester Square mostrando sus fragmentos a los transeúntes. Aquí, oportunista como siempre, Churchill pronunció un discurso ante la multitud congregada:

“Habéis visto cómo hemos echado abajo hoy estas barricadas; veréis cómo derribamos a sus responsables en las próximas elecciones”. Era el primer paso de su peculiar carrera política, que le llevaría a ser el primer parlamentario en la historia de Inglaterra en ser elegido estando tanto en el partido laborista como en el conservador.

La señora Ormiston estaba enfurecida, pues el Empire siguió funcionando como siempre.

Se dice que le dijo a Churchill en público: “Si yo fuera su esposa, le pondría veneno en el café”; a lo que respondió éste: “Y, si yo fuera su marido, me lo bebería”. Acababa de encontrar la horma de su zapato, la pobre señora, que pasaría al olvido.

Como vemos, ni a Soublette ni a Churchill se les ocurrió meter preso u hostigar a sus humoristas o adversarios políticos. No les enviaron el SENIAT, ni les impidieron el acceso a los dólares.

¡Cuán tontos! o por tontos pasan quienes no son capaces de reírse hasta de sí mismos. Ojo con esto, finalizo con una lapidaria frase:

De todas partes se regresa, menos del ridículo.Mario Szichman

Eddy Barrios eddybarrios@gmail.com

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miércoles, 6 de febrero de 2013

MARTHA COLMENARES, LA OBSESIÓN DE APACIGUAR


Hace 80 años, un 30 de enero de 1933, Adolf Hiltler se convirtió en el nuevo Canciller Imperial del Reich (Reichskanzler)
Hace 80 años, un 30 de enero de 1933, Adolf Hiltler se convirtió  en el nuevo Canciller Imperial del Reich (Reichskanzler). Estuvo equivocado el presidente alemán Paul von Hindenburg al creer que con este nombramiento como canciller  lograría fortalecer su gobierno  y además, aplacar la violencia en las calles protagonizada por la gente de Hitler, las del Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (partido nazi). Se llevó un buen chasco pues vino Hitler y se burló de las negociaciones incluso se burló de los industriales y empresarios involucrados, no cumplió con nada de lo que se había comprometido. Se puede decir que es un antecedente del bobolonguerismo con Hitler, es de decir, de la obsesión de apaciguar.
Ya luego  será la experiencia de Inglaterra con Hitler en la Segunda Guerra Mundial el ejemplo de las nefastas consecuencias que tiene la estrategia del “appeasement”, como se le llama en inglés.
En nuestros días, una  lección no aprendida para nada.
¿Qué es apaciguar?
Es cuando en vez de no transigir se cede con la esperanza de que el otro se quede tranquilo.  El problema de ceder, es que se puede interpretar como debilidad; y en vez de apaciguar, lo que hace es exacerbar las ambiciones de un abusador.
NEVILLE CHAMBERLAIN, 
Gran Bretaña evitaba la confrontación con Hitler, antes de Winston Churchill,  el político conservador británico que reclamaba “políticas de firmeza contra las agresiones de Hitler y Mussolini” a sabiendas del peligro alemán,  primer ministro  desde 1940. Destacaba el grupo de ingleses al frente del Foreign Office (Ministerio de Asuntos Exteriores). Entre ellos Samuel Hoare, John Simon, Lord Halifax, y un tipo muy fino y sofisticado, pero bobolongo, Neville Chamberlain, quien cinco años más tarde, llegaría  como primer ministro (entre 25 mayo de 1937 y 1940).
Pensaban que la política de concesiones, lo que se llamó “la obsesión de apaciguar”, lograría el desarme de Alemania y su retorno a la Sociedad de Naciones. Creían que a Hitler se le podía parar por medios distintos de la fuerza, y estaban equivocados, con Hitler no hay apaciguamiento que valga,  a final de cuentas, la fuerza que hizo falta para detenerlo fue trágica. Si la llegada  al poder significó el desequilibrio europeo,  esta política de conciliación no pudo evitar la guerra. Hitler causó la ruina moral de Alemania y llevó a la muerte a un promedio de 17 millones de personas.
Neville Chamberlain, el fue el gran culpable que la Segunda Guerra Mundial hundiera hasta más nunca a Inglaterra y el imperio, porque la verdadera guerra hubiera sido la de Hitler versus Stalin.  Hitler, por si no lo sabían, era anglófilo, él era de la opinión de que los Anglo Sajones eran los primos hermanos de los Arios alemanes, que la verdadera pelea era contra el comunismo Eslavo, contra una raza netamente, según él,  “inferior”, la Eslava.
Pero como Chamberlain era tan blandengue, en vez de poner la raya en la anexión de Austria, dejó que Hitler se cogiera la parte étnicamente Alemana de Checoslovaquia (Sudetenland), y entonces vino la conferencia de Münich, en donde Inglaterra indignada le exigía a Hitler que ya no más anexiones; y Hitler berrinchaba “Lebensraum” (espacio vital para la expansión de la raza Aria).
Pero como Chamberlain no tuvo guáramo, para tratar de tranquilizar a Hitler, lo complació con la Sudetenland.  Regresa a Londres con el papel firmado por Hitler y bajándose del avión, muy ufanado, se lo muestra al público: “Hemos conseguido la paz con honor”.  Existe el video.  Pero Hitler (correctamente) entendió la actitud de Chamberlain como debilidad.  A la postre, “The Münich Agreement and Appeasement”, en vez de pararlo, lo alentó a cogerse toda Checoslovaquia, cosa que pronto hizo.
Es suficientemente malo postergar una pelea que se tiene que dar de todas maneras cuando tu enemigo se está fortaleciendo más rápido que tú, pero en este caso fue mucho peor.  Porque cambió las reglas de juego.
Era a la Unión Soviética de Stalin a quien le correspondía naturalmente defender una posible invasión de Polonia, porque si no lo hacía, era “cuchillo para su propio pescuezo”; pero como Inglaterra fue blandengue, a la postre tuvo que trazar la raya en Polonia; y Hitler invade Polonia, y es Inglaterra, y no Stalin quien tiene que salir en su defensa.  Entonces viene Stalin, y en vez de decantarse por el lado de los ingleses, se reparte en el tratado “von Ribbentrop-Molotov” Polonia, y hasta surte de petróleo a la maquinaria de guerra Nazi.
Las consecuencias son evidentes: La obsesión de apaciguar, lo que condujo fue a que Inglaterra tuvo que soportar el grueso de la guerra contra Hitler desde el principio.
A pesar del pacto de  no agresión entre la Unión Soviética con Alemania, Estados Unidos se mantenía neutral, por eso Churchill le decía a su gabinete en tono jocoso "Bien, señores, estamos solos”, al fin y al cabo lograría la Gran Alianza a objeto de forzar la rendición de Hitler. Pero ya no había Imperio Británico, para cuando la guerra termina, se había consumido en 6 años de guerra total. Estaba devastado. 
@Marthacolmenare

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jueves, 11 de octubre de 2012

RICARDO JORGE PAREJA, “LA DEMOCRACIA ES EL MENOS IMPERFECTO DE LOS GOBIERNOS”, WINSTON CHURCHILL, CASO ARGENTINA,

Me parece, don Winston, que se quedó a mitad de camino. Debió Ud. haber agregado: “en tanto no sea ejercido por una mafia”. Porque que las hay, las hay. Y debo pensar que las había estando Ud. en vida. No digo en semejante dimensión, ¡por supuesto! Pasa que los argentinos hemos hecho de la corrupción, un modo y medio de vida. ¡Le digo más!; creo que hasta votamos corruptamente. “Más vale malo conocido que bueno por conocer”; “que choree pero que cuando menos deje algo hecho”, son frases que uno suele escuchar… son frases hechas a través del uso y la costumbre. Penoso. Patéticamente penoso.
¡Pero claro!; dándose semejantes condiciones, no habrá forma de gobierno que nos venga bien… ¡a ver… espere!, mejor debí decir cualquier forma de gobierno nos vendrá bien. Más penoso todavía. Más patéticamente penoso. ¡Estoy confundido, pero no quiero confundirlo! Dispénseme un minuto, por favor. ¡Ya está! Gracias. Sigo.
Porque me consta, y seguramente le consta, que muchas sociedades, aun equivocadas al momento de elegir, no han resignado principios y valores que les eran inherentes. Y entonces, y en su momento, se han encargado de decirle a la mafia “¡hasta aquí llegaron!” Pero para que esto haya podido pasar, se han necesitado sociedades intrínsecamente sanas, no corruptas, no contaminadas, y con un concepto elevadísimo de la dignidad. ¡Perdone por la palabra!… se me escapó. Y con la palabra se me escapó la libertad, se me escaparon los ideales… ¡Si hasta mis hijos se me escaparon en la búsqueda de un aire que se pueda respirar! Y entonces pasa lo que pasa; todo se nivela hacia abajo; nos empobrecemos intelectual, y físicamente. Y ese “hacia abajo” es infinitamente largo en su caída. Y tan enfermos estamos, que a veces atinamos a ensayar una tercera frase: “podríamos estar peor, no nos quejemos”. Recontra patético. Recontra patéticamente penoso.
Le confieso que, cuando arranqué, estaba convencido de que le iba a ofrecer un extenso repertorio, de esos a los que estoy poco acostumbrado. Sin embargo, ya nada más me queda por decirle. Quizá haya descubierto a esta altura de mi vida, que padezco de vértigo.
Ricardo Jorge Pareja
parejaricardo@hotmail.com

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